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Soobin caminaba a casa con las manos en los bolsillos de su sudadera y la música viajando por sus audífonos, viendo la calle mancharse y agrietarse por cada paso que daba, hasta que de pronto una pequeña criatura marrón con una correa roja corrió ...

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Soobin caminaba a casa con las manos en los bolsillos de su sudadera y la música viajando por sus audífonos, viendo la calle mancharse y agrietarse por cada paso que daba, hasta que de pronto una pequeña criatura marrón con una correa roja corrió por sus pies hasta poder enredarse en ellos. Miró al cachorro sentarse a gusto sobre la calle gris y mirar al frente.

Donde un chico corría desesperado hasta ellos. Se detuvo una vez llegó frente a Soobin, sosteniéndose con sus rodillas mientras trataba de recuperar aire. El chico tenía el cabello rubio qué le quedaba perfecto con el tono crema de su piel, sus mejillas estaban rosadas y pequeñas perlas salían por su frente. Sus labios eran finos y estaban levemente entreabiertos, y sus ojos eran pequeños.

— Lo... Lo siento —dijo con una voz medio chillona—... él... él se escapó cuando yo... m-me distraje.

Soobin no dijo nada, se limito a mirarlo sin expresión. Sacó un audífono de su oreja y le dedicó un ceño fruncido.

— ¿Y bien? ¿no piensa sacarme de aquí? —dijo mirando el cachorro echarse sobre el suelo.

El chico asintió rápido, moviéndose tan veloz como podía, teniendo que dar vueltas a su alrededor para poder desenredar la correa de sus piernas. Soobin lo miro girando, aplanando los labios y teniendo que apartar la vista para no ver otra cosa. Porque sí, cuando pasaba por sus piernas podía ver lo bien proporcionada que estaba su retaguardia.

El chico acabó, mirándola con una sonrisa apenada y enredando la correa en su mano, haciendo una inclinación exagerada.

— Lamento las molestias...

— Ajá, no hagas eso —miró a los lados, teniendo suerte que sólo un par de vecinos hubiesen visto la escena.

El chico volvió a sonreír, haciendo que sus ojos se escondieron detrás de sus mejillas rosadas.

— Este amigo fue un poco problemático, ¿cierto? —miró al cachorro.

¿Por qué no se ha ido? ¿Por qué siguió hablando con él?

— Ajá.

— ¡Oh! —el chico desvío la mirada del árbol tras Soobin, abriendo mucho los ojos de una forma graciosa.

El pelinegro se giró con el ceño fruncido, mirando en la misma dirección. Un pequeño gatito maullaba asustado, aferrado en una rama alta de aquel árbol. El chico le tendió la correa a Soobin, quién la tomo con torpeza y miró al chico más confundido que antes.

— ¿Qué crees que haces? ¿por qué me das esto?

— Voy a bajar al gatito —le respondió bastante obvio

— Chico, yo no...

No le prestó atención. Se dedicó a acercarse al árbol, subir las mangas de su suéter y sus jeans, frotar sus manos y balancearse en el suelo unos segundos antes de saltar y aferrarse de una rama baja. Escalando con agilidad, como si lo hubiese hecho mil veces antes, hasta llegar al pobre gatito que seguía maullando.

Soobin lo miró confuso, ¿por qué tendría que haberse preocupado por ese pulgoso gato? simplemente no lo entendía. Era un gato, volvería a subir.

— Ya estás —le dijo al gato, cargándose con una mano y dejándose caer de pie. Por suerte el árbol no era tan alto— Toma.

Le tendió al animal, por lo que Soobin lo sostuvo confundido, mirándolo extraño. El chico le quitó la correa, hizo una inclinación y empezó a alejarse.

— ¡Oye, niño! ¿A dónde crees que vas? ¿Qué se supone que haré con... —miro al gato gris— ...esto?

— Cuida de él o encuéntrale un dueño —se encogió de hombros.

Abrió ligeramente la boca sorprendido, ¿cuidar de él? No, Nunca.

— Vamos, sólo es una indefensa criatura en un mundo cruel. ¿En serio lo dejarás a su suerte? —lo miró suplicante.

Lo pensó— Sí.

— Vamos...

— Escucha... tú... —entrecerró los ojos.

— Hueningkai, Kai Kamal Huening.

— Ajá sí, Hueningkai, no puedo cuidar de él.

— Sí puedes... tú...

— Choi Soobin.

— Choi Soobin —repetió, con una amplia sonrisa —nos vemos. Cuida bien de él.

— ¡No, espera! —pero se alejó, dejándolo con una bola de pelos que se había acurrucado en sus brazos.

« Mocoso insolente. »

Empezó a acariciar casi inconscientemente al animal escuchando sus ronroneos mientras miraba al tal Hueningkai alejarse hasta hacerse una mancha gris.

— Míralo... Se cree la gran cosa— chasqueó la lengua —Es perverso.

Miró al animal unos segundos, antes de empezar a caminar con él en brazos.

Miró al animal unos segundos, antes de empezar a caminar con él en brazos

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𝗦𝘄𝗲𝗲𝘁𝗶𝗲 [◇] 𝗦𝗼𝗼𝗸𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora