Narración general
Una hermosa y joven rubia miraba el paisaje por la ventana del tren, los viajes eran muy cómodos de este modo, hacía que moverse entre aldeas fuera más rápido y eficiente.
En unas pocas horas ya había llegado a Konoha, si bien no era su aldea natal y nada más la había visitado unas pocas veces, ya la conocía casi por completo, todo gracias a su madre que le contaba historias o bien, que paseaba con ellos por aquí cuándo venían de visita.
Aunque sus visitas a la aldea ya habían aumentado, por lo menos cada dos meses desde el último año.
Le gustaba volver a retar a Shikadai, al principio era una cuestión de orgullo para ella, no podía soportar perder, cuándo ella se esforzaba tanto. No obstante en la tercera vez que volvió finalmente derrotó al Nara.
Las demás veces, sólo eran peleas amistosas, pero sin piedad, la rubia agarró cómo costumbre pelear con Shikadai.
Al final Yodo lo reconocía cómo un rival más que digno, que si bien era un vago, cuándo era el momento hacía las cosas de forma excelente.
Sin mencionar que cuándo llegó a sus quince años algo cambió dentro de ella.
Si bien era casi tan activa cómo siempre, en ocasiones le daban grandes ataques de sueño, era incontrolable y solía dormir por horas y horas.
Yodo sabía que eso era herencia de su madre, pero jamás pensó que se presentaría en episodios de sueño después de sus quince años.
Ahora que tenía dieciséis ya había aprendido a controlar tales impulsos.
Si bien al principio no le gustó mucho, con el tiempo aprendió a sobrellevar la situación y a entender a su madre.
De hecho su cumpleaños más reciente lo pasaron de esa forma, las dos juntas, dormidas todo el día, podría parecer quizás lo más simple del mundo, pero para Yodo fue un momento muy especial madre e hija que no cambiaría por nada.
¿A qué venía todo eso?
La respuesta era simple, después de su pelea con Shikadai, habían dos actividades que le gustaba realizar.
O bien podían ir a disfrutar de una deliciosa comida a Yakiniku Q. Aquél lugar que su madre tanto le platicaba, o bien decidían tomar una siesta debajo de algún árbol. Ya que para Yodo en ocasiones el sueño era mucho más grande que el hambre.
Había llegado al bosque habitual, la rubia insistía en no ir al bosque Nara, la idea de deforestar lo no le agradaba. Y contenerse en mitad de la pelea para no hacerlo definitivamente no estaba en su lista de opciones.
Su espera no fue muy larga, si bien Shikadai era un Nara, y por ende un vago, la impuntualidad no era propia de él.
Aunque no lo aparentaba, su nivel de compromiso era mucho.
—Hola— saludó el joven Shikadai de dieciséis años cumplidos.
—Vaya, si que tardaste, pensé que tendría que ir a buscarte— dijo la rubia a modo de broma, más que nada con el afán de molestarlo.
—No tarde mucho, tú eres la que llegó antes de tiempo— se defendió Shikadai.
La rubia sonrió, lo hizo de la misma forma que su madre cuándo era joven y hacía alguna travesura.
—Que bueno, pensé que Temari-san te había castigado, o que te habían puesto a entrenar más fuerte— dijo la rubia divertida.
Shikadai rodó los ojos en señal de fastidio.
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Mi frecuencia favorita [ShikaYodo] MV
FanfictionDurante el corto transcurso de mi vida, con un excelente oído aprendí a percibir el mundo y la realidad de una manera diferente. El mío siempre había sido un mundo de frecuencias, más no fue hasta mis dieciséis años cuándo encontré, la que desde en...