🥵L A U X E S🥵

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Llevaban cuatro semanas así. Ambos esperaban pacientes a que los baños se desocuparan del conglomerado de alumnos sudoroso; Uno de ellos estaba con las piernas cruzadas y los brazos sobre su pecho, esperando sin hablar; el otro, traqueteaba con su pie el piso incomodo por la presencia del primero... 

El segundo era Harry Potter y la presencia de Draco Malfoy, se había vuelto un gran problema para él.

Aquello había dado inicio, la segunda semana de septiembre. Era la fecha de las pruebas de Quidditch; todo iba de maravilla, hasta que dejo de serlo para el de mirada verdosa.

Todo gracias a un anuncio de la directora Minerva McGonagall...

—Las tuberías de los vestuarios de Slytherin y Ravenclaw singuen sin funcionar, por lo que compartirán los baños o con Gryffindor o Hufflepuff, los capitanes deciden—Una vez que la directora acabo de informar, Harry volteo a ver a los capitanes de su derecha, ambos andaban estrechando mano, por lo que sin muchas ganas volteo a ver a su izquierda, ahí alado de él, estaba Draco Malfoy sentando de piernas cruzadas completamente serio, mirando a un punto inespecífico —Okey, entonces Gryffindor y Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw, ya pueden retirarse— Dijo la directora mientras miraba los papeles en su escritorio.

Así dio comienzo a la bizarra situación. Hombro con hombro y muy pegado al silencioso chico de la casa Slytherin; Harry traqueteaba el piso con su pie, esperando impaciente afuera de los vestuarios a que le tocara su turno para ducharse, como lo habían hecho desde hace días. Se removía incomodo por el sudor que recorría su piel, ya ansiaba con quitarse el uniforme y darse una buena ducha fría, pero no, el seguía ahí, esperando su turno como lo hacía Malfoy aunque el parecía, ni siquiera haber sudado ni un poco.

Refunfuñando Harry giro su cabeza a su izquierda, observando el apacible rostro de Malfoy. Sus ojos se encontraban cerrados así como sus labios formando una perfecta línea; su cara aún estaba roja por el reciente entrenamiento y sus levantados pómulos se bañaban de un adorable rojo Carmesí.

Así era después de cada entrenamiento conjunto. Acomodaban las pelotas, recogían las escobas, ambos iban a la entrada de los vestuarios, se sentaban en la misma banca y esperaban. Ninguno se hablaba y mucho menos se hablan dentro del vestuario, cada uno se iba por su lado, Malfoy siempre era el primero en irse. Cuando Harry salía de la ducha con solo una toalla amarrada ala cintura, el escurridizo chico rubio ya se había ido, así había sido desde una semana entera, raro. 

Ellos, Harry y Draco, no habían entablado charla desde que regresaron a Hogwarts, después de que finalizara la guerra. Malfoy jamás volvió a dirigirse a Harry, ninguna burla, ningún chiste sobre su apariencia o su familia muerta; era como si para Malfoy, Harry no existiera.

Chasqueando la lengua se incorporó, dejando la espalda bien recargada a la pared; giro el cuello para ver al sereno cuerpo del rubio— lo que había estado haciendo desde hace cuatro semanas—. Siempre era lo mismo, él se sentaba, cruzaba las piernas, cerraba los ojos y ignoraba a Harry como si solo fuera parte de la decoración del castillo. Entonces Harry, viendo tan sereno al chico y pensando que se había quedado dormido. Se acerco a las pinturas amarillo y negro de Hufflepuff, regresando lentamente a ver a Malfoy, sonrió cuando lo vio aun escéptico a su entorno. 

Dejo apoyada una mano en la banca, hizo pulso para inclinarse al delgado cuerpo del "adormilado" y con la barra de tinta negra en su otra mano se acercó al rostro del rubio. Con su cara casi chocando con la de él, se mordió el labio concentrado en no despertarlo. Despacio arrimo la punta de la barra al pómulo del joven y con un sutil movimiento arrastro la barrita en su piel. Pero de repente los ojos de su víctima se abrieron de sopetón. Sus profundos ojos grises se clavaron en los esmeraldas del contrario y Harry hubiera pegado un grito de la sorpresa de no haber sido por lo hipnotizado que se quedó al ver los brillantes ojos de su compañero; sus pestañas rubias brillaban como el oro, así como el cabello que caí por su frente...

𝙻 𝙰 𝚄 𝚇 𝙴 𝚂 ᴺᔆᶠᵂ | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora