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"Sólo una noche fue suficiente, para que quiera que te quedes conmigo"
Nuestro encuentro fue particular, de esas casualidades que no esperas, pero, que de una ilusa manera sueñas con que te sucedan alguna vez en la vida.
Nuestra conexión de vuelo llevaba unos minutos de retraso, la operadora había anunciado un pequeño inconveniente operativo en el aeropuerto de París, recuerdo que daban las nueve de la noche, estaba tan orgulloso de mí mismo por haber accedido a la sala de espera después de haber festejado sin descanso durante tres días seguidos.
Estabas sentado frente a mí, vestíamos el mismo color rojo tono cereza de remera, llevabas una chamarra gruesa en tonos azules que contrastaba con un tono blanco y una gorra estratégicamente colocada al revés, que dejaba ver tu etéreo rostro de rasgos tan masculinos y femeninos a la vez, "Provocador", sabías bien lo que hacías en ese momento y lo que generarías en cualquier persona que te vea.
—¿Es la primera vez que viajas a Seúl? —te pregunté, esperando escuchar el sonido de tu voz y que sea tan atractivo como tu perfecto rostro de piel acaramelada.
—No, ya fui varias veces —me respondiste con ese marcado acento australiano, que estremeció cada partícula de mi cuerpo maltratado y agotado de tanto exceso.
—¿Sydney? —Te pregunté inmediatamente, me miraste casi ofendido, luego te mordiste el labio inferior negando con la cabeza, "Basta, deja de ser tan coqueto, que no soy el único que te está mirando".
—Brisbane, y tú, puedo jurar que tú eres americano.
—Lo soy —te respondí sorprendido— .Pero hace mucho tiempo que no visito mi ciudad de orígen, pensé que mi acento había desaparecido.
—Aún no logro detectar el lugar exacto —me dijiste cruzando los brazos, —Inténtalo —te reté tratando de sonar seductivo, me miraste y tu aspecto cambió a uno pensativo, inmediatamente, tus gruesos labios dibujaban una sonrisa perfecta. —¿Qué me darás a cambio? —preguntaste decidido.
—Lo que me pidas —respondí sin poder dejar de mirarte fijamente; fue inevitable, estaba perdido en tus orbes de color marrón y su particular brillo que simulaba galaxias jamás descubiertas por ningún ser humano.
—Siempre quise pasar una tarde de pesca en el río Han, pero nunca tuve la oportunidad, al menos no hasta hoy —respondiste sin dudarlo.
–Okay– te respondí levantando una ceja, sorprendido con tu "Pedido", algo tan simple, algo que podrías hacer sin necesidad de mi compañía, me sentí afortunado de que quisieras hacer algo así conmigo, sólo era un completo desconocido intentado coquetear contigo.
