Lo conocí una tarde de otoño. Por un momento las hojas comenzaron a caer con más parsimonia mientras el sol se escondía, los niños se metían a sus hogares y algunas tiendas ya comenzaban a cerrar. Recuerdo que no se movía, estaba pero no estaba, se encontraba absorto en el hermoso paisaje que nos rodeaba.
Tuve miedo un segundo, mi dedo índice tembló en un tic, y por alguna razón decidí hacerle caso a mi cerebro e irme directo a casa, donde estaba a salvo de él.
La segunda vez fue forzado, regresé al mismo lugar, hasta con la misma ropa. Observé su cabellera negra a la lejanía, tan reluciente como aquella primera tarde, giró su cabeza por un segundo y...me sonrió, para después regresar a su platica con alguna persona desconocida. Debí alejarme justo ahí.Que idiota eres Jongin.
No recuerdo cuando fue la última vez que conocí a alguien tan risueño, tal vez no lo recuerdo porque nunca había conocido a alguien así. En un principio no lo creía nada, estaba seguro que dentro todas aquellas sonrisas de chico extrovertido se encontraba un alma misteriosa. Y tal vez, tal vez puede...sólo tal vez me haya equivocado.
Tuve miedo la primera vez que sentí admiración por él, no le conocía casi nada, pero el que fuera el mejor en clase de canto me cautivaba de una manera extraña, me sentía feliz por él, no era lastima.
No era sólo el hecho de que tuviera un talento increíble y pasara horas practicando, y ahí está el punto como un dato curioso, Kyungsoo sacaba exámenes en limpio a pesar de su poco tiempo.Nunca está en casa.
Sólo come a las 3:00.
Llega a dormir a las 7:30 pm.Muy a parte de mis razones de observación hacia su persona, en algún momento me llegaron a desagradar actitudes suyas, a veces podía ser demasiado egocéntrico o no pensaba cuando lanzaba palabras hirientes. Más de una vez le reproché e exigí que pidiera perdón a algún compañero de clases que por accidente lastimaba con comentarios. Él lo hacía con una sonrisa en su rostro.
Kyungsoo también era un idiota.
Y más aquella vez que me pidió que le besara, justo en clase de arte, recuerdo que miré sus labios, otra vez en una lucha contra mi cerebro. Pensando que debí dar media vuelta al ver sus sonrisas relucientes y ser cautivado por su positivismo y talento. Debí dar la vuelta si es que no quería ser testigo de su pronta despedida. Debí darme la vuelta si sabía que caería.
Pero accedí, así como accedí una segunda vez, y tal vez una tercera. Sólo besos rápidos, nada más eso, sólo para desaburrirnos, sí...Y no sentí gran dolor cuando obtuvo una relación ese mismo año, quién era yo para prohibirle libertad, ¿quién era yo?
Sólo era un testigo de hechos desafortunados.
No tenía derecho a sentirme celoso, no tenía derecho a reprocharle algo. Nunca lo tendría, no era moralmente correcto para mí.
Ni aquel día que decidió mirar a mi dirección, y si yo también miré a la suya desde un principio...¿por qué decirle que no?Todo bajo mi propio riesgo.
Porque bien sabía que Kyungsoo era un chico peligroso, demasiado me atrevería a decir. Su personalidad salida de tono de alguna manera encajaba con mi introvertida vida, y eso me asustaba mucho, porque lo disfrutaba. Disfrutaba pasar tardes enteras con él, jugando videojuegos o sólo echados en la cama, aún cuando él tenía clases de canto. Disfrutaba salir a andar en bicicleta con su compañía alguna tarde soleada, o ir a ese café que catalogamos como nuestro. Disfrutaba crear recuerdos con Do Kyungsoo.
Pero también lo sufría.
Sufría cuando las partidas de videojuegos se acababan y se tenía que retirar, no sin antes darme un beso en los labios de despedida. Sufría cuando el sol se metía justo después de guardar las bicicletas y pronunciaba un dulce nos vemos mañana. Sufría al pasar buenos ratos en ese café. Sufría al crear recuerdos con Do Kyungsoo.
Estaba enamorado, demasiado enamorado.
Y el amor que sentía por él me cegaba y me ablandaba cuando algún mensaje de alguna persona desconocida con raras intenciones le escribía, cuando por casualidad le encontraba coqueteando, cuando me tenía secretos, cuando me mostraba su dura indiferencia. Me gustaba creerle cuando me decía que yo era el único.
Pero...¿Quién era yo para prohibirle cosas? ¿Quién era yo para quitarle libertad?
Kyungsoo merecía una buena vida, una buena corta vida, sin reprensiones, sin personas que le digan qué hacer, sin malos ratos o tristezas. Y aunque mi corazón se destruyera pedazo por pedazo, yo haría de la vida de Kyungsoo un paraíso, eso fue lo que nos prometí.Eso es lo que siempre prometo.
Así que, en lugar de invadirme con rencor y celos, que cada vez se tornaban con más fuerza, me dediqué a bañarlo con besos, caricias, dulces palabras. Trabajé para que en lugar de lagrimas, sus ojos se hicieran medias lunas por carcajadas. Hice que en lugar de un color rojo de furia en su rostro, fuera un rosa tenue de sonrojos. Creé lágrimas de alegría y no de tristeza. Hice de tardes grises, amaneceres espectaculares.
Porque Kyungsoo tiene que ser un alma feliz
Así que ese día que admitió haberse acostado con otro hombre, en lugar de darme la vuelta, le abracé con el corazón hecho pedazos y le dije que todo estaba bien, tal vez yo no lo llenaba lo suficiente. Sí, eso...
Porque...¿quién era yo para enojarme?
Recuerdo que juró nunca volver a hacerlo, que era la única persona que amaba. Juró todo eso que prometimos alguna vez, una linda casa en un lugar alejado, dos hijos, viajes por el mundo. Planes los cuales, cada vez que salían de esa boca carnosa me rompían el corazón, pero en lugar de mostrar lágrimas, le enseñaba mis mejores sonrisas y le decía que sí, todo eso se iba a cumplir.Pero un día me cansé de darle falsas esperanzas, y aunque todo lo que pedía para nosotros en un futuro no se lo podía dar, traté que cumpliéramos casi todas esas cosas en su lista guardada debajo de su cama, donde anotaba sus más grandes anhelos y unos no tan grandes.
Aunque sólo fuéramos preuniversitarios, aún mantenidos por nuestra padres, me las arreglé para que saltara de ese bonji, fuimos a andar en canoa una noche romántica, lo lleve a la playa a ver el amanecer en el momento más inesperado, nos tomamos exactamente 185 fotos en un día, andamos en caballo, logramos ir a todas las ferias a la ciudad, fuimos a un concierto de algún artista que no conocíamos, logramos comernos 5 botes de helado, asistí a cada una de sus presentaciones –mi parte favorita de la lista–, contamos las estrellas 2 horas seguidas, nos besamos más de mil veces, nos acariciamos más de dos mil veces. Y lo valía, Kyungsoo valía el dinero gastado, las horas perdidas, regaños, las clases saltadas. Kyungsoo lo valía todo.Aquella tarde se sentía fría, como la primera tarde de otoño en la que lo vi. Desde que dejé mi cama, el aire denso y mi pulso acelerado me anunciaron que había llegado el día.
Recuerdo que llegó a mi casa muy temprano por la mañana, yo no me lo esperaba para nada y menos un domingo. Lo primero que hizo al verme fue besarme con furor y sonreírme con ganas, como si el también supiera que ya todo acabaría. Pronunció un te amo Jongin después de despedirse, iría de vacaciones con sus padres una semana a las afueras de Seúl, o ese era el supuesto plan. Hice una sonrisa tan fingida que mis pómulos comenzaron a doler y mis ojos a picar. Le abracé con todas mis fuerzas y di un gran suspiro cuando cruzó esa puerta, que fue el detonador de mis lágrimas y gritos de dolor.Recuerdo que me senté en mi sala, inerte, esperando que el día pasará rápido para que saliera una noticia en la televisión. Y así fue justo a las 22:00 hrs.
Grave accidente en carretera en la salida de Seúl, ningún sobreviviente, un adolescente y dos adultos fallecidos.
Lo logré, Kyungsoo tuvo una buena vida.
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Creador de felicidad. (Kaisoo)
FanfictionLo conocí una tarde de otoño. Por un momento las hojas comenzaron a caer con más parsimonia mientras el sol se escondía, los niños se metían a sus hogares y algunas tiendas ya comenzaban a cerrar. Recuerdo que no se movía, estaba pero no estaba, se...