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EL FINAL DE MI COMIENZO

La inocencia es lo más puro del ser humano eso que solo tenemos en nuestra infancia, y que algunas veces es arrebatada.

Ailani

La puesta de sol estaba por ocultarse el cielo tomaba tonalidades grisáceas sentía el viento rozarme las mejillas, estaba cruzada de manos con la mandíbula apretada y los ojos entrecerrados esperando para ver rasgos de Darla pero no veía nada, el aire comenzaba a penetrarse por mi ropa llegando a mi cálida piel, solo debía esperar un poco más.

Mi miedo se comenzaba a activar cuando a lo lejos pude visualizar a una niña bajita, castaña con sus dos trencitas a los lados y las pecas que tanto la caracterizan, el miedo se esfumo y lo reemplazó el alivio, el alivio de ver a mi mejor amiga.

—¡Date prisa Darla!

—¡Ya voy!

—Sabes que no debemos andar en la calle después de las 7:00 de la noche y son las 6:40.

—Ya se, solo no podía cruzar la calle por que estaba una enorme, gigantesca y espeluznante Rana— dijo con voz demasiada dramática.

Al otro lado de la calle estaba nuestra pelota que hacía un día se nos había ido por descuido y hasta ahora recuperamos, para eso esperamos que la señora Tina no estuviera merodeando por su patio.

La señora Tina es una anciana de unos 70 años, bueno le calculo eso, y es muy insoportable si nos veía del otro lado de la calle seguro iría con nuestros padres y nosotras no queremos castigos, suficiente tengo con no comer chocolate después de la cena, cruel castigo.

Me quede mirando para todos los lados asegurándome que nadie nos viera, agarre de la mano a Darla y comencé a correr para llegar a nuestras casas.

—¡Más despacio Ailani!— me dijo Darla molesta pero no iba hacer caso a su petición, así que apresuré más.

—¿Quieres un castigo de nuestros padres?

—¡oh, no! Si se enteran no me compraran mi  muñeca Barbie edición ilimitada.

—Apresúrate entonces.

—¿Tu no quieres una?— dijo con voz dulce.

—Prefiero golosinas.

Llegamos a la banqueta y nos despedimos, Darla solo doblo a la derecha donde estaba su casa, abrió paso hacia su grande jardín, toco el timbre y salieron los señores Barnes, en sus caras pude ver preocupación y a la vez alivio, abrazaron a Darla y cuando se despegaron me vieron y alzaron la mano en forma de despedida.

Tengo mucha suerte  de tener a mi mejor amiga como vecina.

Entre a mi casa y vi el reloj de pared que estaba enfrente de la puerta, marcaba las 7:00 en punto, menos mal a tiempo. Subí por las escaleras y cuando estaba a punto de llegar a mi cuarto, apareció mi Madre por detrás.

—¿Donde estabas Ailani?— De inmediato me giré, su voz molesta me ponía nerviosa.

—Eh... en casa de Darla, su mamá nos hizo una ensalada muy saludable— alce la mirada para verla, tenia una ceja levantada, sus ojos acechándome como un Halcón, su mandíbula apretada, esos gestos me intimidan mucho.

—Bien, asegúrate de llegar más temprano y pedir permiso para salir, que no vuelva a pasar. La cena está lista, lávate las manos y baja a cenar tu padre no tardará en llegar.

Se dio la vuelta  y bajo las escaleras, rápido entre a mi cuarto y me quite mis tenis, ya no los aguantaba, el timbre de la puerta sonó y corrí de inmediato por las escaleras descalza.

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⏰ Última actualización: Feb 28 ⏰

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