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Ser parte del equipo nacional de quidditch de Inglaterra era una experiencia extraña para Harry. Todo estaba cuidadosamente protocolizado. Tenían un sanador especializado en deportes que asistía a los partidos y hacía consultas particulares. Era un señor bastante amable, le recordaba un poco a la enfermera de Hogwarts con lo tradicional que era.

Lamentablemente, debido a que contrajo Escrofungulosis, por un tiempo habría un reemplazo. El equipo estaba sentado en los vestidores cuando entró la entrenadora.

—Atención, equipo. Este es el Sanador Riddle. Estará a cargo de su salud por un tiempo. Denle una cálida bienvenida.

La entrenadora hizo un gesto con la mano y la mandíbula de Harry cayó. Aún en una habitación llena de lockers del peor color celeste y con un extraño olor a talco en el aire, el hombre lucía completamente distinguido. Ridículamente alto, cabello con varias hebras plateadas y pómulos afilados.

—Me siento honrado de poder cuidar de nuestro orgullo nacional —saludó el hombre con una voz profunda y ronroneante—. Mis métodos son algo distintos a los del Sanador O'Hara, pero no por eso menos efectivos.

Harry se preguntaba cuántos años tenía, y si tendría un hijo. Estaba seguro de que los muggles tenían un término muy adecuado para padres que se veían tan bien.

Suspiró y decidió dejar de fantasear con tonterías. A pesar de que estaba en el equipo nacional, estaba lejos del top ten de jugadores atractivos de la liga.

————

Cuando impactó de lleno contra el buscador de Croacia, y se estrelló contra las gradas, Harry pensó que podría verlo de cerca.

Harry era un idiota.

Los chequeos comunes existían, y definitivamente no se había estrellado a propósito. Pero su foco debería ser la snitch. Sacudió la cabeza y enderezó su escoba.

————

Riddle agitó su varita escaneando su cuerpo. Nunca antes había visto tantos hechizos de escaneo distinto. Al lado del sanador una vuelapluma escribía cosas en un anotador.

La entrenadora, quien había sido bateadora en su época de jugadora, se encontraba esperando de brazos cruzados. Harry siempre había admirado lo firmes y peligrosos que se veían sus brazos cuando esperaba tensa.

—He sanado los rasguños que se hizo con el golpe. Para los moretones tengo un bálsamo de simple aplicación.

—¿Pero...? —preguntó la mujer percibiendo algo en el tono del sanador.

—Tiene algunos músculos resentidos. Observé que durante el vuelo su buscador utiliza mucha fuerza de golpe para usar algunas maniobras. Si no se hace un tratamiento para esto, podría resultar en un problema futuro.

—Inicie el tratamiento, entonces.

—Tomará un tiempo y requerirá de privacidad, los pacientes tienden a no disfrutar ser vistos. ¿Los otros jugadores requieren mi asistencia?

Harry se perdió el final de la conversación, algo preocupado por las palabras del sanador. ¿Era un tratamiento grotesco? ¿Humillante?

Pronto se quedó en el cuarto que se usaba como enfermería, solo con el sanador. El silencio le parecía atronador y la camilla inusualmente rígida. También estaba seguro de que olía terrible.

—Sr. Potter...

—Llámeme Harry —interrumpió Harry.

—Harry —accedió el sanador—, para aplicar el bálsamo debo quitar tu ropa y tocarte en las zonas afectadas, ¿conscientes al tratamiento?

FisioterapiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora