XXXIII

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Hay un chico que observo todos los martes y jueves después de jugar.

Mi boca estaba seca, y mi mandíbula estaba que tocaba el piso.

«me gustas, me gustas mucho»

Las palabras se repetían en mi mente, así que como no tenía nada mas que decir.

Lo agarre por el cuello y lo bese, cerré los ojos mientras lo besaba esperando a que me respondiera, y efectivamente, así fue.

Sus labios cálidos moviéndose en sincronía con los míos, y por unos minutos me olvide de que estábamos en medio de la cancha.

Besándonos.

tennis // horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora