Capítulo tres
Ya era hora de receso y estaba recogiendo mis cosas para probablemente volver a perderme hasta encontrar la cafetería. Me acomodé la mochila en el hombro y salí del aula. Sí, al parecer no simpatizo mucho ya que nadie se acercó a hablarme y no soy tan atrevida para meterme donde no me llaman.
Por alguna razón todas las chicas estaban chillando como locas en una esquina. Empezaron a regarse cuando esa ´Razón´ empezó a caminar. Me dí la vuelta - dándole la espalda a aquel escandalo - dispuesta a encontrar la cafetería cuando siento un brazo alrededor de mi cuello.
- Hermanita - Me susurró al oído nada más y nada menos que Christian White. El mismo estúpido que me dejó sola en el estacionamiento de un lugar al que nunca había ido.
- ¿Ahora te dignas en aparecer? - Lo fulminé con la mirada y sacudí los hombros lanzando su brazo al lugar que pertenecía: Lejos de mí.
- Tenía cosas que hacer - Rodé los ojos.
Así que Christian era esa ´Razón´ por la que las chicas se desmayaban. Se confirma mi suposición es un Playboy rompecorazones de ojos pardos. Resoplé fastidiada. ¿Dónde estaba la cafetería?.
- Vamos te voy a presentar a unos amigos - dijo tomándome por la cintura.
- No, gracias - Me safé de su agarre - voy a la cafetería.
- Nunca dije que no íriamos a la cafetería - en su cara se formó una sonrisa pirata.
Caminamos hasta unas puertas dobles plateadas. Al abrirlas soltaron un ruido seco que inundó el lugar llamando la atención de todos.
- Genial - susurré que con obvio sarcasmo.
No era muy de llamar la atención, prefería pasar desapercibida.