Veintitrés

2.8K 257 325
                                    

Lane

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lane

Marzo 17, Mansión Singh.
11:30 p.m.

Pocas veces en mi vida había experimentado sensaciones tan placenteras, tan gratificantes como las que estaba sintiendo en ese momento.

Noel sostenía mi espalda con sus manos, sus ojos clavados en los míos, su boca entreabierta soltando maldiciones que lo hacían todo más emocionante. Mis caderas moviéndose hacia atrás y hacia adelante, en círculos, enviando corrientes de placer por todo mi cuerpo. Estar arriba era algo que nunca había hecho y vaya que me estaba perdiendo de mucho.

—Lane, voy a...—no terminó la oración, solo apretó los dientes e hizo la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.

Seguí moviéndome, con rapidez. Sintiendo toda esa fricción entre nosotros, hundiéndome más dentro de él. Tomé su rostro entre mis manos.

—Mírame, quiero que me mires—le pedí jadeante.

Noel abrió los ojos, volviendo a centrar su atención en mí. Verdes. Brillando, pequeñas partes brillaban más que otras. Le sonreí extasiada, sintiendo como apretaba mi espalda con fiereza antes de acabar. Soltó un gruñido estruendoso, por un instante me preocupé de que alguien lo hubiera escuchado pero en cuanto Noel me jaló hacia él, dándome un beso ansioso dejé todos mis pensamientos a un lado.

Se recostó en la cama, con el pecho subiéndole y bajándole agitado. Me observó por un instante antes de esbozar una sonrisa plácida, me recosté sobre su pecho, nuestras partes aún tocándose. Podía escuchar su corazón, latiendo rápidamente. Bombeando.

—Eso estuvo tremendo—lo escuché decir.

Solté una carcajada por la forma tan natural en la que lo dijo. Tremendo. Podría haber escogido cualquier palabra. Bueno. Rico. Excelente. Pero escogió decir Tremendo.

—No fue tan mala idea venir esta noche ¿a que si, Brooks?—preguntó acariciando mi cabello.

—¿Por que tienes que hablar tanto?—rodeé los ojos divertida.

—Perdóname por querer expresar un poco de cariño después de follar—fingió ofenderse antes de darme otro beso en los labios.

Sonreí.

—Fuera de bromas, gracias. De verdad estuvo maravilloso, estuviste maravillosa—agregó con suavidad.

—Tú no estuviste tan mal, Canes—dije haciéndolo reír.

—Es una lástima que haya sido aquí. Me habría gustado que fuera más especial—comentó frunciendo los labios.

Los Pecadores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora