01

2.5K 130 83
                                    

Muchacha ojos de papel
¿A dónde vas? Quédate hasta el alba
Muchacha pequeños pies
No corras más, quédate hasta el alba

.・   ゜-: ✧ :-  ゜・.

Esperaba con ansias a que la campana sonara y al fin podría irse a su casa. Los días en la universidad habían sido más que difíciles, fin de año se acercaba y junto a él el cierre de notas, trayendo nada más y nada menos que millones de trabajos prácticos.

Y Tiago solo podía pensar en salir del aula para poder cruzarse a su amigo, o conocido, por los pasillos de la institución.

Su profesor estaba terminando de explicar el último trabajo del trimestre, con el cuál podría aprobar todo el año, pero él no escuchaba, solo miraba la ventana y el reloj a cada rato, ya con todas sus cosas dentro de la mochila dispuesto a salir primero.

La escuela nocturna era lo peor, no sabía porqué había elegido ir a ese horario. Se acostaba más tarde de lo planeado y se levantana tarde, sin duda sus horarios se habían desordenado.

Pero le gustaba quedarse hasta tarde porque hablaba aunque sea diez minutos con Mauro, a quien consideraba su amigo aunque no le hablara mucho en persona.

La seguridad por chat era mayor para él, podía pensar bien qué decir para no quedar como un tonto. Y Mauro se sentía igual, hablar por celular lo ayudaba mucho con su leve, pero presente, ansiedad social.

Al fin se había escuchado el ruidoso timbre, el morocho salió rápidamente despidiéndose de su profesor sin darle mucha atención.

Ya eran las nueve de la noche y si tenía suerte podría pasar a comprar aunque sea unos fideos para comer. Se había olvidado de hacer las compras de la semana y bueno, ahí estaba sin tener más que una caja de té a medio usar y un pan medio duro.

-Mau, hola.

El peligris se giró para ver quién era aunque sabía que Pacheco era el único que le hablaba. Lo saludó nuevamente y preguntó como estaba, mientras empezaban a caminar hacia la salida.

Ya era de noche y el peligro a esa hora aumentaba, y más porque era horario de salida escolar.

Tiago dudó en invitarlo a hacer algo. No podía salir a comer porque no tenía plata, en su casa no tenía comida y tampoco se sentiría cómodo con ir a la de Monzón.

-¿Querés... querés ir a comer algo? Corte un pancho o algo así.- Le preguntó Mauro a él, siendo la primera vez que aquel jóven introvertido proponía hacer algo.

-Gracias, pero coso, no ten-

-Yo invito, yo dí la idea.

No sabía de dónde había sacado el valor para invitarlo a comer, ni siquiera podía mantener una conversación fluída más de cinco minutos. Pero ahí estaban yendo a algún local de comida, mientras las charlas iban aumentando cada vez más.

Solo habían estado juntos un poco más de una hora y ya sentían que se conocían de toda la vida. Estaban por terminar de comer cuando a Mauro le empieza a sonar el celular.

-¿Mati? ¿Qué pasó amor?

Amor, por alguna razón le había dolido aquella palabra, aunque no tenía razones, ni siquiera era su amigo de verdad.

-Mati, cielo, estoy con un amigo ahora no puedo ir... no, no empieces, chau me tengo que ir.

Se sorprendió al escucharlo rechazar algo con el que parecía ser su novio. Nadie nunca había hecho eso por él, se sentía especial de alguna forma.

Aunque también se había quedado pensando en aquel "no empieces" y el tono que había usado Monzón, ¿Con qué no debía empezar? No tenía porqué entrometerse pero algo le preocupaba.

-Perdón, tenía que atender, ¿En qué estábamos?

Monzón hablaba como nunca lo había hecho con alguien a quién no conocía tanto. Pero Tiago se perdía entre su rasposa pero tranquila voz, y aquellos ojos verdes tan hermosos y frágiles.

Podía oír palabras salteadas, estaba tan concentrado en sus facciones y en las muecas que hacía mientras le contaba algo que le había pasado esa tarde con su mamá.

-¿Tiago, estás bien?- Preguntó el ojiverde al verlo tan perdido. -Perdón, seguro hable mucho y te hice perder.

-Estoy mejor que nunca.

Le sonrió de costado y Mauro sólo se sonrojó levemente, agarrando su gaseosa y tomando de ella para no sonreír como un tonto.

A Mauro le quedaba el cono de papas que habían pedido casi lleno, así que decidió compartirselo a su acompañante.

-Me caes bien.- Dijo el ojiverde mientras lo veía chuparse los dedos, Tiago le sonrió. -Sos tierno, en el buen sentido claro, mira si sueno como un viejo pedófilo.

-Gracias, creo. Vos también me caes bien... bueno, hablemos de nosotros, ¿Tenés pareja? Yo no, tenía, pero bueno pasaron cosas.

-Sí tengo, pero no sé que onda, anda raro últimamente y me hace sentir un toque mal. Capaz él está mal y le da vergüenza contarme qué le pasa o algo.

No quiso contarle realmente qué pasaba, si bien le había agarrado un poco de confianza tampoco quería sobrepasarse.

Realmente hace meses su relación andaba inestable. Al principio eran celos por parte de su novio, Matías, y él los toleraba ya que eran normales. Pero ahora eran más fuertes y Mauro no aguantaba eso.

-A mí mi ex novia me dejó cuando le dije que quería que tengamos una relación un toque abierta, cosa que ya habíamos hablado antes de empezar a salir y eso. La cosa que se re enojó, y más cuando le dije que era bisexual, re boluda igual porque pensó que la estaba cagando con un chabón y nada que ver.

-Que paja...

No sabía qué decirle, de todas formas ya no estaban más juntos. De ahí no supo que más decir, Tiago sentía que la había cagado al queres hablar de sus vidas amorosas.

Miró la hora y se sorprendió, aseguraba con su vida que sólo habían estado dos horas allí, pero no, eran casi las doce y media, muy tarde.

-Wacho es re tarde, en qué momento.

-Dicen que cuándo éstas con alguien copado el tiempo pasa volando.- Le dijo Mauro mientras se levantaba del asiento y se ponía su mochila en el hombro. -Me divertí mucho Ti, pero es tarde y me tengo que ir a lo de mi... mi novio.

Murmuró un tanto incómodo, había descubierto que no le agradaba mucho nombrarlo frente a Pacheco, pero no sabía porqué.

-¿Te tenés que ir? Si querés vamos a pasear por la city, ¿Qué decís?

-¿Mirá si nos roban?

-Y bueno, si roban que nos roben estando juntos.

Trató de animar un poco Tiago para que la tensión que se había quedado dando vueltas se fuera del todo.

Monzón la pensó un poco, si llegaba a esta hora sería sometido a preguntas tóxicas e insoportables, si llegaba a la masrugada también. Pero la estaba pasando muy bien con el morocho a su lado y no quería perder eso.

-Bueno dale.

Empezó a caminar aferrándose a su mochila por las dudas, no quería perder todos los trabajos que tenía que entregar y tener que rehacerlos.

Pero sus preocupaciones por ser asaltado se fueron cuando notó a Tiago un poco nervioso, mientras jugaba con sus manos.

Sonrió de lado al verlo así y solo pudo tomarle una mano, entrelazando sus dedos. Eran tan cálidas, aunque no hacía frío había una leve brisa, pero las manos de Tiago le sacaban todo frío que tenga. Además eran suaves, como si estuviera agarrando un peluche de felpa.

-Tranqui, si estamos juntos nada nos va a pasar.

• tiramisu •

muchacho ojos de papel || litiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora