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¡Bienvenidos!

Disfruten de este apartado oscuro, en el que experimento escenas y escribo cuando no puedo añadir ninguna escena +18 a ninguna de mis historias.

Espero lo disfruten tanto como yo.

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¿Hasta qué horas se considera que es muy tarde para arrepentirse?

Por favor, para mayor seguridad de su reputación y garantizar el cuidado de sus hormonas, no acepten ese trato de "hagamos tareas en mi casa".

Muchos menos, si es en la casa de su antiguo mejor amigo, que actualmente es el hombre que les altera el líbido —no se si les pase, tal vez es un poco específica la advertencia—. 

El contexto resumido es que Alan y yo nos habíamos distanciado hace un tiempo por una pelea —que ahora que lo pienso fue muy estúpida—, y luego, de la nada la pubertad comenzó a pegarle bien fuerte, se convirtió en todo un hombre y empezó a gustarme mucho más de lo que ya me gustaba cuando apenas éramos amigos.

Y en ese proceso, también hizo que mis hormonas y yo nos alteráramos. Es por eso que ahora digo me gusta mi ex mejor amigo aunque eso definitivamente no puedo decírselo.

Volviendo al problema principal, iba camino a la casa de Alan únicamente para cumplir mi deber escolar, nada más. No iba a dejar que mi imagen de estudiante estrella se echara a perder solo porque mi personalidad adolescente, irreverente y hormonal estaba a punto de revelarse.

Sentía que la única solución a esto era coger una máquina del tiempo, viajar dos horas al pasado y plantar un NO rotundo en la cara de Alan cuando me preguntó si podíamos hacer la investigación de biología en su casa.

Eso suena como una maldita indirecta. ¿Qué carajos me pasa por la cabeza?

También era culpa de la maestra. La vida sería muchísimo más pacífica si ella no le encantara dejar tareas en grupo; grupos que ella misma escoge.

La odio tanto...

Pero al mismo tiempo quería callar esa vocecita curiosa que me gritaba en el oído "¡Cómetelo!".

Una vez llegué, toqué el timbre de la casa, y esperé a que Alan me abriera la puerta. El corazón me iba a mil por hora, se tardó menos de un minuto pero ese tiempo que estuve parada esperando, se sintió infernalmente eterno.

La imagen que me recibió cuando abrió la puerta me dejó hipnotizada y boquiabierta.

Espero no fuera tan evidente la cara de estúpida que tenía plasmada en el rostro.

¡No traía camisa! Tenía el cabello desordenado y el pantalón de la sudadera un poco más abajo de la cadera. Su abdomen trabajado que sobresalía y la V me hacían literalmente babear.

¿Cómo desactivo el modo hormonal?

Alan solo volteó a mirar su teléfono y luego frunció el ceño.

—¿Todavía tienes esa estúpida costumbre de llegar con 15 minutos de antelación a cualquier lugar?

Tragué grueso.

No tanto como el tono de su voz que hizo que se me revolvieran hasta las entrañas.

—Es mejor llegar temprano que nunca —susurré con un hilo de voz, en un nulo intento de ocultar la vergüenza que ya se estaba reflejando en mi rostro.

Puso los ojos en blanco, dejándome pasar.

—¿Y ya alineaste los chakras en otro lugar que no sea mi casa?

Relatos Eróticos | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora