CAPÍTULO I: Doble vida

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Se miró al espejo.

“Todo va a salir bien”.

No era la primera vez que Connie se levantaba temprano para ver el amanecer, él  prefería vestirse pronto y observar el nacimiento del sol, sentado en el marco de la ventana.

Obviamente no iba a ser eso lo que explicaría delante de sus amigos, seguramente haría una versión, diciendo que su madre lo había levantado a rastras de la cama, que por eso la odiaba, o que había tenido que gritarse con su hermana por milésima vez después de que ésta le hubiese abierto la puerta de la habitación…

No lo pensaba, realmente no. Él adoraba a su hermana, se solían pelear, pero la adoraba.  ¿Y a su madre? Seguramente la consideraba el ser más angelical en el amplio mundo, le encantaba escuchar su voz por la mañana.
No eran esas las únicas cosas que Connie escondía a sus amigos; tampoco contaba variedad de sucesos.

¿Qué pasaría si alguien supiese que las tardes se las pasaba bailando?

¿Qué pasaría si descubrían que adoraba escribir versos de amor, que todo lo que fingía aborrecer era lo que realmente lo componía?

Sólo existía alguien que conocía sus dos verdades.

Connie seguía sentado observando el sol, ya muy alto.
El aire se colaba por debajo de su corta camiseta, lo que hacía que se concienciase de su existencia. No fue hasta después de más de una hora cuando pudo escuchar la dulce voz de su madre, llamándolo para que bajase a desayunar.

Connie tenía dieciséis años, vivía en una pequeña casa en la parte no urbanizada de una ciudad cerca de la costa, con su madre y sus hermanas, una mayor y la otra menor.
Él y su familia se mudaron allí después de que su padre muriese por un accidente de tráfico, a partir de allí, su vida cambió completamente. Habían pasado dos años desde el accidente.

Después de desayunar y vestirse, se dedicó a emprender el camino al instituto, no sin antes confirmar que Josh estaba en línea y que quedarían en la parada de bus como todos los días.

Josh era uno de los “amigos” de Connie, aunque con él era diferente. A él le podía contar lo que fuese, y mantenían una relación…¿cómo decirlo? Más cercana. Ésta era obviamente secreta, ya que no se quería permitir los rumores del resto de compañeros.

Cuándo llegó a la parada pudo comprobar al instante que Josh estaba allí: apoyado en una de las barandillas, fumando un cigarrillo de liar.

—¿Cuántas veces te diré que dejes esa mierda?—dijo Connie intentando parecer enfadado.

Josh tragó humo y lo escupió seguidamente en dirección de la cara de Connie, acercándose poco a poco.

—Yo también me alegro de verte— dijo Josh irónicamente mientras se acercaba a Connie y le apartaba los mechones que le cubrían la cara.

Connie se mostró incómodo.

—Tranquilo, no hay nadie cerca—le
tranquilizó Josh mientras le acariciaba la nuca acercándose a su cara.

Josh le besó suavemente a la misma vez que tiraba el cigarrillo.

— U-ugh, sabes a tabaco— dijo Connie fingiendo asco.

Connie se sonrojaba levemente mientras el otro reía y lo agarraba por la cintura haciendo un ademán de acercarse más a la parada.

Una vez sentados, Josh encendió otro cigarrillo.

—¿Quieres?— le preguntó a Connie, acercándole el cigarro.
—Trae.—Connie lo cogió y le dió una torpe calada, la cual hizo que tosiera levemente.
         
Josh se rió.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2021 ⏰

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