~Japón, año desconocido.
- Muchas gracias, por salvar a mi hijo- dijo la mujer cargando a su bebé de un año.
- No hay nada que agradecer, si la fiebre vuelve tráigalo de nuevo, haré lo posible por qué se recupere.
- Gracias otra vez, - dijo inclinándose con respeto- le traeré rábanos cuando pueda.
- Lo agradezco, cuidense mucho.
La mujer volvió a inclinarse brevemente y partió su camino hasta la aldea. Su casa, dónde atendía a los enfermos, era bastante más apartada, pero no le tomaría tanto tiempo el llegar a su hogar. Solo esperaba que no comenzara a nevar otra vez.
Seungcheol tenía al rededor de 30 años. Una vida completa, dirían algunos, pero una muy diferente a aquella en Marian. Si, él recordaba todo lo vivido esa vez. No podría explicar cómo, es muy difícil ponerlo en palabras. Cuando era un niño, vivió en paz, ignorante como cualquier otro, pero al crecer comenzó a recordar poco a poco. En algún momento pensó que solo eran sueños, de hecho aún lo pensaba a veces, pero aquellos recuerdos, aquellos sucesos, eran tan vividos. Si cerraba los ojos aún podía sentir el intenso calor, la suavidad de la telas, el peso de las joyas y el aroma de aquel al que amaba.
¿Cómo era posible? ¿De verdad eran recuerdos? ¿Todo eso había pasado realmente? No podía asegurarlo, no entendía nada, pero tampoco tenía a nadie a quien preguntarle.
Sabía que el recordar todas esas cosas no era algo común, si se lo dijera a alguien lo tacharían de loco. Porque ¿Quién sería capaz de entender que no había olvidado el intenso amor que tenía por ese hermoso hombre y que a causa de ello había decidido vivir solo en esta vida? No entendía porque él era el único que recordaba haber vivido otra vida, ni tampoco sabía que había sido de todas las personas que conoció. ¿Qué habrá sido de Jeonghan? ¿Había nacido de nuevo? ¿En la misma tierra que él? Incluso si así fuera, quizás él no lo recordaría, quizás ya había encontrado a otra persona a la cual amar y vivir feliz.
Pensamientos como ese lo agobiaban de vez en cuando, pero era inútil pensar en todo eso. No sé quejaba de lo que había sido está nueva vida hasta ahora, pero no era lo mismo sin Jeonghan a su lado. Tampoco entendía cómo sabía que era otra vida y no solo sueños, no había forma de describirlo, solo lo sabía.El amor estaba ahí, intacto, estuviera loco o no, fuera un sueño o no, era incapaz de amar a alguien más que no fuera Jeonghan.
Cheol había nacido en una tierra muy distinta a Marian y al desierto. Aquí el clima era cálido en verano y muy frío en invierno. La nieve, sin duda era una de sus cosas favoritas en esta vida, era algo totalmente nuevo y completamente opuesto a la molesta arena de aquel entonces.
Sus padres en esta vida también eran otras personas. Su padre fue un hombre que aprendió como sanar enfermedades y curar heridas, un hombre amable de carácter suave, que le enseño de pequeño como usar las hierbas y plantas del bosque. Su madre era una mujer resuelta, muy capaz y fuerte. Ella atendía la casa y ayudaba a su padre con los heridos, sin mencionar que era conocida en el pueblo por ayudar a mediar problemas hasta resolverlos. Ambos lo criaron con amor y cuidado, Seungcheol estaba muy agradecido con ellos. Ambos fallecieron cuando él tenía unos veinticinco, su madre de una enfermedad y su padre fue asaltado por bandidos de camino a la villa. Cheol había llorado por ellos, sin saber realmente si otra vida les aguardaba más allá, solo esperaba que de ser así, fuera tan feliz como la que ya habían vivido.Desde entonces Cheol se encargó de seguir con el oficio de su padre, atendiendo a las personas de la villa y a cualquier viajero que necesitara ayuda. No pensaba moverse esta vez, ya había viajado lo suficiente antes, esta vez quería conservar lo que sus padres le habían dejado, para honrar su memoria. En aquel entonces abandono a su familia para ir por el mundo, está vez sería diferente, definitivamente sería filial y cuidaría de lo que le habían dejado.
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Vida tras Vida, hasta encontrarte (JeongCheol)
RandomTe conocí una vez, en mi primera vida. Prometimos vernos otra vez, yo te buscaría y tú a mí. Volvimos a encontrarnos, una y otra vez, pero no siempre tuvimos una historia feliz. Lloramos mucho y reímos aún más. Te amé cada día de todas mis vidas y s...