Querido diario, este proyecto es una mierda. Bueno, pues como la mayoría de proyectos, en realidad. Pero este en específico se lleva el primer puesto. Eso de escribir cada día lo que me ocurre... No sé cómo se supone que va a ayudarme a nada; ni a ser más responsable ni a encontrar la paz conmigo mismo o algún rollo así. Además, ¿a quién le pasan cosas interesantes todos los días?
Bueno, aunque no puedo negar que el día de hoy ha sido interesante, cuanto menos.
Como imagino que ya voy con retraso, he decidido comenzar este trabajo hoy mismo, aprovechando que ha sido un día bastante, eum, entretenido. Pero antes que nada, Matilde, si realmente estás leyendo esto, quiero que sepas que todo lo que se comente a partir de aquí es pura ficción. Nada de esto lo he hecho realmente. Por favor, no se lo digas a mis padres. Ten algo de respeto por mi intimidad. Y, eh, no sé, firma a continuación en esta hoja para que quede claro que, como mi profesora, te comprometes a cumplir con llevarte estos secretos a la tumba una vez lo hayas corregido o algo:
Bien. Ahora sí que podemos comenzar.
Mira, el día de hoy no ha comenzado como el mejor de mi vida. ¡Y eso que era viernes! Pero creo que a veces ni siquiera estar tan cerca del fin de semana puede conseguir alegrarte la vida, y menos aún cuando sabes lo que significa. Quiero decir, León ya me había avisado de que saldríamos en grupo a dar una vuelta; pero aunque no había especificado nada más, yo ya me hacía una idea de que aquello iba a salir mal.
Como siempre, cuando acabaron las clases, fuimos de los primeros en salir del edificio. Parecía que estábamos entrenados para ello. Entre las prácticas de fútbol por la tarde, las de baloncesto para acompañar a León y las quedadas del grupo, me había acostumbrado a apresurarme con todo y con todos; había desarrollado la capacidad de guardar todo mi material y levantarme de mi silla en menos de cinco segundos porque me había acostumbrado a ello de tanto necesitarlo.
León y el resto de mis amigos de las otras clases ya estaban avanzando por los pasillos, así que aceleré la marcha, trotando, hasta ponerme a su lado.
―¿Qué vamos a hacer hoy? ―Me estiré, agotado de tomar apuntes llenos de tachones durante toda la mañana―. Podríamos ir a comer por ahí.
―Sí, claro ―León me rodeó los hombros con su brazo y se apoyó en mí―. ¡Eh, chicos! ¿Nos vamos a comer por ahí? Conozco un sitio que vende unas hamburguesas geniales.
Todos estuvieron de acuerdo y le aplaudieron por la idea. Supongo que no me habían oído, pero tampoco me molestaba. A fin de cuentas, lo importante era pasar un buen rato todos juntos. Aunque lo de las hamburguesas...
―No creo que le haga gracia a mi entrenador. ¿Venden más comida?
León me sujetó firmemente y me apretujó contra su propio cuerpo mientras reía.
―No seas estúpido, por comerte una no te va a pasar nada. Tampoco se va a enterar. Nuestro entrenador nunca nos dice nada y si pregunta, le mentimos. ¿Ves? Por eso tendrías que haberte apuntado a baloncesto en vez de a fútbol. Así podríamos verte la cara más horas al día, ¿no?
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Diario de un popular
Teen FictionDylan Blake es un nombre muy conocido en el instituto. Con su potente atractivo, su carácter divertido y bromista, sus hermosos ojos azules, las habilidades de un gran jugador de fútbol y su enorme grupo de amigos, no es de extrañar que se le conozc...