La noche que conocí el ángel que me salvó.

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Esa misma noche helada y obscura con vientos fríos que soplaban en las hojas de los árboles y retumbaban en madera desgastada y vieja de aquel granero, el cielo estrellado y la luz de la luna que iluminaba el exterior en medio de tanta oscuridad. Aquellos destellos de las lámparas romperse, los vidrios crujiendo y las chispas cayendo, fue cuando vi por fin esos ojos azules tan puros, pero feroces  entrar en el ser que me salvó de la perdición, que me saco del fuego ardiente, quien me arranco de las cadenas que me mantenían prisionero y la condena eterna, me alejo de todas esas almas humanas mutiladas y rotas, de los lamentos de dolor y sufrimiento, de todas esas súplicas desesperadas, del caos y la desesperación. El ser que luchó para sacarme de aquel infierno en ese momento y mi infierno, el mismo que yo cree  después y me tortura cada segundo de mi existencia, cada día y noche de mi vida, en cada sueño, cada pensamiento y cada aliento, sin siquiera darme algún respiro o alivio hasta ahogarlas con alcohol por todo el peso de tantos años en mis hombros, de un deber más allá de lo que la gente puede comprender, sentir o incluso solo darse cuenta.
El ángel que con sólo haberme visto y sentido mi alma torturada y hecha pedazos, cuando por fin me tomo de las profundidades del infierno y envuelta en llamas y lamentos, comprendió mejor que nadie como me sentía y a pesar de los errores que cometí, de las decisiones que tome y que hasta el día de hoy me atormentan sin parar, aquel ser pudo ver más allá del muro, de la gruesa e impenetrable capa que yo mismo cree y mantengo. Vio a través de mis ojos apagados y sin vida cosas que nadie jamás pudo, logró descifrar mi razón de ser con tanta facilidad y exactitud en mis acciones y gestos fingidos, en cada palabra, frase y sonrisa fingida, detrás de esa máscara permanente intentando ocultar el dolor y la tristeza, la culpa y el vacío, la rabia y el peso de todo un camino de equivocaciones, decepciones, duelos y responsabilidades impuestas. Supo verdaderamente lo que era, lo que sentía, la forma en la que me veía que era la misma que muchas personas, enemigos, lo hacían. Vio todo ese enojo, odio y rencor y supo abrazarla, supo manejarla y aceptarla, pero sobre todo supo ver aún más allá y amarla, logrando transformarla.
Vio dentro de esta alma llena de traumas, de cicatrices, llena de cortes recientes y antiguas aún intentando sanar, heridas profundas que tal vez jamás lo harían y marcas que tal vez nunca podría olvidar. Vio dentro de mi alma destrozada y reconstruida mil veces, el odio a mi mismo, cosas que nunca podré abandonar, y todos aquellos defectos, y aún así, aquel ángel peleó con vigor y fuerza, con su gran ímpetu para liberarme, para salvarme de la perdición y traerme de regreso. 
Lucho contra todo en lo que creía por milenios y desde el principio de los tiempos y que creyó realmente era el bien, para estar a mi lado y por todo el mundo, creyendo y confiando.
Ahora me doy cuenta que después de todo fue una de las personas que más me comprendió desde el principio y hasta el final de sus días, cuando me dijo que a pesar de toda la obscuridad dentro de mí, de yo mismo llegar a considerarme una herramienta de destrucción y muerte y de creer que es lo único que me impulsa, vio a la persona más amorosa del mundo que es capaz de sacrificarse por las personas que ama, a una persona justa que es más que odio y rencor con un alma pura, la más pura que vio, convencido de que todos los errores, lo bueno y lo malo fue por amor y siempre a sido asi. La persona más generosa y nada egoísta, dándose cuenta de esto desde el instante que tocó mi alma y me saco del infierno.
Pues según él, mi alma podrá estar reconstruida millones de veces, podrá tener tantas cicatrices y con ellos recuerdos realmente terribles y traumantes, podrá haber tanto dolor dentro de ella como sea posible, incluso odio y venganza pero hay también amor por la familia, tan bondadoso, real y sincero. Con una creencia tan fuerte en el bien y una voluntad tan poderosa y resistente, forjada a base de experiencias llenas de dolor y sufrimiento, y después de todo esto hay un alma fuerte y valiente dispuesta a seguir luchando por lo que ambos creemos, dispuesta a sacar a todas las personas posibles de su propio infierno y hacerles saber que no están solas, que no son los únicos.
Después de todo, ese increíble ángel me enseñó que dentro de toda una obscuridad infinita, una vida de pesar y dolor, de tanta tiniebla, de tanto negro, sumido en la desesperación y el vacio sin salida, llega una luz pura, azul, bondadosa y brillante que ilumina tu camino y por fin puedes ver tu salvación.
En mi caso y aunque tuve que seguir adelante con saber que nunca se lo pude decir, ese ángel fue mi salvación, la luz pura, bondadosa y brillante que me salvó de las inmensas y salvajes llamas que envolvían mi alma y me mantenían prisionero en el infierno, las sombras que atormentaban mi corazón toda una vida y por fin pude respirar alivio, sentir mi pecho libre de presión sin odio o dolor, yo al fin era libre, era alguien nuevo, alguien mejor y todo gracias a aquel ángel de ojos azules como el cielo, un azul tan puro y casto, tan inocentes, me salvaron con una fuerza y fiereza únicos. 
Recuerdo perfectamente cuando me dijiste que fui yo quien te cambio y te enseño a pelear por lo correcto, a amar al mundo y a la humanidad, pero ahora sé que fuiste tú  quien me cambio. Más allá de sacarme de las llamas, fuiste tú quien me libero de esa eterna condena llena de agonia y pesar llamada destino, mi destino
Ahora soy libre, pero ya no estas a mi lado para poder verlo y poder vivirlo junto a mí, luchaste por esto y lo único que más que nada hubiera deseado es que lo hubieras disfrutado conmigo, sé que supiste amar mi obscuridad, me amaste a mí en formas que nadie pudo y también sé que estarías tan orgulloso de mí.
Sé que lo estas desde donde quieras que estés mirando.
🖤💙

-Te amo.
-Y yo a ti, Cas.

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