Todo era oscuridad y un vacío infinito, rodeado de una negrura abrumante, al ver todo lo que me rodeaba fue cuando entendí que estaba muerta. Lo único que podía ver bajo mis pies era una fina pasarela que llevaba hasta una puerta que se encontraba muy lejos de donde yo estaba. Esta estaba iluminada por pequeñas líneas de luz situadas a los costados.
Era seguro, tenía que estar muerta, y ese era el final de todo, o eso creía.
Dudé en avanzar o quedarme allí parada, pero dado que no tenía forma de escapar decidí acercarme lentamente a la puerta. Antes de girar el pomo y abrirla, intenté recordar cómo había llegado hasta allí, rememorar los últimos momentos de mi escasa vida, pero lo único que me venía a la mente eran páginas en blanco, o fotos de recuerdos demasiado borrosos como para poder entenderlos y un fuerte dolor de cabeza, así que sin pensármelo una última vez, giré el pomo y abrí la puerta.
Una luz embriagadora me recorrió todo el cuerpo. Entonces, abrí los ojos y miré lo que había detrás de esa puerta misteriosa. Era una simple sala de estar, ocupada principalmente por un mostrador como el que hay al pasar a la consulta del médico, decorado con una par de plantas de plástico, donde una señora de mediana edad apuntaba cosas en los papeles desorganizados que tenía sobre el escritorio y tecleaba cosas en el ordenador, mientras que soltaba pequeños gruñidos de frustración. A los laterales de la habitación se encontraban dos sillas en ambos lados, y entre medias de estas había una pequeña mesa de cristal donde se encontraban varias revistas desperdigadas. Las luces neón del techo, parpadeaban incansablemente, haciendo que me costase adaptarme a la oscuridad de la sala.
Me quedé parada delante de la puerta, sin saber qué hacer, ¿me sentaba en las sillas?, ¿me acercaba al mostrador?, ¿me quedaba ahí de pie?, ¿qué se suponía que tenía que hacer?
Decidí acercarme a la señora. Ella reparó en mi presencia y pegó un pequeño brinco y arrugó las cejas frunciendo el ceño, haciendo que me viniese a la mente, la imagen de una mujer muy hermosa, pero la aparte rápidamente de mis pensamientos porque me provocó una sensación muy extraña.
La señora que se encontraba detrás del mostrador, aparentaba ser de avanzada edad, con el pelo canoso enrollado en un moño bien colocado. Llevaba puesta una linda chaquetita de lana de color morado sobre una camisa abotonada de color pistacho. También portaba unas grandes gafas de gato, que la hacían los ojos muy grandes.
-Vaya querida – se ajustó levemente las gafas y me miró de arriba abajo – has llegado antes de lo que esperaba, parece que no has tenido mucha suerte, ¿recuerdas que es lo que te pasó antes de morir? – así que era cierto, estaba muerta.
-No,todo son fotos borrosas y lagunas – dije casi susurrando, no encontraba lafuerza suficiente para articular más de dos palabras seguidas.
-No hay problema cielo – la mujer endulzó un poco su tono, como suele hacer la gente cuando tienen que decir algo que saben que no quieres escuchar – algunas muertes son un poco traumáticas, puede que tardes un poco en recordar lo que te pasó, pero no pasa...
Sentí como el aire se escapaba de mis pulmones antes de que la mujer pudiese terminar la frase, ¿pero cómo era aquello posible?, ¿no se suponía que estaba muerta? Caí al suelo de rodillas, sujetándome el pecho con las manos, como si así pudiese recoger todos los pedazos rotos de mi pequeño corazón, como si pudiese evitar el hecho de estar rompiéndome.
La mujer asustada salió corriendo del mostrador y se agachó a mi lado mucho más rápido de lo que una mujer de sesenta años debería poder.
-Cielo, dime que te sucede, ¿qué es lo que notas? – se palpaba la preocupación en su tono, pero también la determinación, como si esta situación le hubiese pasado otras veces antes.
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Durmiendo con un monstruo
Mystery / ThrillerTras un aparatoso accidente, a Adele no le queda más remedio que empezar una nueva vida en la que no recuerda nada del pasado, todos sus recuerdos se han esfumado y ahora tiene que ir a terapia grupal, para que supere su supuesto 'trauma', donde se...