Soap opera

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Dedicado a: peppermintsolar Carat_Dm14 Illicitil  Ya no vuelvo a apostar contra ustedes. Hacen trampa. 

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una, dos horas? No, tal vez más, no estaba seguro. Todos los invitados se habían retirado hacía mucho tiempo dejando solos a una pobre madre que trataba de reunir los pedazos de su hijo, que yacía arrodillado frente al altar con el corazón destrozado y llorando con todas sus fuerzas. Se suponía que ese iba a ser el mejor día de su vida, que iba a casarse con la persona que amaba, no entendía cómo tanta preparación y espera culminó con él siendo abandonado en el altar. La mente de Joshua se llenaba de preguntas, ¿por qué lo había hecho? ¿Por qué Jeonghan lo había abandonado? ¿Por qué Seungcheol le había robado al amor de su vida? Si Jeonghan realmente ya no le amaba, hubiera preferido que le dijera, ¡por favor! Jamás le obligó a quererle y jamás lo haría. Al contrario, le hizo creer que todo estaba bien y sólo esperó el día de su boda para huir con la persona que sería su padrino.

Con rodillas temblorosas trató de levantarse, su madre sostuvo su cuerpo para que no cayera de bruces. Ella también lloraba, pero no de tristeza, lloraba de rabia, con furia. Su hijo no se merecía aquello, no se merecía sufrir. Él siempre daba todo por los demás, siempre trataba de ser amable, cuidadoso con los sentimientos ajenos, hizo tanto por ese mal agradecido que según le amaba y por ese mal amigo a quien también ella había querido como a un hijo. Nunca creyó que aquel niño de mejillas abultadas y ojos expresivos que tomaba con fuerza la mano de su hijo cuando estaba triste y que lo defendía cuando le molestaban llegaría a traicionarlo.

-Mamá- le llamó Joshua con una voz tan débil y rota que sólo le provocaba abrazarlo por el resto de su vida y cuidarlo de que nada en el mundo volviera a tocarlo; caminaban sobre esa alfombra roja cubierta con pétalos blancos hacia las enormes puertas de madera de la iglesia. El rostro de su hijo se veía pálido, sin vida.

-¿Sí cariño?- preguntó apretando su mano para darle fuerzas.

-¿Se puede morir por un corazón roto?- preguntó mirando el anillo de compromiso en su dedo anular, donde se suponía que debía ir su argolla de casado.

-No hijo, tú no morirás por amor- aseguró ella, tomando valor y fuerzas del enojo que inundaba su corazón y alma, queriendo transmitir esa verdad a su pequeño hijo.

-Entonces- la voz de Joshua comenzó a quebrarse- ¿por qué duele tanto?

No era capaz de ver a su hijo así, iba a dar todo de sí misma para ayudarlo, porque este merecía tener toda la felicidad del mundo. Se encargaría de que Joshua tuviera su tiempo de duelo y que después siguiera adelante, con nuevos amigos, con un nuevo amor; porque sí, ella sabía a dónde habían ido los amigos de Joshua. No por nada, antes de que llegara la noticia de la huida del novio con el padrino ellos comenzaron a retirarse uno por uno, y después de eso, de los que quedaron, ninguno se atrevió a acercarse a Joshua y prefirieron retirarse en silencio sin voltear a verlo una sola vez.

-Estarás bien Joshua, confía en mí, recuerda que soy tu madre- le aseguró con una mirada confiada, obteniendo una diminuta sonrisa; una que le daba esperanzas de un Joshua con su corazón lleno de amor.

Seungcheol y Jeonghan se miraron antes de entrar al restaurante, habían pasado cinco años desde su huida de Seúl y habían estado viajando de un lugar a otro durante ese tiempo hasta que se les acabó el dinero y Seungcheol tuvo que buscar trabajo. Luego de su boda exprés en la isla de Jeju, organizada por la mamá de Seungkwan, no pudieron ver a sus amigos con frecuencia, pero ahora se sentían más seguros al respecto, el tiempo había pasado y realmente no creían que el rencor pudiera durar tanto; además era Joshua, el amable y sensato Joshua, aquel que abría su corazón; aquel que reía y seguía el juego a los demás; aquel que formaba parte del trío de los mayores, que llenaba de sensatez la mente de Jeonghan y Seungcheol; el que podía ser la persona más buena del mundo o el segundo martirio de Cheol.

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