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Cuando estaba a meses de salir del instituto, nunca pensé que me graduaría en línea, ni mucho menos que mi primer año en la universidad sería a través de una pantalla, pero la pandemia nos llevó a reestructurar todo de una manera que jamás consideramos.

Y aquí estoy, en mi ciudad natal en China, pero al mismo tiempo estudiando en Seúl a la distancia del botón para ingresar a las reuniones de zoom, sintiéndome como si estuviera en una especie de capítulo de Black Mirror, sólo que más aburrido y sin sangre.

Simplemente soy yo a las nueve de la mañana con la laptop sobre la mesa del comedor, los perros ladrando afuera y uno que otro vecino que todos los días tiene algo que reparar. Sin embargo, no me puedo quejar mucho, si bien mi familia no es la de más recursos, no me falta nada y conseguí una beca para estudiar.

A veces me pasa que la conexión en mi casa no es tan buena porque vivo casi saliendo de la ciudad, pero en fin, en general no tengo problemas para conectarme.

La rutina de lunes a viernes es casi la misma siempre, aunque a veces estoy agotado y no tengo ganas de levantarme y me quedo en mi cama con la cámara y micrófono apagados, como si no existiera. Hay profesores a los que no les molesta.

Terminó el primer semestre y sentí que todo transcurrió rápido y lento a la vez, es raro de explicar.

Tenía la esperanza de poder viajar a la península coreana en otoño, pero sorpresa: segundo semestre online.

A partir de ahí, descubrí otra situación que jamás pensé que viviría  enamorarme a la distancia. Y no, no fue de un compañero de clase, apenas hablo con personas de mi generación, sólo cuando me veo obligado a trabajar en grupo o en duplas.

La primera vez que lo vi fue cuando tomé un curso teórico. Esa vez se presentó como Jeon Wonwoo, y escuchar su voz a través de los audífonos fue como un placer culpable.

Partió contando un poco de su trayectoria para romper el hielo, algo a lo que prácticamente nadie prestó atención, pero yo lo recuerdo. Estudió Antropología en la Universidad de Yonsei y luego realizó un postgrado en Italia.

Por culpa de eso a veces me lo imaginaba recorriendo en bicicleta las calles de los entrañables y rocosos paisajes de Roma, con su cabello a la merced del viento.

Esa vez pensé que nos iba a preguntar por nuestros nombres y por qué elegimos la carrera, pero no, era alguien estremecedoramente pragmático.

"Ya que puedo ver sus nombres, vamos a saltarnos la parte aburrida de presentarnos todos y vamos a empezar, espero conocerlos a medida que participen. No me importa si sus preguntas parecen obvias, si las tienen es por algo y es valorable."

Él era el verdadero cliché de un profesor universitario en clases en línea. Sentado con sus anteojos redondos en su oficina, con una repisa repleta de libros a su espalda, y me encantaba.

Me lo imaginaba desayunando nada más que un café solo, cargado y sin endulzar, simplemente para espabilar, luego de una noche de desvelo por culpa del teletrabajo.

Probablemente varios de mis compañeros o compañeras preferían apagar sus cámaras y escuchar la clase como un podcast, porque a veces Jeon hablaba y hablaba, y parecía todo muy complejo, pero yo recordaba que él valoraba las preguntas, y se las hacía. Él sonreía y se disponía a despejar mis dudas.

Cuando decía que mi pregunta era muy buena, bastaba para que yo me sintiera completamente pleno el resto del día.

Jeon era perfecto, la clase de hombre que jamás podría haber encontrado en el instituto. Era inteligente, atractivo, de seguro tenía más libros leídos que encuentros sexuales, en resumen, un completo nerd de 35 años.

ɴᴇᴛᴡᴏʀᴋ ᴄʀᴜꜱʜ - ᴡᴏɴʜᴜɪ ᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora