One-shot

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"Era bastante listo, pero abandonaba todas sus ocupaciones para zambullirse en el río, en el cual pasaba horas y horas".

Desde la playa, en un isla perdida rodeada de mares, podía verse a la distancia, si se prestaba atención, a un joven de verde cabellera y complexión delgada, este estaba trastabilla alzando sus manos intentando mantener el equilibrio. Nunca fue bueno para la actividad física, correr le cansaba, siempre se caía y en el agua solo podía mantenerse flotando, jamás aprendió a nadar. Pero desde niño había desarrollado un interés desmesurado por aquella enorme masa marítima que rodea las cosas de la isla. Acostumbraba a exponerse a aquellos peligros, le había costado varios regaños de parte de su madre y algunas heridas que al día de hoy ya son cicatrices.
Dicho esto parece que el joven Izuku es un desenfadado impertinente que se arroja al peligro sin pensarlo; en parte no era así. Es mucho mas racional de lo que aparenta, solo que su cabeza se mueve mucho mas rápido de lo que lo hacen sus torpes pies.
Además que todo lo que se refiere al mar lo emociona tanto que puede perder la noción del tiempo y lugar.
De niño se había contentado solo con observar el olaje marino a una prudente distancia. Lo admiraba, era intimidante, pero no despertaba mucho temor en él.
Le gustaba imaginar que la vida marina sucedía en paralelo a la propia, en la cuidad a pocos pasos de las costas. Cuando no estaba físicamente en la playa se imaginaba siempre en ella. 
Su vida no se complementaba con el mar, era ajeno a ella, solo podía acercarse en sus momentos de ocio.

Actualmente es estudiante de biología, a pocos años de graduarse. Casi un adulto.
Entre medio de sus obligaciones perdía su tiempo en aquel lugar, siempre cercano al mar, hay veces leyendo como pasatiempo, otras estudiando, tal vez. El ruido de las olas, el viento y los animales a su alrededor le producían una sensación cálida, casi hogareña, al mismo tiempo que ajena; como alguien que visita la casa de un familiar amado.

Sus vacaciones habían comenzado hace unos pocos minutos, terminó de rendir y aprobar su ultimo final y para "festejar" se dirigió a su lugar favorito. 
Su madre trabajaba arduamente para darle todo lo que necesitaba y lo apoyaba con su carrera; le estaba inmensamente agradecido. 

Saca un libro de su morral, una enorme enciclopedia que acaba de retirado de la biblioteca, también una pequeña libreta para tomar las notas que fueran necesarias. Era un libro de  recopilaciones de mitología antigua, pero no le interesaba el gran grueso de criaturas que allí se describían, si no simplemente las sirenas, tritones, criaturas mitad pez mitad humanas o cualquier ser similar.
Esto lo mantuvo en secreto durante años ya que bien sabía que las personas lo juzgarían como un loco. La gente cercana a él pensaba que era un hobbie, una distracción de sus deberes reales y que aquello impulsó a descubrir cual era la carrera universitaria; aun que esto no era del todo mentira.
Su profesor había dedicado su vida a este estudio, lamentablemente había muerto y él fue el heredero que había elegido para que continuara con su investigación.
Cualquiera se preguntaría entonces ¿Por qué sigue estudiando un tema sobre el que él desconoce? La respuesta es sencilla: conocía que su profesor. No especulaba, no creía en fantasías improbables, si había decidido a investigar sobre este tema debería tener muy buenas razones. 
O tal vez, simplemente, era su manera de aferrarse a su recuerdo.
De cualquier manera estaba decidido a continuar.

Lo más resaltable de la enorme investigación que heredó son imágenes antiguas o dibujos hechos de testimonios que abarcan desde extraños fragmentos de escamas, uñas, aletas aparentemente de ningún especia de animal descubierto por el hombre, hasta pedazos de los que parecían dedos cubiertos de escamas.
Se desestimó todo por su poco rigor científico.
En tiempos modernos jamás nadie pudo presentar ninguna prueba concluyente. 
La incertidumbre lo había llevado a pensar noches enteras en que aquello solo era una perdida de tiempo, agobiado al no saber por donde continuar con la investigación.

Para su difunto profesor era, tal vez, el "animal" mas cercano al hombre moderno. La evolución humana es compleja, también lo era la de aquellos seres y sin poder encontrar pruebas para estudiarse eran simples especulaciones.
Según teorías compartían, como el humano, viejos ancestros comunes entre diversas especies conocidas, entre ellas los seres habitantes del océano. Al parecen en este extenso árbol genealógico evolutivo estos seres mutaron hasta convertirse en seres con mitades de peces, en un comienzo.

Hay un sin fin de teorías con respecto a su existencia, además de la de su profesor.
Otros dicen que hay seres humanos que compartes cualidades con anfibios y podrían sobrevivir a las profundidades marítimas de manera limitada.
Narran el encuentro con humanos que desaparecen en las profundidades y luego los encuentras perfectamente sanos, otros que hasta habían cazado a algunos de ellos. Los hay desde totalmente idénticos a lo humano y reconocible por todos, hasta mutaciones que provocarían el espanto de la civilizaciones. 

Desconfiaba de todo cuanto leía, pero a la vez le intrigaba.
Los relatos en tiempos mas remotos eran vagos. Nada que colaborara a una investigación seria.

Sin darse cuenta la noche comenzaba a caer, el sol desaparece por la línea del horizonte.
Siempre se reducía a lo mismo, mitología, relatos difusos y ni una prueba concluyente.
Se dirigió de regreso a su hogar, allí no hay lugar para las fantasías, entre edificios.


Nada cambió en las próximas semanas, solo que sus vacaciones estaban próximas a  terminar.
Como el ultimo respiro de una ahogado decidió buscar en internet.
Se encontró con videos con baja calidad, imágenes borrosas y algunos testimonios de personas que se habían encontrado con seres similares a los que estudia, la gran mayoría se notaba que simplemente estaban exagerando o intentado llamar la atención. 
Pero había algo en común entre todos: los avistamientos eran siempre alejados de las costas o de lugares muy concurridos por la gente; necesitaban, además, ser lugares donde hubiera un mínimo de profundidad y una mayor diversidad de especies marinas. 
Esto simple hecho, pero que nunca había contemplado, lo dejó boquiabierto. 
En su isla este tipo de historias las traían los navegantes o pesqueros a los puertos, creando un sin fin de fabulas entre la población. Nunca tuvo dinero para pagar el alquiler de algún barco, o la fuerza para trabajar en ellos, así que pensó que salir a la búsqueda de que, por alguna confidencia fruto del azar o de su suerte encontrarse con algún ser anómalo. 

Perder las ultimas semanas de libertad que tendría en descubrir nuevos lugares no sería mala idea.
Luego de salir de alguna clase que el dio a jóvenes que necesitaban ayuda en materias en las cuales era ya un experto, caminó hacia el sitio que había considerado era el optimo para algún avisaje.
A un lado de la playa hay un extenso camino de piedras en la que él suele sentarse a descansar, son altas y no suele llegar el agua por esos lugares, además que están bien conservados ya que la gente suele acercarse allí. Este camino de piedras irregulares se iba volviendo mas angosto a medida que se aleja de la playa, además que la tierra parece ir separándose del mar, formando un gran acantilado. Este era su objetivo.
El camino era resbaladizo por la erosión de las piedras por el mar, allí las olas, en momentos específicos, llegaban a cubrirse.
El peligro de que algún pedazo de roca desde la parte superior del acantilado se desprenda era  latente, pero esperaba que esto no sucediera mientras él estuviera debajo.
Había pescados que habían sido atrapados entre las rocas y ya estaban muertos, hasta insectos que volaban y lo molestaban en su arduo camino hacia su destino. Nombró cada objeto y pequeño ser encontrado en su camino con su nombre especifico científico pero con un tono de insulto. Tal vez alguien que estudiara su carrera o lo suficientemente ñoño se habría reído de aquella ocurrencia, pero no solo que todo aquello era pedir una coincidencia enorme, si no que, además, estaba solo.

Llegó a su destino al encontrar una enorme roca que podría servirle de asiento.
Paso toda su tarde en aquel lugar. La marea era baja y no llegaba a tocarlo, el mar estaba sereno, había estudiado el pronostico antes de salir. Era un día ideal.
Estaba ansioso pero nada paso, ni una anomalía, un chapoteo, alguna sensación extraña, solo calma, el mar y el viento.
Fue desilusionante.

Al llegar a su casa, cansado, sus piernas dolía, creía que se había insolado y quemado un poco la piel de la cara, no era una persona acostumbrada a este tipo de aventuras, desde que era un niño que no se arriesgaba de tal forma.
Pensó en renunciar.
Dejo todos los libros de estudio sobre el suelo, en un rincón de su habitación y no los volvió a agarrar en toda la semana.
Su madre, sus amigos y todos allegados advirtieron de su aparente cansancio y desgano en general. Se sentía pésimo, había pasado los dos últimos días solo, encerrado, salía a comer y se encerraba sin dignarse si quiera a abrir la ventana de la habitación.
Se cuestiono su carrera, su futuro, si realmente quería dedicar su vida a aquello o si era capaz de algún día llegar a conseguir algo que simplemente lo hiciera sentir satisfecho, siquiera tenía que ser algo grande. Que iba a hacer, que le iba a interesar.
Su profesor dedico su vida al estudio de esos seres, tal vez en vano, pero lo hizo. El no tenia nada, siquiera un avance mínimo.
Pero allí encontró su respuesta debía esclarecer la investigación. Aun que fuera para consagrar su teoría y desmentirla.
Estaba seguro que su profesor no le dejaría un trabajo tan arbitrario y sin un merito al final.

Era un domingo soleado de verano, sin nubes que advirtieran de una tormenta, el viento era casi nulo en la cuidad, la gente se iría a la playa a descansar, pero él tenia otros planes.
Su madre no lo detuvo, se había preocupado mucho todos esos días y verlo moverse, por la casa, juntando cosas, murmurando por lo bajo totalmente perdido en sus pensamientos la llenaba de felicidad.
Salió, esta vez preparado, un cambio de ropa en su mochila, comida, además de sus libros, un gorro sobre su cabeza y protector solar, además de una playera que cubría sus brazos.
El mismo punto y el mismo lugar que la ultima vez.
Habían pasado dos horas, eran al rededor de la una del mediodía cuando llegó a su nuevo lugar y se digno a comer. Con las pequeñas bordes del pan de su sándwich los arrojaba al mar, jugando a que tan lejos podía llegar. Era claro que no mucho, no tenia mucha fuerza y el pan no era el objeto ideal para ser arrojado.
Pequeños peces agarraros agarraron las migajas y él reía al verlos asomarse y desaparecer nuevamente dentro del agua.
Estaba por dar un gran bocado a su comida cuando noto como el movimiento de los peces había atraído algo anormal. Estos salpicaron y se hundieron rápidamente, escapando en las profundidades.
Se quedo observando fijamente.
Vio unas pequeñas burbujas y una forma extraña, como una sombra, alargada desplazarse acechando; se notaba que era grande, un depredador, pero desde su posición era demasiado grande para ser un simple pez.
Se pone de pie de forma lenta, como si aquel ser pudiera escucharlo, no quería alertarlo de su presencia; estaba alerta, pero también deseaba ver que era aquello. No notar que clase de pez había logrado atraer y por ende no conocía a sus depredadores, por lo tanto si aquellas era alguna criatura de las profundidades que se había perdido, a pesar de que estaba alejado de la costa no había muchos animales que se acercaran a estas piedras.
Aquel manchón apareció de las profundidades nuevamente y cazo a otra mancha de menor tamaño, un pez. Luego desapareció.
Quedo choqueado ¿a caso esa cosa era roja?
Espero unos segundos conteniendo el aire y luego se arrojo a su mochila, sacando su libreta intentando narrar de la manera mas especifica que podía aquel suceso.
Termino su día sin otro mayor descubrimiento.
Una parte racional de si le decía que aquello no había sido las criaturas que su profesor buscaba pero si había llegado a ver algo anómalo, por lo menos.
Ver su los últimos escritos por su profesor, en una cuaderno de notas que le había dejado y a continuación su propia letra, menos prolija y mas pequeña lo había hecho enormemente feliz.

El lunes no noto nada, repitió su acción, atrajo algunos peces, pero nada sucedió.

El martes luego de dar una clase se dirigió a su lugar de siempre, repitió la acción pero nuevamente nada paso.
De nuevo su animo volvía a caer, su libreta volvía a verse vacía.
El sol comenzaba a caer, junto sus cosas y se puso de pie, pero algo lo detuvo, se sentía observado, a decir verdad se sintió así durante toda la tarde.
Vio al redor: nada.
Pensó que debía estar sugestionado, nunca le había gustado la oscuridad y estaba demasiado apartado de todos. 

El miércoles, ya que eran sus últimos días de vacaciones, el lunes comenzaría con su rutina nuevamente, decidió dedicar su mañana a hacer tramites en su universidad, los odiaba, pero debía ser responsable.
Nunca concurría el lunes, todos los ansiosos se amontonaban, y el jueves y viernes corrían los que dejaban todo a ultimo momento. El miércoles era un día ideal, lo sabia.
Luego tuvo que dar una clase a un joven de secundaria, para el era como un recreo ya que el conocimiento era bastante básico a comparación de lo que estaba acostumbrado a estudiar y explicar.
Las ultimas horas de sol decide perderlas debajo del acantilado.
Había guardado algo de pan, así que se sentó y comenzó a arrojarlo, solo sentado allí, sin ningún tipo de intención de observación, estaba disfrutando sinceramente de las ultimas horas de su día.
Decidió retirarse a las pocas horas, cuando todavía había sol, los peces comenzaron a dispersarse. Ese seria el ultimo día, lo sabia, debía prepares para su rutina, y ya no estaba de ánimos para decepcionarse más, además, las piedras de allí eran incomodas, su viejo lugar era mil veces mejor.
Ese acantilado lo hacía sentir incomodo, se sentía observado y era absurdo, nunca había estado tan solo como en aquel momento.
Cuando se puso de pie sintió un chapoteo a su izquierda, se giro de forma instintiva, pero logro ver a pocos metros en el agua había una forma oscura sumergida, bastante grande.
Giro rápidamente sobre sus talones y corrió, torpe, ensuciándose por el agua estancada que chapoteaba bajo sus pisadas, lastimando sus manos cuando tropezaba e intentaba seguí avanzando. Otro chapoteo se escucho, mas grande, como si dos cuerpos regresaran al agua.
Maldijo en voz alta. Pero al llegar nada había.
Suspiro resignado pero algo llamo su atención, había algunos huesos y otros peces a semi comer sobre las piedras. Se inclino a obsérvalo mas de cerca, incrédulo. La marea todavía no había subido aquello no pudo ser arrastrado por la corriente, además que uno de ellos todavía se veía fresco y con marcas de mordidas. Saco su celular y tomó una foto. Se veía una mordida voraz y filosa, como un tiburón, pero a la vez de una quijada mucho mas pequeña, similar a una humana.
Saco su libreta y anoto, la medida aproximada del pez y la mordida, la especie, el lugar y la hora. Acompañado de algunas impresiones personales y ruidos que había oído.
Giro su cabeza hacia el mar, no había nada.
Sonrió ampliamente mostrando sus dientes.
-Gracias.-
Murmuro, guardo sus cosas y se alejo de regreso a su hogar.

Aquel muchacho no sabia a varios metros dos seres con forma humanoide lleno de escamas lo observaban, desde hace días.
Primero uno y luego este le aviso a sus compañeros que no se acercara a aquella costa que había un extraño; estos dos que ahora se escondían fueron los que rompieron aquella orden y se acercaron. Uno rojo oscuro, casi bordó, y otro amarillo, pero al camuflarse en el mar tomaban la forma de este, pareciendo manchones que se movían por la zona, imperceptibles para sus presas.
Sabían que era un humano, siempre los habían visto rodeados de los de su misma especie, este estaba solo. Se creía que aquellos seres de la superficie eran violentos, pero este parecía totalmente inofensivo así que no dudaron en acercarse, casi cometiendo el error de ser vistos.
Era una especie que preservaba a los suyos, no se movían en manada y la muerte se llevaba a cabo de forma solitaria. Solo algunos pocos cazaban en su mayoría en las profundidades, a especies mas grandes, y solo recolectaban en solitario si les apetecía, atacaban solo cuando estaba en peligro algún otro de su especie, si no optaban por escapar.
Que sean dos implicaba que no lo consideraban un peligro.
Se alejaron de aquella costa rápidamente, no dirían nada de su travesura.
Su compañero, el primero en encontrarse al humano y el responsable de cuidar de los suyos sabía perfectamente lo que ese par estaba haciendo, y esperó pacientemente a que algo saliera mal, como hoy que casi los descubren. Ya tenía su castigo preparado.
El joven tritón, de color rojo, mucho mas grande y fuerte que el resto, claramente el líder de su camada, los esperaba a pocos metros listo para dictar su sentencia.

Los siguientes días se dedicaron a la caza de animales en las profundidades dejando al joven humano, ilusionado por un nuevo descubrimiento, sentado día tras día en espera de un nuevo descuido.
Un mes de espera, y nada había resurgido, ninguna anomalía, solo algunos pocos días se sentía observado, pero no notó ni escucho nada.
Pero no estaba dispuesto a rendirse, esta vez no estaba seguro de que tenía pruebas.
Consiguió una piedra plana y a la sombra, allí realizaba el resumen diario de sus materias, y pasaba en limpio sus apuntes. Además de estudiar y adelantar las lecturas. Se esforzaba mucho en aprobar cada cuatrimestre.
De a poco comenzó a sentir aquel hostil lugar como acogedor, se acostumbro al olor y a los insectos, que sobre aquella piedra no solían llegar. 
Tanto que ya no se fijaba en el clima ni la marea, aquello seria un grave error.

Los tritones, desde el mar se acercaban eventualmente a obsérvalo como una rutina para conseguir un pequeño bocadillo rápido por los peces que este atraída por su comida. Además que por alguna razón se divertían.
Nunca entendieron que hacen los humanos realmente, eran seres similares pero muy distintos entre ellos, o por lo menos este lo era.
Su líder estaba harto, los castigos no funcionaban, los veía escapar una y otra vez hacia el peligro.
El creía que los humanos era una especie hostil por naturaleza, entre ellos y con otras criaturas marinas, los había visto de cerca muchos y podía comprobarlo. En las cazas usaban redes enormes y atrapaban indiscriminadamente a todo lo que se les atravesara, devolviendo luego heridos y hasta moribundas a las especias que parecía no le servían. Además que los desechos que tiraban a su territorio eran el colmo.
Siguió al par de retardados, como los llamaba, que observaban desde la distancia y parecían divertirse solo viéndolo, imitando algunos gestos que este humano hacia. No le encontraba gracia alguna, pero si que no podía mentir, se veía indefenso, su cuerpo pequeño se notaba a la distancia, como tritón y cazador seria pésimo.
Los tritones no tenían separación de grandes porciones de tiempo, no percibían horas si no momentos del día y días, salvo que estuvieran en las profundidades; solo conocían las temporadas de migración de algunas especias, tales como las suyas y las épocas en que era peligroso salir a la superficie. El par de idiotas esta vez no había ido a la orilla, pero por alguna razón él si lo hizo, flotando solo sacando sus ojos rojos de la superficie, con su seño siempre fruncido, extendiendo su mano para agarrar algún que otro despistado pez que pasaba para devorarlo, como un pequeño aperitivo.
El inútil humano estaba sentado con su atuendo de ropa casual ya que era domingo, pero eso el tritón no lo sabia, solo veía que tenia un objeto que cargaba en la espalda, la envolvía y era casi de su tamaño, una mochila, y una de esas cosas en la que siempre mueve un tubo sobre ella, su anotador nuevo y una lapicera, pero eso tampoco lo sabia.
Todo era un enigma para él y eso lo ponía de mal humor.
Pronto habría una emigración de especies marinas, ellos se encargaban de reagruparlas porque aquellos peces inútiles hay veces se perdían. Que seria de ellos si se quedaban sin comida. Su excusa para estar allí era constatar que ningún grupo grande de esta especie se habría perdido.
En la superficie lo supo de inmediato, las corrientes superiores comenzaron a moverse, la luz desapareció. Una tormenta. No influía mucho en ellos pero preferían volver a su territorio en las profundidades.
Por alguna razón pensó en lo inútiles de los peces que morían en las costas y pensó en otra criatura inútil, una con el pelo del color del alga.
Lo que vio no lo asombro en lo mas mínimo, pero si le fastidio.
El joven estaba aterrado parado sobre la piedra en la que siempre se encontraba, abrazado a su objeto que cubre la espalda, su mochila, y su cosa rectangular en donde hace movimientos extraños. La marea había subido y lo acorraló. El oleaje era violento y comenzaba a golpearle las pierna, amenazando con tirarlo, a su lado las piedras que eran el camino por el cual él debía regresar ya estaban cubiertas por agua.
El tritón solo lo observo. Sintió la marea retroceder y observó intrigado cual sería el actuar del joven. Este suspira al ver el agua desaparecer a su alrededor, aliviado. Tembloroso y torpe intentando ser cauteloso pero siendo estúpidamente lento caminaba entre las piedras.
Cruzo sus brazos, cerro los ojos y negó con su cabeza, decepcionado. Giro su cabeza y vio aquella enorme ondulación detrás suyo que era peligrosa hasta para él. Una ola enorme iba a golpear contra el acantilado. En las piedras quedarían todo ese montón de animales inútiles, entre ellos aquel joven que combinaría muy bien con el musgo entre las piedras.
El lo vio y el joven también, pero no a él sino a la ola que se aproxima. Se paralizó, su cara de desfiguro y lo vio intentar correr y resbalarse, caer, ponerse de pie y volver a caer, una y otra vez.
Las piedras lastimabas sus manos y rompían su ropa, cortaban su piel, las lagrimas corrían por sus mejillas y había comenzando a gritar, desesperado, pero nadie lo oía, estaba lejos de la costa y las olas junto al viento hacían demasiado ruido.
Nadie lo ayudaría, nadie lo vería, solo el tritón que su maestro siempre quiso encontrar y el chico sin saberlo estaba tan cerca de descubrir. Solo si girara, su muerte tendría un sentido. Pero estaba aterrado, solo podía ver la gran masa de agua que se acercaba y rugía por el viento.
Los chillidos de aquel idiota lo irritaban, comenzó a rechinar sus dientes y finalmente decidió actuar, se sumergió, adoptando el color del mar, su larga cabellera del mismo tono le serbia de escondite. Nadó a toda velocidad, utilizando sus dos extremidades inferiores en dirección a las piedras. Su fuerza increíble por encima hasta de sus iguales lo hizo alcanzarlo en un instante. Estaba a los pies del aterrado humano, observándolo de cerca. Vio terror, lagrimas y mocos. Se burlo internamente de él para luego estirar una de sus extremidades superiores, la cual se torno de su color original al salir del agua, roja brillante, y agarro uno de sus tobillos.
El humano cayó sobre sus manos, lastimándose nuevamente. Grito de espanto moviendo su pie intentado liberarse. Cuando se giro quedo mudo, estático. Pudo ver un ser humanoide, un rostro casi humano si no fuera por las escamas de color rojo que cubrían lo que llegaba a ver de su cuerpo.
El tritón agarro su otro tobillo también y lo jalo con fuerza tirándolo al agua junto a él. 
Aún abrazado a sus cosas, siente las piedras raspar su piel descubierta cuando es arrastrado, se abraza con fuerza a sus cosas, como si estas le sirvieran para no caer, pero repentinamente ya se encuentra completamente empapado.
La cara de pánico de aquel chico no desaparecía.

La ola estaba por romper sobre ellos, no tenía tiempo. Con sus manos tantea el cuerpo del humano, los costados de su cabeza y de su cuello, sus hombros, brazos, los costados de su torso y hasta su cadera; no había nada que le diera un indicio de por donde lograba respirar. Se encontró nuevamente con su rostro, había tantos orificios que no podía adivinar uno. Aprovechando el momento e pánico cuando el humano descubre nuevamente la ola agarra su cabeza y con su mano palma derecha tapa uno de sus oídos presionando su cabeza contra su cuerpo, tapando su otra oreja contra su pecho; con su mano libre cubre la nariz y boca.
Había visto como los seres del exterior morían en el agua, estaba intentado ser cuidadoso.
El humano agarra sus brazos, instintivamente para alejarlo al no poder respirar, y a la vez, aferrándose a él por el miedo. 
Una vez realizada su tarea se hunde, arrastrando al humano, nadando con toda la fuerza de sus piernas hacia el fondo, la ola al pasar sobre ellos los tambalea, pero no los arrastra. Una vez superado el peligro vuelve a moverse, rápido esta vez a alta mar, la zona mas segura para estar en aquel momento, detrás de donde las olas se formaban.
El humano forcejea, pero no es competencia con su fuerza. 
Una vez considero que era una distancia segura sale a la superficie, liberando a aquel ser nuevamente, soltándolo de su agarre para que flotara.
Este sale a la superficie empapado, con su cabello pegado a su rostro, abriendo su boca grande aspirando aire desesperado.
Estaba orgulloso de si mismo por haber atinado y, además, mantenerlo con vida.
Intento correrse el pelo de su rostro pero parece que aquel ser idiota se olvido de flotar y se volvió a hundir.
El tritón lo vuelve a agarrar, esta vez con uno de sus brazos, rodeando su cintura para mantenerlo en la superficie junto a él.
El humano comienza a hacer movimientos espasmódicos, tapando el orificio grande que usaba para respirar y escupir agua, estaba tosiendo, pero de nuevo no lo sabia.
Siente el humano mover sus pies, como intentado flotar por su cuenta pero claramente no lo estaba haciendo y finalmente se saca el cabello del rostro, topándose de nuevo con su rostro.
Sus miradas se cruzan finalmente en silencio, solo con el ruido de las olas chocando contra la costa. Estaban lejos de esta, pero el humano no lo había descubierto aun, estaba observado al tritón delante suyo. Este lo miraba con el seño fruncido.
Idiota.
Solo podía pensar para sus adentro.
El humano alzo sus manos y toco su escamoso rostro, intentado descubrir si era real o no, bajo sus dedos se sintió suave y tan real que  podría volverse loco.
Esto al ser acuático no le gusto para nada así que simplemente lo soltó y vio al humano sumergirse por completo, para volver a resurgir a la superficie, por su cuenta, esta vez sin toser, torpe e igualmente asustado.
Se observaban mutuamente, el humano con un desastre en su cabeza, analizando a aquella criatura de arriba a abajo una y otra vez, intentado tomar notas mentales.
El otro simplemente lo miraba aburrido, espernada que hiciera algo que justificara el tiempo que el par de inútiles perdía al observarlo. Pero era como un maldito pez, no hacia nada, solo estaba allí flotando.
Se acerco nuevamente y agarro las manos humanas, no tenia garras y cada dedo estaba separado del otro. Luego metió sus propias garras llenas de escamas entre sus labios humano y observo sus dientes, no parecía ofrecer resistencia solo siento como se tensaba e intento alejarse. Metió su dedo pulgar entre sus dientes, eran suaves, llego hasta sus primeras muelas, logrando separar su mandíbula y abrir su boca. Sus dientes no eran filosos, no tenia otras dientes atrás, solo estos primeros. Toco su lengua, era suave y cálida pero parece que al humano no le gusto aquello porque se separo rápidamente, dando algunos manotazos y nuevamente hundiéndose.
Parece que siquiera podía mantenerse flotando. Era menos que un pez.
Como estos seres gobiernan la superficie parecen solo peces fuera del agua.

Al verlo resurgir nuevamente el tritón mostro sus dientes, dejando ver las piezas blancas y afiladas, no mucho, como su otro compañero  que parecía un tiburón. De él resaltaban mayormente sus colmillos. Luego enseño su lengua, larga que caía hasta abajo de su mentón y se dividía en dos partes que se movían de manera independiente, afilada hacia la punta.
El humano abrió los ojos asombrado, prestando atención a cada acción que realizaba.
-Asombroso.-
No sabia que decía, pero noto sus ojos brillando y aquello fue una caricia a su ego.
El humano comenzó a hacer sonido con su boca, bajo y molestos mientras se acercaba y comenzaba a realizar la misma inspección que él. Estaba murmurando, palabras que no podría entender. El humano volvió a tocarlo, esta vez su pecho.
-Escamas, suaves y rígidas, mucho mas que las de un pez promedio...-
 Era realmente firme no sabia si por su tono muscular o porque su "piel" lo era simplemente.
Sus branquias estaban a los costados de su cuello, y parecía tener otro par a los costados de su torso, lo llego a sentir con sus dedos, aun le costo verlas al hundirse en el agua nuevamente.
Como pudo nado y giro al rededor de él, noto que la parte sumergida era del color de agua, mientras que la que estaba por afuera, sus hombros, cuello y cabeza eran rojo brillante.
Aquello que podía llamarse "cabello" caía sobre si espalda, largo y cada hebra mas gruesa que el convencional, pero no lo suficiente para llamar la atención a simple vista. No era tan suave y era mas rígido, podía suponer que si esto era un ancestro en común con los humanos aquello que para ellos era cabello para los tritones tenia una utilidad evolutiva que ahora no lograba descifrar, tal vez camuflaje, ya que también cambiaba su color, siendo rubio pálido en el exterior.
Se hundió una vez más y toco sus piernas. Mas allá de la idea colectiva no tenía una cola, eran dos extremidades funcionales y separas, con los dedos mas separados y unidos por aletas entre ellos.
Al tritón no le gusto nada aquello y lo pateo fuerte en el rostro.
El humano salió chillando y tocando su nariz, sintiendo que de esta comenzaba a chorrear sangre.
-Oh oh.-
Dijo caer su cabeza hacia atrás, intentado detener el sangrado.
El tritón por primera vez abre sus ojos asombrado y deja de fruncir el seño; por fin algo le había llamado la atención. 
Noto que aquello que brotaba de su nariz, acerca su rostro al contrario y con su larga lengua limpia la zona de sangre.
El humano quiso separarlo pero no pudo, su fuerza no era suficiente y la explicación de porqué era inapropiado y que era solo sangre no la pudo entender así que no logró sosegarlo.
El tritón probo, saboreo y luego sonrió, mostrando sus dientes en una expresión bastante siniestra.
El humano observo con terror como sus ojos, que antes eran rojos, similares a los humanos, solo que tenían un segundo parpado casi trasparente que se cerraba de manera horizontal, ahora eran negros, tenia pupilas y se habían dilatado.
El humano lo supo, estaba en peligro, el tritón se acercó pero antes de que este pudiera moverse vio al humano hundirse, volver a resurgir y comenzar a patalear, salpicando agua para todos lados y girar en el lugar. Medio ahogado y con los ojos cerrados estaba intentado escapar, sin lograrlo, ya que no sabía nadar.
El tritón volvió a su expresión seria, sus ojos volvieron a su color rojo normal.
Maldito pez idiota.
Se dijo para sus adentro, no merecía ser devorado aun que sabia particularmente delicioso. Estiro la mano y lo sostuvo de la ropa para volver a acercarlo.
El humano, aun preso del pánico, seguía pataleando, acertando algunas patadas y manotazos contra el tritón en su pecho, abdomen y hasta su cabeza. 
El tritón fastidiado lo suelta y se hunde decidido a abandonar a su suerte aquel idiota.
El humano a los minutos dejo de "nadar", cansado y agitado, definitivamente esto no era lo suyo.
Se giro, para un lado y para el otro, no había nadie. Se había esfumado como una fantasía. Fueron largos minutos en que dudo de su propia salud mental hasta que entendió que no podría haber llegado solo hasta allí por su cuenta.
Luego sintió miedo de que aquella criatura se encontrara dispuesto a atacarlo por los pies, como un tiburón, le arrancaría las estremecidas de a una, lo hundiría y lo devoraría. Se vuelve a mover inquieto pateando con fuerza  intentando encontrarlo y acertar algún otro golpe. Hasta que noto que era inútil, ya no estaba.
Solo en ese momento fue realmente consiente de su situación real.
La costa se veía a lo lejos como una pequeña línea a la distancia. Sus cosas se habían perdido y su teléfono en el bolsillo de su pantalón, lo podía sentir, ya estaba perdido también. No sabia nadar y para peor sobre él una enorme nube negra amenaza que en cualquier momento rompería una tormenta enorme.
Podía ver como las olas rompían contra la costa con violencia y supo que tarde o temprano terminaría allí ya sin vida.
Su respiración se agitó pero sentía que el aire no le llegaba a los pulmones, su mirada se nublo levemente mientras miraba a todos lados intentado encontrar una solución, no veía nada y la vez su mirada se fijaba en todo. No había barcos cercanos, no había nada. Solo el flotando a la deriva esperando su final. Las lagrimas cálidas rodaron por sus mejillas.
Que pensaría su madre y sus amigos de esto. Se sentía tan culpable.
El tritón no se había alejado mucho, solo se hundió y observo todo desde una prudente distancia.
Ese pez idiota.
Se dijo a su mismo cuando vio al humano pataleando.
Cuando dejo de moverse, sonrió, aun que no lo noto. Nado lentamente hasta la superficie volviendo a aparecer frente al humano. Notó algo extraño en el, las comisuras de sus labios hacia abajo y temblando, su pera totalmente fruncida y de sus ojos grandes salía agua.
El humano se abalanzo sobre el, viendo en este ser una esperanza de sobrevivir, abrazándose a su salvador, una vez mas.
El tritón solo se dejó atrapar por la impresión que le había provocado ver como de sus ojos brotaba agua. Sostuvo su rostro y lo alejo. Agua. El humano comenzó a balbucear sonidos como "Gracias" "No sabría que hacer sin ti" "Pensé que iba a morir" "Mi madre se iba a decepcionar" y bla bla bla. No sabia que significaba eso, el tritón paso sus pulgares por sus mejillas, inspeccionando y el humano considero aquello como un gesto compasivo, por un segundo olvido que era un ser lleno de escamas y pensó que estaba ante un humano como él o cualquier otro.
Analizó su dedo y de este cayo una gota; podría estar equivocándose. El tritón finalmente se acerco a su rostro y lamio su mejilla, era salado, como el agua.
Aun confundido, ya que podría ser que estaba aun húmedo por el mar decidió lamer directamente su ojo. Mierda, agua salada de allí.
El humano pensó que había roto su momento conmovedor, parecía un perro.
El tritón en cambio pensó que si aquello era verdad tal vez el humano no era un idiota, tenía algún poder especial, el mar brotaba de sus ojos.
Al salir de su propio asombró pensó que debería devolver al humano a su lugar, estar allí era peligroso para ambos.
Intento sumergirse para nadar mar rápido, pero nota que casi lo mata. Así que lo coloco sobre su espalda, el humano lo abraza y comenzó a nadar sobre la superficie del agua, a una velocidad muy lenta para lo que estaba acostumbrado.
Comenzó a llover y paro al poco tiempo, pero él no se detuvo, se venia una tormenta mucho mayor, debería apresurarse.
El humano sobre su espalda, que rodeaba con sus brazos por encima de su hombro y con sus piernas su cintura comenzó a temblar. Lo ignoro, aun cuando se abrazo con mas fuerza y escondió su rostro entre su omoplato y su hombro. Pero escucho como se quejaba, pequeños llorisqueas lo acompañaron y supo que no estaba bien. 
No sabia que le pasaba, se enfureció por esto pero pensó que la lluvia tal vez le hacia mal. Acomodó su "cabello" en su espalda, cubriendo al indefenso humano con el que cargaba.
El humano tenia frio, no era solo la lluvia, jamás descubriría que el viento, que es lo que respira,  provoca su malestar; pero de todas formas lo ayudo a sobrellevar la situación, entre su cuerpo frío y su cabello se creó un pequeño microclima que se volvió menos hostil.
Al acercarse a la costa las olas se volvieron mas intensas, pero sin embargo se ayudo de ellas para acercarse al territorio humano. Nado evitando sumergirse lo mas posible, hasta que sintió que el agua de apoco iba desapareciendo.
Intento que el humano lo soltara, pero este, aterrado, solo se había aferrado mas a él.

Nadó hasta que no pudo continuar y tuvo que usar sus "pies". Vio a los humanos hacer esto muchas veces pero por las aletas que se extendían entre cada dedo la tarea le resulto muy difícil, pero no tardo mucho en dominarla. Camina y trastabillaba, pero no caía.
Se sentía pesado, él y sobre todo aquel humano a su espalda. Su cuerpo se torno rojo, como su color original, entero, salvo sus pies que eran del color de la arena.
La lluvia comenzó a caer y desde el fondo los primeros truenos iluminaban el cielo.
El complejo sistema respiratorio, que poseía el tritón lo hacia un ser que podía pasar algunas horas fuera del agua. Pero no por mucho tiempo ya que comenzaban a debilitarse gradualmente. 

Notó a la distocia a un humano salir de una pequeña estructura cuadrada, con unas escaleras, toda blanca, un bañero, pero no sabía que era eso. Este se asombro, cayo sobre su espalda y saco su celular, comenzando a filmar. El tritón solo se lo quedo observando, esperando a ver si era un peligro. El humano sin poder creer lo que veía duda, se incorporo y se acerco lentamente, con sigilo hasta llegar frente a aquel ser.
El tritón vio a un sujeto temblar con cara de espanto, y un objeto entre sus manso, rectangular; lo observo de cerca pero no le agradaba en lo mas mínimo, tal vez algo en la cara de ese sujeto, no lo sabia.
Hizo su escamosa mano un puño que impacto con toda su fuerza contra uno de los costados de su cabeza, cerca de su oído. Esto hizo que callera desmayado en un claro knockout que consagraría como el ganador en algún encuentro.
El sujeto no volvió a moverse así que solo lo agarro por la ropa, lo levanto en el aire y lo cargó hacía la dirección en la que él consideró sería apropiado. Agarró el pequeño objeto rectangular y de color negro también, pensó que le serviría. 
La lluvia era lo que hería al humano entonces debía buscar algún lugar apropiado para dejarlo.  A pocos metros había una fila de locales que en pleno verano servirían para servir comida y albergarían a varios clientes. En aquella época ya estaban vacíos por la bajas demandas, para su suerte, porque eligió el primero de estos. 
Deja caer al hombre entre bolsas y basura botellas de vidrio las cuales se rompen en un enorme estruendo. Se inclina frente al sujeto, mirando su rostro fijamente, constatando que estaba inconsciente y entonces lo nota, llevaba ropa, como su humano. Toca con sus manos los muslos de su humano, lo siente frío y recuerda que al agarrar al otro, ahora dormido sobre bolsas, este estaba tibio. 
Debía proteger a Izuku, es especial.
Le quita un buzo grande de color negro, tal vez sería de su tamaño, pero no lo usaría; debajo una playera color blanca, también la retira; sus shorts de playa junto con medias y calzado. Lo único que deja es su ropa interior, entre los de su especie mostrar aquella zona era un taboo muy grande y si llevaba ese pedazo de tela pensó que era por algo. 
El tiempo lo apremia, la lluvia comenzó a caer y, a pesar de que estaba debajo de un techo, debía apresurarse, el humano a su espalda seguía temblando y ocasionalmente oía pequeños quejidos. Rodea la estructura, no logra entenderla completamente. Solo encuentra un gran rectángulo, un relieve en la textura; era la puerta. La patea y la derriba de un solo golpe. Cae entera al suelo e ingresa al lugar. 
El local tenía una pequeña habitación para que el dueño del sitio pudiera descansar. Lo deja sobre la cama, que parecía apropiada para el humano. Había intentado con una mesa, pero sus extremidades se caían y la silla no las entendió, rompió dos a patadas, no le agradaban. 
El humano se encogió, seguía temblando y se quejaba. Aun no estaba bien. Vio al ropa en su mano y decidió actuar. 
Primero retiro la playera, vio su cuerpo desnudo por primera vez, era delgado y casi ni músculos tenía. Tocó con su dedo índice el vientre del humano y este se hundió, se sintió suave debajo del tacto. Es pálido e instintivamente sus escamas imitaron su tonalidad; tenía dos botones rozados en los pectorales y una comisura en el vientre, su ombligo. 
Su forma parecía casi humana, al salir del agua sus branquias y escamas se contraen para retener humedad, esto lo hacía ver mas liso salvo por su tacto, y sus manos y pies, pasaría de ser percibido. 
Lo volvió a vestir con las ropas robadas, primero la playera, ya que vio que tenía una igual, y luego el buzo, que era muy grande para su humano, este le llegaba a tapar casi hasta las rodillas. 
Intentó sacar sus pantalones, no solo le costó un horror al estar húmedo, si no que se atoró en los tobillos por el calzado. Revoleó ambos por el aire, furioso contra ellos, junto con las medias y los pantalones empapados. Decidió que no le podría nada más, así se encontraría bien. 
La última prenda, había llegado tan lejos y no podía omitirla, la comenzó a bajar lentamente y, si pudiera, se sonrojaría. Frente a sus ojos apareció lo que de inmediato reconoció como su órgano reproductor. Arrojó su bóxer por los aires y le dio la espalda. Era similar al suyo, aun que llevan algunas diferencias; el suyo no podía verse a simple vista, solo en el momento del coito. Estaba ahí, tan expuesto que no pudo volver a verlo. Además que lo asombró que fuera de "su tipo" esperaba que fuera complementario al propio.
Tal vez luego investigaría sobre los humanos. 
A sus espaldas un débil Izuku, ahora abrigado por la ropa seca, se remueve, se pone de costado y se acomoda en posición fetal.
Lo cubre con algunas cobijas, instintivamente, creyendo que eso le haría bien y se retira de la habitación. 

Hombre anfibio. [Katsuki Bakugo x Izuku Midoriya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora