Relatos de terror

Un halloween de muerte

La noche expande su manto sobre el cielo, comenzando a salir todos los niños de sus casas disfrazados de los respectivos monstruos elegidos por ellos mismos o por sus padres.

Erick, mi amigo, y yo, también comenzamos a prepararnos puesto que habíamos quedado con unos amigos en una casa abandonada a las afueras del pueblo para celebrar el día de todos los Santos, Halloween.

Pensamos en ir vestidos para así asustarlos pero después de pensar detenidamente la localización del lugar, sería muy incómodo y agotador ir con un disfraz así que optamos por ir con ropa normal, unos vaqueros y una sudadera, obviamente de color negro.

Una vez listo, bajamos las escaleras de mi casa y nos comenzamos a dirigir a las fueras mientras tanto disfrutamos de las vistas del pueblo, tan animado y alegre, divirtiéndose todos. Cuanto más nos alejabamos de las calles con luz, menos personas habían hasta que llegado un punto, llegamos a la entrada que daba al bosque donde todos habíamos quedado con anterioridad.

Es un camino rural, sin ninguna casa o luces a los alrededores que lleva directamente en una linea recta que a medida que avanzas puedes empezar a notar como los caminos de dividen y todo nuestro alrededores se cubrieron con altos y frondosos robles que aíslan el lugar.

-¿Era por el camino de en medio verdad, tío? - me pregunta Erick.

- Sí, abre bien los ojos porque como nos perdamos no llegamos - enciendo el flash de mi móvil ya que los arboles están tan juntos y grandes que impide que la luz de la luna se abra paso y nos permita ver algo en la oscuridad. Son apenas las 10 de la noche pero sin embargo la brisa, la oscuridad y la presión que hay en el ambiente se siente como si ya fuera media noche, la hora de los entes y brujas.

Guiados por el camino apenas reconocible por la erosión del terreno, tardamos casi media hora en llegar al lugar definido a una velocidad constante acelerada por el temor de que algún gracioso o borracho nos atormentara en la caminata pero por suerte todo ha ido bien sin ningún problema.

El sitio está iluminado por una gran candela en la entrada de la parcela mientras nuestros conocidos reían y tiraban papeles y madera sin moderación.

- ¡Vais a gastar todo, subnormales! - les llamo la atención al tanto que me acerco a paso lento mientras que Erick se apresura y comienza a saludar amistosamente a todos y cada uno de nuestros amigos, aunque sin embargo yo me muestro algo más reacio ante este comportamiento confianzudo. Además, el lugar llama más mi atención que una manada de cabras comportándose como salvajes.

La entrada de la parcela parece deteriorada y oxidada al punto de parecer quebradiza, el camino que conduce al interior está adosado con piedras color gris gastado y como joya de la corona al estar tanto tiempo descuidado, la estructura techada se había vuelto uno con la naturaleza ya hace muchos años puesto que habían crecido arboles a su alrededor, envolviéndolo dándole un aspecto fantástico y tétrico.

Misteriosamente cuanto más tiempo contemplo el paisaje, siento con más intensidad un escalofrió recorriendo todo mi cuerpo como si sintiera la necesidad de acercarme, pero salgo de este estado de trance al sentir la mano de alguien tocarme el hombro - Tienes ganas de entrar, ¿verdad? - al escuchar estas palabras me giro y veo a Luis - Conozco la historia de este lugar - me guiña el ojo y me indica que me siente, por lo que viendo a mi alrededor, lo único libre que encuentro son los adoquines que forman una pequeña escalera para acceder a el lugar, a una distancia cercana de la hoguera . Haciéndole caso y me siento al mismo tiempo que los demás hacen los mismo que yo formando un círculo alrededor del fuego.

-Os vais a cagar al escuchar la historia de este sitio- Luis se coloca en el escalón más alto de la escalera. - Esta parcela tiene más de cuatrocientos años pero los dueños a lo largo del tiempo han ido reformándola y usándola como posada. Pero, sin embargo, se dice que los visitantes huían despavoridos al pasar la noche, y incluso algunos de ellos desaparecían dejando rastros de sangre de sus habitaciones a la salida de la parcela, adentrándose en el bosque - Al acabar la historia se sienta a mi lado.