Capítulo único

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Sabía que esto sucedería, tarde o temprano todo lo que había construido con Ethan terminaría de esta forma. Su pasado vendría por él, por su esposo y por su cachorro. Sabía que todo tenía fecha de caducidad pero aún así, quiso intentarlo; tener una familia, un buen empleo, un lugar al cuál llamar hogar. No como esa mierda en la que fue obligado a crecer.

Su respiración se volvió pesada, acaba de enfrentarse a lo que llamarían un lycan o para Ethan, un hombre lobo. Fue durante el enfrentamiento que por su cabeza pasó en diminuto pensamiento de agradecimiento hacía quien decía ser su madre. Ni aún que lo torturaran por siglos le agradecería nada. Su habilidad otorgada por la megamiceta le fue de utilidad en su vida diaria, claro sin usarlo con frecuencia y con cierta discreción.

Llegados de nuevo al punto en el cual acaba de descuartizar a un hombre lobo, se concentró de nuevo en el ahora. Primero encontrar a su cachorra y segundo a su omega; no dudaba de las habilidades de defensa de su pareja, este logró sobrevivir a un infierno en vida hace unos años atrás. Sabía de sobra que Ethan se las arreglaría, pero está vez no estaría solo, lo tiene a él, a Karl Heisenberg, el alfa que juró protegerlo y cuidarlo siempre. Esta vez saldrían ambos de esto.

Decidió saltarse la iglesia e ir directo al castillo de Alcina, esa hija de puta de quién tiene recuerdos desagradables. Haciendo absolutamente todo lo que le decía su "madre" con tal de volverse la favorita, incluso llegar a matar a diestra y siniestra a jovencitas con tal de poner a prueba el cadou con alguna variante. Nunca le gustó ir a ese lugar, lleno de opulencia y falsa diplomacia. Pero tenía que encontrar a su bebé, la pequeña Rosemary, quien se había vuelto su todo junto con Ethan. Es su padre, y la encontrará, así tenga que ver cara a cara a esa mujer gigante y con aires de realeza. Así tenga que matarla, lo hará.

El enfrentamiento con Alcina Dimitrescu fue inevitable, el tener que matar a las que decía eran sus hijas, le provoca un malestar, ¿Cómo podía decir que eran sus hijas? Cuando las hizo pasar innumerables pruebas hasta que se convirtieron en lo que eran. Con las tres chicas decidió ser rápido, pero con Alcina, se tomó su tiempo. Y disfruto cada segundo como realmente jamás pensó qué lo haría.

El segundo lugar al cuál ir fue con Moreau, el pobre imbécil con problemas de mamitis aguda. Le causó cierta incomodidad el tener que matarlo, la primera era porque estaba en el lugar más apestoso y hediondo del planeta y el segundo, le tenía cierto aprecio al desdichado. Aún tiene un par de recuerdos agradables con Salvatore Moreau, pero eso no importó al momento de asesinarlo; en alguna parte de él, sabía que Salvatore sufría y su deber como hermano menor era liberarlo de dicho sufrimiento.

En ambos encuentros se topó con una dolorosa realidad, su pequeña había sido fragmentada en cuatro pedazos. Esos pequeños frascos con aspecto descuidado tenían a su amada hija, su pequeña Rosemary había sido ultrajada por la perra de Miranda. Y lo pagaría muy caro.

Su pasado lo había alcanzado desde Rumania hasta Albany; en algún momento pensó que huir lo más lejos que pudiera serviría, que la loca perra de Miranda nunca lo encontraría. Cambiar de nombre no funcionó, trabajar para una empresa dedicada a exterminar el mismo tipo de monstruos que Miranda no le dio la seguridad que necesitaba, ni él, ni a Ethan, mucho menos para Rose. Trabajó durante años para encontrar la forma de erradicar lo que dejó umbrella en Raccon City, lo que surgió en algún pueblo de España, y evitar que alguien más viviera lo mismo que Ethan en Luisiana. Pero parecía que nunca acabaría, que la influencia de Miranda y sus seguidores seguiría siempre. 

No pudo proteger a Ethan.

No pudo proteger a Rosemary.

No pudo cambiar los hechos del pasado y el futuro es incierto.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2021 ⏰

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