Hermione... Greengrass?

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La historia estará ambientada en el tercer año en Howard. Espero que disfrutéis de las nuevas hermanas Greengrass.
-Lo último que recuerdo es a papa dándome un abrazo y a mama sujetando mi mano.
-Mmm... Entiendo.- Dice mi hermana Astoria con cara pensativa. -No te preocupes Hermione, este año todo va a estar bien.
-¿Crees que me aceptarán en slytherin?
-Claro que si!!- Dice mi hermana con una gran sonrrisa.- Ahora sabemos que la verdadera sangre sucia es ella no tu.
-Cl- Claro es Daphne
-no Hermione, ella no merece que pronuncies su nombre. Es una sangre sucia inmunda.
En ese momento Draco entra al compartimento.
-Veo que has dejado rápido a los leones.
-No he podido ni despedirme de ellos.
-¿Quieres despedirte de ellos? Allá tu, ellos ahora te desprecian, prefieren a Daphne. Este es tu lugar, tu lugar con nosotros, Hermione eres una sangre pura, acéptalo con orgullo.
Nos dirigimos al gran comedor, yo iba agarrada de la mano de mi hermana menor, y escoltada por Draco. Todo el mundo me miraba y yo me sentía muy intimidada ante todos esos ojos. A lo lejos podía ver en la mesa de los leones una mirada asesina de Daphne y otras de tristeza por parte de Harry y Ron. Ellos te desprecian recordé las palabras de Draco y volví a mi lugar en la ceremonia de comienzo del tercer año. Dumberldor pronunció unas palabras dirigidas hacia mi cambio de casa y se escucharon lloros por parte de Daphne. En ese momento sentí como Draco agarro mi mano, lo mire a los ojos y me miró con cariño.
Al terminar la cena volví a mi compartimento, mis compañeras eran: Millicent Bulstrode, Pansy Parkinson y Tracey Davis.
Ahora mismo no recuerdo nada sobre ellas en el pasado, pero las slycerin fueron amables conmigo. Me tumbe en la cama y recibí a una lechuza a media noche. Era una carta de Draco.
Querida Hermione:
No puedo dormir muy bien, y al parecer tu tampoco, llevo observándote inquieta desde mi ventana. Vienes a la sala común?
Te espero allí.
Draco.
¿Llevaba todo este rato observándome? Menudo acosador.
De todas maneras decidí bajar para poder agradecerle su apoyo hacia mi durante estos días. Me coloque mi capa y baje las escaleras hacia la sala común. A medida que iba bajando podía observar el fuego de la chimenea. Junto a esta se encontraba el rubio sentado en un sillón decorado con los colores de la casa. Decidí mantenerme despierto justo delante suya sin decir una palabra para no interrumpir sus pensamientos, cuando sentí sus gélidas manos en mi cintura indicándome que me sentara en su regazo. Y así lo hice, me acariciaba el pelo mientras yo me acomodaba en su regazo...


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