Eres mía

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El aire era inundado por felicidad, todo el cuarto estaba repleto de un suave aroma a flores, y las costureras danzaban a tu alrededor acomodando de mejor forma el vestido sobre tu cuerpo. El tan ansiado día había llegado con extrema rapidez, llenando de jubilo tu pecho y algunos calambres de nervios tu estómago. 

Escaneaste una vez más tu silueta en aquel gran espejo que permitía poder ver por completo todo tu cuerpo, el sol que entraba por los grandes ventanales hacía brillar tu blanco vestido. Detuviste tu mirada en tú cabello que iba levemente recogido por una fina tiara de diamantes, estos eran reales puesto que tu excéntrico futuro esposo había dicho que la mujer de su vida debía de lucir esplendida hasta el más mínimo de sus cabellos. Y como de costumbre así había sido. 

- Se ve hermosa señorita.- Una señora de las que estaba arreglándote te miró con regocijo.- Será la novia más hermosa en toda Corea sin lugar a dudas.

Sonreíste apenada apenas pronunciando un ''Gracias''.

Unos pequeños golpes se escucharon contra la blanca y gran puerta, aquella que te separaba de tus damas de honor, y acompañante, en este caso, V. Rápidamente una joven corrió a atender el llamado, escuchaste un par de susurros y luego observaste como la señorita volteaba a verte con una sonrisa intacta. 

- Dice que es uno de sus amigos.- Pareció que la persona al otro lado le hablo puesto que giro levemente su cuerpo hacía fuera.- Dice llamarse Saeyoung. 

Algo dentro de ti pareció quebrarse, el mundo se detuvo y dejaste de oír las voces a tu alrededor. 

¿Era él?

¿Realmente era él?

Como si de una cachetada se tratase, todos los recuerdos te inundaron. Aquella amarga separación, un día despertar en la cama y estar sola, jamás volviste a saber de él. Aquel maldito día el cual detonó lo que estaba sucediendo ahora, estabas a horas de casarte con el hombre que había logrado curarte de un gran daño y el mismo que te acompañaría por el resto de tu vida. 

- ¿Señorita? - Tus ojos parecieron enfocar a la joven frente a ti, lentamente.- ¿Lo dejo pasar?

¿Sería lo mejor? Aquella duda pareció flotar en tu mente ¿Cuáles serían los pros y contras de todo esto? Todo estaba pasando muy rápido y tu cabeza parecía querer estallar.

- Sí, déjenos solos, por favor.

Todas las mujeres fueron hasta la puerta sin rechistar. Rápidamente escaneaste tu reflejo una vez más en el reflejo, contrariamente de hace unos minutos atrás, las comisuras de tus labios habían descendido en picada, trataste de formar una sonrisa pero todo lo que salió fue una incomoda mueca.

- Vaya...- Tus ojos corrieron hasta la puerta, donde se afirmaba un pelirrojo, uno que conocías muy bien.- Realmente luces hermosa.

Tus labios parecían sellados con pegamento, ningún sonido salió de ellos, por el contrario de tu mirada que escrutaba al hombre ahí presente. Había tantas cosas que decir, te habías imaginado miles de veces un reencuentro, un centenar de escenarios y cosas por las que reprocharle... Sin embargo ahora, frente a frente con el problema, habías quedado en blanco, sin saber bien como ordenar tus pensamientos y emociones. 

- Ha pasado un tiempo eh...-Él comenzó a caminar con paso seguro hacía ti.- Y no ha pasado en vano, si hasta te vas a casar.

Volteaste lentamente quedando frente a él, siendo separados por una leve diferencia de altura, tú desde aquel pedestal en donde se subían las novias para poder arreglarlas. Lo veías desde arriba, escaneando cada centímetro de él. Su cobrizo cabello, sus dorados ojos, su pálida piel, iba vestido casualmente con una blanca camisa, jeans y sus zapatos de costumbre. Él por su parte se dedico a no apartar su mirada de tus curiosos ojos. 

Eres mía/Songfic/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora