Primera parte.

26 3 15
                                    

Hay días que no son completamente malos, pero que algunas horas sí.

Los mechones de mi cabello que se salen de mi rodete alto me dejan aprecias la suave brisa de un viernes otoñal.  Tenia que llegar a las  nueve de la noche, y entro al bar a las nueve y media. Cuando me levanté pensé que iba a ser un buen día, tenia una cita y ya había elegido con anterioridad lo que iba a ponerme. Ahora, la prenda me parece insípida. Mi vestido, apretado, negro, se cierne sobre mi como una uña encargada, y mi humor se asemeja mucho al color de la tela. Tengo tanta adrenalina que espero bajarla con alcohol.

Me siento en la barra, acomodo mi bolso, y le pido al barman que me sirva una sangría. Hay dos chicos uno a cada lado de donde me siento. Me volteo al derecho, que es donde  el chico de Instagram iba a sentarse. Le golpeo el hombro, y gira su cuello para mirarme. 

No sonrío. 

—Sé que quedamos a las nueve, pero piensa que en alguna parte del mundo... ¡Son las nueve!. Me han largado del trabajo unos minutos después, porque si alguien comete un error , a mi me corresponde remediarlo. Y sabes, ni siquiera soy la gerente, solo una secretaria más. Encima, como si no fuera poco que tenga el cargo menor, sino que soy la persona que mas le dan para cargarla. ¿Me entiendes? —me tomo de una la copa que me da el barman, le pido otra. Los ojos del chico me miran curioso. —Pero, no es solo eso, claro que no. ¿Qué piensas que tengo que decir en la reunión familiar, a la cual cancele sin ningún pudor, hoy mismo? Todos, hasta mi hermano pequeño, le pagan bien. Y me acusan de que, quizás, debería re plantearme la vida. ¿Yo? ¿Por qué tengo una cifra menor? Es injusto. — le digo, indignada. —Lo peor es que me digo: "Oh, son solo unos dólares", pero después pasa mi compañero a decirme idioteces sobre los vinos que se gasto, los lugares que visita...¡Y a mi me importa a una mierda! pero, cuando me quedo sola, pienso: "quiero su dinero". A ver, que no se lo voy a robar, pero, me veo sintiendo envidia, por algo que nunca me importó: la plata. Jamás me había pesado. ¡Fui hippie! Por favor, la organización debe estar muy decepcionada de mi.

El chico toma de su copa, y se recuesta en la barra, atento. Yo sigo, porque tengo saliva para una maratón de letras. 

—Por lo que, la próxima vez que vaya a la reunión familiar, tengo que aparentar que estoy estable. Ellos ponen las bebidas, la comida; y me preguntan: ¿Para cuando el novio? Porque es lo principal que vale, ¿no?; y le digo que estoy bien como estoy, que los novios se compran como los muñecos de torta, y si tantas ganas tienen de que tenga uno, me lo compren y me lo envuelvan para navidad. Ya ahí hay caras de pena, que disimulan con: "prueba esto que hice"; y yo, muy adulta, no lo como, porque hace unos segundos me estaban mirando como lo hacen cuando ves una tragedia que no te ha pasado a ti pero tienes que disimular que sientes. Pero no es solo eso, tengo que comer la ensalada. freno, respiro, me tapo la cara con frustración y una lagrimas se me pegan a los ojos; tomo un sorbo de mi sangría. —Y la ensalada... ¡No tiene sal! ¡No tiene!... tampoco aceite.— Suspiro como si fuera lo peor, que lo es. — porque todos ese día decidieron "cuidarse", pero Ramon si le estas dando a la cerveza del pico, que me dices de salud, y que carajos. Y me muero de hambre, pero, me termino la ensalada. Al menos, es lo mínimo que puedo hacer.  Asique, cuando viene el postre. L.O. D.E.V.O.R.O. porque en mi casa no tengo ni cereal... porque no me alcanza la plata. Pero..

—¿Eso no es todo?—termina lo que quiero decir, y sonrío vagamente. 

—Tu me entiendes. Claro que no es todo, y lo peor es que ese día deciden ponerse metas, y cumplirla, y yo quiero empezar a incendiar cosas, pero como siempre me llevo el postre, me digo que puede esperar. Y al otro día vuelvo al trabajo y me dicen que no opine, porque se supone que en la posición en la que estoy, voz no tengo. Y yo me digo: "Provocaste una fogata con tu tanga, no con una piedra!, asique... tu puedes. Aguantar. —esta vez, mis lagrimas caen; y mojan mis labios color bordo. — porque "Va  a venir algo mejor "Solo que nunca llega, y me canso. Cada vez que estoy sola me digo que tengo que cambiar la situación, conseguir otro puesto, un novio, un lugar donde vivir que no viva de la hipoteca como viven la gente que comparte Netflix" enganchado". Pero no sé si quiero cambiar mi manera de vivir, realmente; pero se supone que tengo que aspirar, siempre a mas. Que soy " mujer de treinta", "que no puedo secar la ropa sin el lavarropas, porque se me rompe y no puedo arreglarlo", y , ¿Sabes? Me importa una mierda la edad, y el hecho que sea mujer, y la puta ropa limpia.  Para venir aquí, no solo llegué tarde por mis compañeros, sino porque no se me secaba el único vestido que lavé a mano, y no podía venir con una mancha mojada en medio de la ingle sin que algún idiota se sobrepase. 

Relato: "Donde el río cae"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora