Podría ser un sarcófago, lleno de sentimientos muertos, huesos de odio que pronto serán polvo, de amargura, cubierto por el olor fétido del resentimiento, con una tapa de orgullo tan pesada que se cierre a presión, con palabras innecesarias que nunca dije corriendo de un lado a otro del caído, envuelto en metros y metros de envidia, ira, melancolía y toda bazofia que se me ocurra; andando con un muerto dentro, una historia mal contada. De lo contrario, elijo ser un jardín inmenso, sintiendo como el viento refresca mi alma, como animales vienen a darme y darles lo necesario, convirtiendo mis caídos en flores, con olores; morir a diario y vivir a diario, ser donde otro yace, expandirme, crecer, acoger, servir de epicentro para la vida.
Podría ser un errante, un vagabundo del destino sin poso al que recostarme, buscando comida en puertas donde no me abrirán, gateando en callejones sin salida, volviendo una y otra vez al mismo parque, en la banca incomoda pero accediendo porque a mi finito parecer es lo único que tengo para descansar. Un habitante de la vida, tirado en la esquina de "te quise", recitando prodigios que nadie escucha, recibiendo monedas por lastima y entonando himnos de vez en cuando para bombear el corazón; andar sin casa y sin razón. Sin ánimos de serlo, elijo ser un juglar, conociendo mas allá de los limites de mi pueblo, llevar en mi mochila libros, agua, amor y otras nimiedades necesarias, andar con una flor que agarre en el camino para la primera dama que me deslumbre, tener una historia para cada momento, de cualquier color, de cualquier sentimiento, una historia para cada etapa de la vida, quedarme en la primera hamaca cuando ya el sol no alumbre. Llevar esperanza de lugares que nunca conocerán , mentir si la tristeza lo amerita ¿Quién sabrá si es mentira? ni yo lo sabré; y sobre todo, tener siempre de que hablar si el temor nos enmudece.
Quizá fuera tan ambiguo como la lluvia, la alucinante y desdichada lluvia , unos la aman y otros menos. Llenar los arboles de gloria pero destrozar otros tantos, llenar corazones de alegría al verla y al mismo tiempo llenar casas hasta la coronilla destruyendo sueños, llevarse tristezas y penas de un lado y llevarlas a otro lado acompañada con melancolía; dándole vida a la niña que salta, baila y ríe mientras la siente caer, a precio de la vida de otra en un lugar muy lejanos de aquí. tan peculiar, solo ella. Esta vez... elijo ser la buena lluvia.
Podría ser muchas cosas, pero elijo ser otras.
