Esa mañana le hacía sentirse especialmente nostálgico.
La ciudad de los santos se encontraba cubierta por una cortina de neblina desde temprano, el cielo nublado que amenazaba a llover y las frías brisas que golpeaban ocasionalmente confirmaban la llegada del invierno.
Fuera de comisaría se sentía el gélido ambiente, y entre aquellos tonos grises azulados que había creado el ambiente contrastaba un hombre de cabellos plateados, unos cuantos mechones de este caían sobre su rostro como hilos de costura y su brillante piel que parecía de porcelana sudaba frío, su nariz teñida por un color carmín le daba una apariencia enferma, al dar un suspiro por encima de su bufanda de cuadros color azul una nubecilla de vapor se escapó y se volvió una con el escarchado ambiente.
Los segundos se convertían en minutos y los minutos se volvían horas pero él nunca sabría eso, no estaba mirando su reloj y las nubes cubrían toda posibilidad de ver la posición del sol, días como esos en los que nadie estaba gritándole al oído sobre las demandas, los robos u algún otro delito menor realmente lo hacían sentirse como si fuera el único ser sobre la tierra.
Sentir que el tiempo era incierto e innecesario.
Pensar que el mundo había acabado.
Creer que el sol no saldría de nuevo.
Pensamientos que a ojos de otros parecerían desesperantes pero que a los suyos eran tan profundos y placenteros, pensamientos que fueron olvidados debido a la interrupción de un segundo individuo.
—¡Volkov, ¿Me está escuchando?!— se encontró con la mirada de un hombre no más alto que él, tez morena y una barba un poco desarreglada.
—Privet Greco, y efectivamente lo estoy escuchando— no tardó en responder la pregunta del contrario.
—Hombre pues no creo eh, llevo rato comiéndole la oreja a gritos— el de apariencia citadina rebuscaba algo entre los bolsillos de su pantalón —No me diga que no los eh traído— menciono en un tono de preocupación después de seguir tentando su cuerpo y no haber encontrado el objeto que buscaba.
—¿Pasa algo, Greco?
—Que me eh dejado los cigarrillos en casa, justo sentía que algo me faltaba pero no imaginé que fuera eso— y así como Volkov no se dio cuenta de que el menor llegó tampoco se percató de cuando esté se fue.
Los cigarrillos parecían ser una necesidad para él.
—necesito aire— dijo en voz alta incluso si nadie estaba ahí para escuchar sus deseos.
Suspiro por debajo de su bufanda sintiendo el vapor caliente alrededor de sus labios y metiendo ambas manos en los bolsillos de su cazadora de cuero camino a paso tardo hacía su vehículo.
Quería aire incluso si estaba en el exterior.
Al llegar al vehículo saco su mano derecha del bolsillo trayendo con él unas llaves, presionar el botón de desbloqueo le resultó difícil debido a que sus dedos se sentían pesados, la punta roja de estos mismos se lo confirmo.
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This side of paradise || Volkacio
FanfictionSentirse solo nunca fue tan maravilloso. El invierno había llegado y su corazón se había congelado junto con aquel hermoso lago, tan brillante como los diamantes pero tan impenetrable como una muralla de acero, solo un tenue rayo de sol pudo derret...