Predator Vs. Aliens: The Lost

Capítulo Dos: La cría

El viento fuerte y tormentoso, seguía corriendo como el grito de un dios dormido mientras la nave Yautja permanecía inmóvil al lado de aquella malformación de roca, y dentro de la misma, su pasajero yacía desmayado, con la cabeza sobre el volante, y como si todo hubiera sido una pesadilla, rugiendo alzó la cabeza de golpe, viendo poco después de calmarse —entre transpiraciones— el ventanal al frente, donde apenas y podía distinguir algo entre tanta tormenta. Sin pensarlo, giró su cabeza hacia el respaldo izquierdo, en donde presionó un botón que liberó en su lado izquierdo aquel holograma circular rojizo. Pero este parpadeó al emerger, y finalmente desapareció. El yuatja presionó de nuevo el botón del respaldo en repetidas ocasiones, mas el programa estaba muerto. Un fuerte estruendo al frente suyo lo hizo saltar un poco de su asiento, y volver a fijar la vista al frente de sí. Aquel ruido había sido uno de los escombros de aquella nave que él y sus hermanos invadieron. Sus hermanos... El Yautja en un tronido de mandíbulas lento y melancólico, alzó su mano derecha para apoyarla en la frente de su máscara. Pero, como si supiera que no era momento para sufrir, negó con la cabeza, gruñendo un poco, para después alzar su muñequera izquierda, abrir su tapa y presionar un par de códigos; teniendo intenciones de que la nave mandara una señal de auxilio. Pero la pantalla dentro de su guantelete, cayó en estática, dando señal de que o había demasiada interferencia, o la nave estaba tan dañada que no podría enviar nada. La frustración del Yautja volvió a representarse en un potente rugido que terminó con él golpeando el respaldo derecho. Transpirando nuevamente, tomó el sujetador de su pecho para liberarse del cinturón y poder bajar. El cuarto estaba destruido. El ventanal delantero estaba agrietado. La pantalla que le había informado de los daños estaba caída y agrietada. De los techos sobresalían cables y cables. Y las paredes liberaban escapes de chispas eléctricas. Tratando de asimilarlo, el Depredador posó su mirada a por detrás del asiento de piloto, donde reposaba el cuerpo sin vida de su líder. 

La rampa trasera de la nave, comenzó a descender de manera lenta y forzosa, trabándose a la mitad mientras emitía un sonido metálico repetitivo, señal de que los engranes de la misma estaban atorados; durando así unos segundos ante de seguir su curso, golpeando con cierta brusquedad la piedra del suelo. De allí bajó el último Yautja, cargando en brazos a su líder. El viento era bastante fuerte y molestaba a los oídos, sin contar que movía de manera incómoda sus protuberancias de la cabeza, pero eso no iba a detenerlo, así que gruñendo siguió avanzando.

Rocas y rocas se alzaban por encima del cuerpo sin vida del Yautja veterano, siendo la mano del último sobreviviente, el cual inclinado puso la última piedra sobre su tumba. Después, y apoyando sus antebrazos en su rodilla, el ser que vivía para la caza bajó la cabeza y emitió un quejido ahogado; triste. Y con este sentimiento es que alzó de nuevo la mano para acariciar el sepulcro en su forma de mostrar pesar y respeto. 

De regreso a su habitación, el Yautja se liberaba del cinturón ceremonial, para colocarse uno de batalla, encaminándose así al ventanal donde había liberado su traje, presionando ahí un botón que estaba al lado derecho de este, viendo abrirse una compuerta de dos puertas que chocaron un poco al desplazarse a sus lados contrarios, revelando una armería de diferentes tipos de armas. De ahí tomó una lanza de dos puntas, la cual al presionar un botón de en medio, se contrajo a la altura de la mano, guardándola así por detrás de su cintura. Lo siguiente fue una especie de disco, del cual sobresalían cuchillas afiladas en la parte superior pero dejando espacio por debajo para poder ser sujetada.