CAPÍTULO 2: SALVA

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LIAM JONES

 Llevo 2 días siguiendo a Emma, aquella chica del vestido celeste que lucía cual espectro de luz que resplandecía en toda mi periferia, aunque hoy no vestía de celeste, y ayer tampoco, las prendas de ropa que uso ayer me hicieron recordar a la vestimenta de una chica Punk, el día de hoy estuve siguiéndola desde que salió de su casa en la calle 45 con tercera transversal al auto lavado de la zona este de la ciudad y el color que tenía su vestido DG era blanco ―como si ya no luciera muy llamativa―.

 Emma cumplió 21 años el mes pasado, sus padres no estaban nunca en casa, o bueno, estos últimos 2 días no logre verlos en ningún momento mientras observaba la casa 27 del vecindario, en donde habitaba Emma Miller y su familia; tenía un jardín con hermosos tulipanes y flores de otras especies preciosas, casi tanto como su sonrisa al ver el cielo por la ventana cada mañana, casualmente la única sonrisa que le regalaba al universo durante el día.

 ―Son las 4:23 de la tarde, ayer a esta hora salió a correr por el boulevard, aunque hoy tiene pinta de llover― Pensé.

 Ver que cogió su abrigo y salió desmesurada por la entrada principal me dio mucha risa, pareciera que no tenía la menor idea del clima que hacía, pero de todas formas era obvia la intención de la chica con la prenda abrigadora.

 Pasaron 40 minutos mientras la seguía a pie, cautelosamente, desde una distancia prudente, pero vaya que era molesto mantener el paso, parecía una trotamundos, no sabría cómo explicar la ansiedad que sentía cuando comenzaba a correr, se me caía la lengua, era humillante que una mujer corriera más que yo.

 ―Creo que debo dejar las comidas de media noche ―.

 De igual manera era totalmente explicita la vista, su cuerpo era tan perfecto, tenía un peso de entre 50 y 57 kilogramos, media 1.65 centímetros, sus glúteos tenían una forma tan... Provocativa.

 De regreso a su casa paso por la tienda de abarrotes y compro un café instantáneo, sin azúcar, me dio risa porque una lluvia de recuerdos sobre mi padre ametrallo mi mente.

 Abrió la puerta, entro, la vi desvestirse por partes, me sorprendió al notar que tenía una ropa interior de encaje color celeste.

 ―Que chica más extraña.

 Su silueta semidesnuda era tan perfecta, cada longitud hacia similitud con las montañas que rodean el panteón de Athenas en Grecia, era totalmente perfecta.

 Quería violar el monte de venus sin medir las consecuencias, pero algo me detenía, ya eran las 6:00 PM, la caída del sol anunciaba junto a las sirenas policiales una noche llena de patrullas, en los últimos días se han suscitado varios crímenes cerca de la zona central, es normal que comenzaran a rondar las zonas aledañas, pero eso no dejaba de ser muy molesto, para alguien como yo las patrullas solo me ponen los nervios de punta, ya era hora de despedirme de mi resplandor celeste.

 ―Adiós pequeña saltamontes.

 A la mañana siguiente, al despertar, me fui en mi motocicleta hasta el pie de la montaña "Mount Di'Willy", me trajo ciertas recuerdos fugaces.

 De la nada apareció una mujer con un semblante altamente provocativo, la cual paso por mi costado intentando llamar mi atención. Lo logro.

 La decisión que tome con respecto a esta mujer fue la misma decisión que tome con las otras 34 mujeres.

 Llame su atención con la llamativa Harley del 58.

 Se subió sin chistar en ella.

 La lleve a una zona boscosa.

Obsesión FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora