Secretos escondidos, horrible pasado, tragedias, negaciones, relaciones, celos y mucho misterio.
Arriesgarse a cambiar de ciudad a veces es una buena opción, normalmente no sabes que es lo que pasara, si será bueno o malo. ¿Qué es lo peor que podría...
Cuando llegamos a la universidad, notamos que era bastante grande. Había cabañas específicas para los alumnos, así que nos dirigimos a la secretaría para que nos dijera dónde dormiríamos y nos diera nuestras llaves.
—Buenas noches, somos los estudiantes que recibieron el intercambio —dijo Jake, llamando la atención de la secretaria.
—Es un gusto conocerlos. Joven Bongiovi, señorita Cathcart y señorita Salvatore —dijo, mirándonos respectivamente—. Sean bienvenidos a su nuevo lugar de estudios hasta que puedan concluir su carrera.
—Gracias —respondimos al unísono, y la secretaria sonrió.
—Perfecto, Anna y Jake compartirán cabaña —la secretaria buscó en un cajón y sacó unas llaves y lo que parecía ser una tarjeta—. Solo pueden salir hasta las 10 de la noche. Si salen después, tienen que llevar esta tarjeta, a menos que quieran un reporte.
—¿Con quién compartiré la cabaña? —pregunté, mirando a la secretaria con curiosidad.
—Señorita Salvatore, usted compartirá cabaña con la señorita Lillis —respondió la secretaria, y justo en ese momento un hombre alto entró.
Él se presentó con una sonrisa amigable.
—Hola, soy Martín, uno de los tantos guardias. Espero que nos llevemos bien —dijo, extendiendo la mano.
—Hola, soy ______ —respondí, estrechando su mano.
La secretaria continuó con las instrucciones mientras Jake y Anna conversaban entre ellos, emocionados por su nueva aventura. Miré alrededor, sintiendo una mezcla de nervios y entusiasmo. Este lugar sería mi hogar por un tiempo, y aunque el cambio era grande, me sentía lista para enfrentarlo.
—Recuerden que pueden venir a mí si tienen alguna pregunta —finalizó la secretaria, sonriendo—. Disfruten su estancia.
Salimos de la oficina y caminamos hacia las cabañas, cada uno con sus propias llaves en mano.
—Esto va a ser genial —dijo Jake, iluminado por la emoción.
—Sí, y ya tengo curiosidad por conocer a mi compañera de cabaña, ¿son muy rígidos aquí? —comenté, mirando a Martín.
—Deben seguir las instrucciones al pie de la letra, a menos que quieran una suspensión —respondió Martín.
Mientras nos acercábamos a nuestras cabañas, la sensación de libertad y nuevas oportunidades creció en mí. Había mucho por descubrir, y estaba lista para aprovechar cada momento.
Universidad
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Cabañas
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