CAPÍTULO 01

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17 de marzo. Frontera de Corea del Sur, año 1949. En la oscuridad de la noche de ese frío y aterrador día, los fuertes jadeos desesperados del Teniente Jeon se escuchan en medio de un gran silencio. Se encontraba arrodillado frente a dos cuerpos inmóviles, y observaba con horror sus manos y ropa manchadas de sangre. La agonía y el pánico se reflejaban en su mirada, mientras su respiración agitada denotaba la desesperación que lo embargaba.

«¡Teniente!», gritó un soldado raso mientras se acercaba al encuentro de su superior. «¿Qué fue lo que hizo?», preguntó con incredulidad al ver los cuerpos en el suelo, cubiertos de sangre. El Teniente Jeon mantuvo la mirada fija en las dos personas frente a él, con los ojos llenos de angustia, y sin encontrar las palabras para explicar nada. La escena era un macabro misterio que desafiaba toda lógica y cordura.

—¡Teniente! ¿Puede escucharme?

La respiración del Teniente Jeon se hizo cada vez más y más fuerte, hasta que cayó al suelo completamente inconsciente.

—¡Teniente! ¡Teniente, Jeon! ¡Teniente!

«Patria, lugar dónde yace la sangre de nuestros mártires caídos en la guerra por defender esa tierra dónde nacimos y los ideales en los que creemos. Patria, amada tierra en la que vivimos, lugar dónde pasamos nuestra vida y conocemos el amor. Patria, lugar dónde deberíamos sentirnos seguros y protegidos. Lugar dónde queremos morir, lugar que amamos con todo el corazón. Nuestra patria no precisamente es el lugar dónde nacemos, puede ser el lugar que nos acogió con amor y protección. Nuestra patria es el lugar que nos hace feliz.»

Pyongyan, norte de corea, 15 de octubre de 1945, poco después de la segunda guerra mundial.

«Tae Yoon, la cena ya está servida. Ven a comer...» Le gritó a su marido desde la ventana de la casa. Se quitó el delantal y se asomó por las escaleras para llamar a su hijo.

—Taehyung, hijo, ven tú también, y trae a la niña.

Un joven alto, y de cabello castaño, bajó por las escaleras y se sentó a la mesa al lado de su madre, con su pequeña hija de un año, de nombre Kim Mi Suk. El Sr. Kim entró y miró a su hijo de arriba abajo con enojo y desprecio.

—Este chico nunca dejará de darme vergüenza.

—¿Ahora que?

—Los oficiales no quisieron aceptar a Taehyung en el ejército porque lo consideran muy frágil y dará muchos problemas. El desviado de tu hijo es una verdadera vergüenza, Min Rae. Durante la guerra sólo dio problemas y por eso no quieren tenerlo cerca.

Tú eres mi patria (TaeKookV) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora