Capítulo 1

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27 de julio de 1855

-No me gusta- Confesó Amelia
-Pues te aguantas- Le replicó su madre

La princesa portaba un vestido amarillento repleto de pliegues, con los hombros al descubierto y bordados en el escote y final del vestido

-Me pica todo- Replicó
-Ajá-

-Mamá- Gritó Bonnie desde la otra habitación
-Qué-Contestó sin ánimos la reina
-¡Clarise no me quiere prestar su lazo! - Respondió
-Clarise déjale el lazo a tu hermana-Anunció

Escucharon un chasquido de lengua y una risa victoriosa, la monarca agarró el peine para empezar a cepillar el cabello de Amelia

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Hora más tarde bajaban de la carroza estacionada frente al recinto de la boda el rey Edward, acompañado de su esposa Marie, detrás sus hijas Denise,Bonnie, Clarise y Amelia

Pasaron un portón negro para llegar a la parcela al aire libre decorada de blanco

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Después de los agradecimientos, la tarta y a Marie intentando conseguir pretendientes llegaba el baile, en el cual, las hermanas no querían participar hasta que llegaron algunos chicos apuestos y elegantes a invitarla a bailar

Ahí se encontraba Amelia, sola y aburrida

-Hey- Le dirijió la palabra una joven de pelo color azabache y ojos esmeralda
-Hola-Contestó sin ánimos
-¿Bailas?- Insistió
-Claro-Decidió después de pensarlo unos segundos

Las jóvenes se dirigían a dónde los demás invitados danzaban con sus respectivas parejas

-Mi nombre es Emma- Aseguró
-Amelia-
-Bonito nombre-
-Gracias -

La ojiverde posó su mano derecha en la cintura de la soberana
Ésta sintió un escalofrío por todo su cuerpo mientras entralazaba su mano con la contraria, empezaron a moverse al ritmo de la música observando a la gente de su alrededor

Las dos muchachas sintieron un revoltijo en el estómago

En unos minutos la música cesó y se alejaron de la multitud mientras sonaba una nueva canción

-Amelia-Llamó la gobernadora a espaldas de su hija
La nombrada se giro - Dime madre-
-Es hora de irnos-
-Umm sí sí, claro-
-Despídete de tu amiga y vienes a la carroza-
-Entendido madre-

Volvió a dar una vuelta en si misma para dirijirle la palabra a Emma

-Pues, em, un placer-
-Igualmente, Amelia-

La princesa sintió divino su nombre saliendo de los labios de la pelinegra
Se despidió en un asentimiento para dirigirse a la carroza

Emma, totalmente desconcertada, al darse cuenta que había bailado y sentido cosas por la princesa lo único qué pudo formular fué un
-Mierda-





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