Iɳʂҽɠυɾιԃαԃҽʂ

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Jungkook caminó despacio adentrándose a la habitación del departamento compartido con Jimin, arrojó su mochila en cualquier esquina y cerró con pestillo la puerta para después deslizarse por la superficie hasta terminar sentado en el suelo. Abrazó con fuerza sus piernas y dejó caer su rostro en el espacio libre entre sus rodillas. Y luego jadeó, tratando de organizar sus pensamientos y darle un orden a todas aquellas emociones que en ese momento lo asfixiaban.

Su manera de afrontar las cosas siempre había sido completamente distinta a la del azabache, mientras Jimin se escabullía tratando de encontrar la paz después de haber gritado o maldecido, él se escondía en cualquier rincón que le diera la privacidad suficiente para poder llorar sin interrupciones, se ahogaba en sus lágrimas y le permitía a la miseria apoderarse de su cuerpo y raciocinio por algunos minutos u horas.

No era malo, simplemente diferente. Los humanos tendemos a confundir las definiciones de "diferente" con "malo", "erróneo" o "incorrecto".

Inhaló profundo y la primera lágrima tomó su rumbo por una de sus mejillas hasta dar con el borde de su mentón, después le siguieron muchas más, tanto que su llanto pudo ser escuchado desde fuera del departamento. Sollozaba fuertemente mientras sus pulmones rogaban por oxígeno, su rostro estaba repleto de muchos fluidos, lágrimas, saliva y mocos.

Justo en ese momento se sentía tan miserable, tan incomprendido y herido. Su mente le traía el recuerdo vívido de Ha-neul toqueteando a su novio mientras Jimin se dejaba sumisamente. Aún podía ver aquellos orbes amielados mirándolo temeroso mientras todavía sujetaba los hombros femeninos, podía ver esa mirada cargada de pena por no poder darle el lugar que realmente se merecía.

¡Maldición! ¡Él era su jodido novio! ¡Merecía más respeto y fidelidad!

Sí, él merecía algo más que solo un romance oculto a lo largo de los años, salidas donde no podía tomar a su pareja para bailar, merecía algo más que besos ocultos y promesas rotas.

Estaba herido por el poco valor contrario, Jimin había preferido el "qué dirán" en lugar de mostrarle al mundo que ellos merecían respeto mutuo, siempre prefirió la fidelidad sus amigos y familiares en lugar del amor que ellos se profesaban tanto.

Jimin nunca lo prefería a él y eso ya lo tenía harto.

¿Qué le aseguraba que Jimin cambiaría?

¿Quién repararía su corazón cuando Jimin un día simplemente llegase diciendo que prefería a todos menos a él?

Nadie, esa era la respuesta. Nadie lo ayudaría a sobrellevar ese dolor, nadie le regresaría el sentido de la vida cuando el azabache lo abandonara. Él se quedaría solo, llorando más de lo que ya lo hacía y suplicando porque volviera a su lado.

No, él no podía permitirlo. No podía dejar que Jimin lo humillara más y le quitase lo poco de dignidad que le quedaba.

Amaba a Park Jimin más de lo que había amado en su vida pero su lado consciente —quizás asustado en ese momento— le decía que debía hacer lo que nunca había hecho: huir.

Se puso de pie como pudo y sacó del armario la primera maleta que encontró, metiendo la mayor parte de su ropa y lo que era de uso básico. Pantalones, camisas, ropa interior, una polera, calcetines, el cargador de su móvil y portátil. Estaba a nada de salir por su billetera que quedó en uno de los muebles de la sala cuando escuchó la puerta principal siendo abierta y posteriormente cerrada.

—¿Jungkook? —escuchó a lo lejos y nuevamente se dejó caer al piso, derrumbándose por las emociones que lo atropellaban.

No quería toparse con Jimin en ese momento, no quería verlo ni escucharlo.

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𝑪𝒓ó𝒏𝒊𝒄𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓 ‖𝑱𝒊𝒌𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora