II

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Su corazón golpeó con fuerza sus costillas, poniéndola en estado de alerta. Había despertado de su efímero descanso, con sus colmillos afuera al igual que sus uñas largas y cortantes, sus ojos rojos brillaban como faros en la oscuridad; se había transformado totalmente en su forma original. Su pecho se contrajo dolorosamente estrujando sus entrañas, sacándole todo el aire, y no sólo eso, algo le quemaba la piel del brazo, pero no existía tal herida.

Entonces sintió un impulso extraño, como una corazonada, esa sensación estaba removiendo hasta el lugar más recóndito de su ser. La sangre derramada de la herida que caía sobre la tierra húmeda clamaba su nombre. Respiró intentando recuperar la calma, pero lo único que logró fue impregnar su nariz con un fuerte y embriagador aroma. Era delicioso.

Sólo una cosa ejercería esa descomunal fuerza desconocida, y tales sensaciones sobre ella...la sentía...

«Está viva....está aquí», pensó estupefacta.

Había algo más que la inquietaba, podía sentir que ella estaba lastimada, y no había duda en eso. Debía, necesitaba, llegar lo más rápido posible, de lo contrario sería muy tarde...con sólo pensar en ese desenlace...no, ni siquiera soportaba concebir la idea.

Cerró sus ojos y puso su mano sobre su pecho, concentrando toda su fuerza vital. Iba a incrementar su poder y habilidades físicas, no sabía si tendría que enfrentarse a una amenaza, así que lo mejor era tener un as bajo la manga. En segundos sus ojos rojos brillaron intensamente, los músculos de su cuerpo se tensaron al punto que parecían de concreto y las uñas aumentaron unos centímetros más.

Inhaló profundo, sin abrir sus ojos, percibió miedo y luego punzadas en su cabeza junto con alucinaciones...veía lobos enormes, uno en especial acercándose amenazante...el brazo ardía aún más como si le hubieran rozado con plata o un rayo de sol.

Sus visiones le mostraron algo que temía, había subestimado el peligro, esos lobos no eran comunes y corrientes, su tamaño y comportamiento rabioso los delataba, eran hombres lobo. Entonces no tenía suficiente con eso, debía adquirir más fuerza.

Era joven para su especie, recién cumplía 457 años, pero su cuerpo se había estancado en la edad de 25. Le faltaba experiencia, por lo cual sus capacidades no estaban plenamente desarrolladas y la única manera de hacerlo inmediatamente, era invocando parte del demonio que encerraba su cuerpo. No era fácil y le causaba una gran agonía, si pasaba su límite podría ser absorbida y perdería el control de su cuerpo, posteriormente, horas más tarde ese poder la mataría.

Sin embargo, poco le importaba esto, su preocupación y agobio eran más grandes. Volvió a tomar postura y repitió el proceso, un abrumador dolor hizo que cayera de rodillas al suelo. Su cuerpo volvió a cambiar, este estaba aún más rígido, sus colmillos aumentaron aún más lastimándole la boca, y sus ojos...estos por un momento fueron diferentes. Algo extraño en su espalda también creció, cerca de los omoplatos, perforándole la ropa, pero no se molestó en revisar que era.

Salió de su cueva y saltó el acantilado, sin problemas aterrizó, dejando una gran marca en la tierra. Inspeccionó su alrededor, podía distinguir las formas en la oscuridad sin problemas, incluso ver a través de ellas, sus oídos percibían hasta el chasquido de una hoja, el resto de sus sentidos también eran muy agudos. Respiró hondo, intentando encontrar la fuente de ese enigmático olor.

Corrió para subir a una piedra e impulsarse para saltar, cuando lo hizo esta se hizo pedazos, voló varios segundos antes de volver bruscamente al suelo, continuó corriendo por kilómetros, con rapidez y sin cansancio alguno. Ya se encontraba cerca cuando saltó de nuevo, esta vez cayó a varios metros de donde la sangre estaba.

Al ver a las bestias sintió la rabia inundar su cuerpo, se lanzó hacia los primeros lobos que pudo, aplastándoles los huesos, matándolos con sus golpes. Sólo son secuaces —intuyó—. Sin duda los demás al notar su presencia se lanzaron hacia ella, pero eran demasiados, pareciéndole extraño que tantos individuos así estuvieran allí. En definitiva, la situación podía acabar muy mal, sólo su poder incrementado no serviría. Colocándose en una postura firme y precisa, extendió su mano al aire abriéndola frente a ella.

 Iba a cometer una locura.

En las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora