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En una tarde tranquila de primavera, aquellos expresivos ojos verdes buscaban con esmero al objetivo, a través del pequeño círculo de vidrio de la puerta que daba al exterior, sin embargo no lograron verlo en ninguna de las mesas que estaban a su alcance.

La puerta que no estaba bloqueada se abrió y una de las meseras con su bandeja volteó a ver a la persona que espiaba desde allí, su jefa, la dueña de la cafetería.

—Amm... ¿Chef?

—Mmh... ¡Ah! Mirai, ¿Sabes si está allí? ¿Vino hoy?

—Habla de...

La mujer de cabello castaño oscuro asintió efusivamente mordiéndose el dedo pulgar de la mano derecha algo nerviosa pero sin ser llegar a ser brusca, recordar lo que había pasado hacía unos días por algún motivo hacía que sus latidos se dispararan, no sabía aún como reaccionar al incidente.

¿Eran simples nervios o algo más que eso? Después de todo ya había dicho lo que había que decir, ya se había mentalizado para calmarse pero la extraña e inexplicable sensación de vergüenza seguía allí apenas pensaba en eso y no sabía por qué, ¿por qué darle tanta importancia?

Aunque la mayoría del tiempo era capaz de ocultar sus emociones fuertes a los demás debajo de una sonrisa minimizando su sentir real, esta vez era mucho más obvio que no podía barrer eso debajo del tapete con la facilidad de antes, este caso de alguna manera distaba mucho de sus experiencias anteriores y del control que había demostrado tener.

—Pues después de semejante espectáculo... aunque si aparece... ¿Cree que sería mejor si llamo a la policía si lo hace?— la chica preguntó tranquila, observando la reacción de su empleadora con cuidado ya que le resultaba algo gracioso y entretenido el verla tambalear por ello, desde que la conocía este tipo de situaciones las había manejado demasiado bien ¿Qué era lo que hacía a esto ser diferente?

—¡No!, no, no, no... es decir, no es necesario llegar a esos extremos... ¿O si? Ay, bueno... no sé. Soy mala para esto, auxilio Mirai— la sonrisa y la risa nerviosa por frustración se hizo presente con mayor facilidad y soltura, tomó a su empleada de la manga de su uniforme y comenzó a moverla un poco de atrás para delante, algo parecido a un berrinche de niña pequeña haciendo reír a la chica.

—Jajajaja, pero si no es la primera vez que alguien se le declara verdad chef... ¿O sí?— ella sabía perfectamente que no.

—No pero...

—Seguro no alguien como él— comentaron desde la cocina a espaldas de las dos y con risas.

—Bueno, es cierto que su perseverancia es digna de aplaudir, chef ¿Y sí mejor le dice que si y ve que pasa? Fue dulce, por esfuerzo creo que se lo merece... Hasta usted también.

—Mirai... ¿No estás viendo?— entrecerrando los ojos le lanzó una mirada fulminante que en vez de intimidarla, la hizo reír hacia sus adentros, todos a estas alturas entendían el por qué.

—Mirai— uno de sus compañeros la interrumpió tocándole el hombro para pedir permiso de salir por la puerta que estaba obstruyendo y poder seguir atendiendo mesas ya que afuera el lugar se había quedado solo —Si Okazaki-san va a la cárcel... entonces nosotros quedamos sin trabajo.

El chico salió con un pedido en charola y quienes escucharon en la cocina comenzaron a reír aún más fuerte.

—¿Y quién dice eso?— el joven que se consideraba la mano derecha de la jefa alzó la voz desde donde estaba, dejando de apretar la manga pastelera que utilizaba luego de colocar el ultimo detalle de crema en la copa de Parfait —No se preocupen, nadie entre en pánico, que yo cuido el lugar mientras ella sale— la sonrisa burlona del hombre se extendió de oreja a oreja.

MY FAVORITE DESSERTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora