- ¿Cuánto tiempo es un rato? ¿Una hora? ¿Dos horas? ¿Un día?
Los ojos escrutadores de Kim Seungmin lo miraron con un claro tono de claridad reflejado en sus pupilas.
- No bromees, Seungmin -dijo, intentando simular una de sus mejores medias sonrisas y se encogió de hombros-. Puede ser una semana, un mes, medio año... quién sabe, tal vez, un año o dos, ¿tal vez, un para siempre?...
- ¿Estás loco?
Minho se sentó en una de las sillas del mediano comedor y tensó su garganta, dándole un breve vistazo a Jisung, que estaba sentado a su lado y tenía los ojos moviéndose desde su rostro hasta el del otro, totalmente consternado.
- Tengo las tarjetas bloqueadas, estoy sin una moneda en mi bolsillo y no tengo a dónde ir.
- Yo diría que sí, pero tú sabes que esta casa no es toda mía, Minho, a veces, viene mi familia también...
- Solo será unos cuantos días, Minnie, es una promesa -las palabras de Jisung se escucharon como un suave farfullo acariciando la habitación, mientras sus ojos se enfocaban en los ojos del castaño-. Por favor.
Seungmin elevó la cabeza y se lo quedó mirando unos segundos para finalmente suspirar, agotado.
- Está bien, son bienvenidos el tiempo que quieran. Pueden usar la habitación o habitaciones que gusten... tomar lo que quieran que vean en la cocina -caminó a pasos lentos hasta la nevera y abrió la puerta superior, colocando tres botellas de agua-. Por cierto, es bueno verlos juntos otra vez, pero... ¿qué pasó ahora?
Minho torció sus labios en una sonrisa y corrió su mano sobre la madera hasta que sus dedos se encontraron y fueron entrelazándose poco a poco.
Levemente.
Acariciando los nudillos pálidos con la parte interior de sus dedos, rozándolos con ligereza.
Sus ojos se encontraron, al igual que sus sonrisas y ese sentimiento volvió a explotar en su interior.
Ese sentimiento, ese mismo sentimiento que sentía cada vez que lo contemplaba; cada vez que se fijaba en sus ojos despiertos, sus labios abultados, sus bonitas mejillas, su radiante sonrisa.
Ese sentimiento que tocaba hasta el último de sus nervios y le hacía darse cuenta de lo perfecto que era Han Jisung; de lo perfecto que era amarlo y de lo perfecto que era poder tenerlo a su lado.
Ese sentimiento que le hacía enamorarse una y otra vez, que le permitía caer loco de nuevo, que le hacía arder en fuego, que le hacía desear lanzarse a besarlo, aunque sabía que si lo hacía, posiblemente no pudiese soltarlo más.
Y eso ahora no era muy conveniente que digamos.
Acarició el dorso de su mano y moduló un "te amo", escuchándolo susurrar lo mismo en respuesta y reír con la misma calidez de siempre, al tiempo que el timbre de la puerta se hacía oír.
- Ahora voy, ¡ya escuché! -Seungmin se metió a la boca tres galletas del paquete que tenía en las manos y bufó, malhumorado-. Por favor, dejen de mirarse de ese modo, que me hacen sentir que salgo sobrando. Tengan un poco de consideración y piedad de mí.
Escuchó el sonido de la puerta abriéndose y fue entonces cuando vio a su madre ingresando a pasos apresurados hasta detenerse a tres pasos de él, exhalando con la mano en el corazón.
- Minho, acá estás -presionó su hombro en un intento de apoyo y miró a su alrededor, todavía recuperando el aliento-. ¿Por qué te fuiste de esa manera?
- ¿Cómo sabes que estaría aquí?
La mujer se sentó en una de las sillas contiguas y se pasó la mano por la frente, recostando todo su peso sobre su codo derecho, que descansaba sobre la mesa.
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━ 𝑰𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑷𝒂𝒔𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍 ↬『 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈 』
FanfictionHay cinco cosas que vuelven loco a Minho. 1; La forma en la que el rostro inocente de Jisung se torna carmesi cuando el le susurra cosas indebidad al oido. 2; Como Jisung desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3; Como Jisung se resiste cu...