Si tan solo aquella barrera que los separaba de estar juntos no existiera, ellos podrán ser más que esa fuerte conexión que hacen que el otro sepa lo que pasa por la mente del primero antes de que siquiera este diga palabra alguna.
Eran novios sin serlo.
Toda una contradicción en sí, toda una aventura para ambos.
No era como si faltaran ganas, o había algún tercero que lo evitaba. Nada de eso, eso hubiera sido lo mejor en ese caso, ya que podría atribuirle a otro la culpa.
Lo frustrante de aquello, es que la debilidad era suya.
—Debería ya bajarme de ese barco —dio vuelta en la esquina para ir hacia el parque.
Había un gran lío en su mente, pero, como juzgarlo. ¿Qué acaso los humanos no son así? Se encierran en una capsula de pensamientos para evitar el daño de los demás hacia si mismo o viceversa. Solo los valientes —y estúpidos—, salían de allí. Unos con la esperanza de buscar la originalidad tan ansiada.
Lamentablemente, otros solo repiten un discurso acerca de lo especiales que son...
En ese escenario, ¿tiene sentido pedirle a un chico con baja autoestima y una deplorable situación social, que le de un orden a todo lo que pasa por su cabeza?
La respuesta más fácil en primera instancia podría ser algo como "tiene que dejar de pensarlo, y pasar a hacerlo", "el que no arriesga no gana". Y demás frases que se usan para justificar demostraciones de cuan ambiciosos pueden ser las personas.
Izuku Midoriya no era la excepción a ello. Solo que su ambición era tan simple como poderle tomar la mano de quien lo ha estado sosteniendo. Aunque sea rozar aquellos labios que le daban palabras de apoyo. Abrazarla como su tesoro más preciado —un simple héroe no era nada en comparación—, y refugiarse en sus ojos azules como siempre lo hace.
Ese era el simple anhelo de el peliverde.
Tan sencillo como dar un paso.
Tan difícil como explicar el porqué estamos aquí.
—Izuku, tierra llamando a Izuku Midoriya-kun —agitó sus manos al frente de chico para que este reaccionara—. Llevas observando el atardecer desde hace rato, ¿estás bien?
—Melissa-san, estoy bien —respondió bajando la mirada y tomando una gran bocanada de aire—. ¿Y qué tal tu día?
En cuanto terminó de hablar, sintió como unas manos surcaban su cabellera, de manera lenta y pausada. Sin lastimarlo en lo más mínimo.
—Deberías haberme dicho la verdad desde un principio —sonrió de manera gentil al pecoso—. Ahora dime que es lo que te pasa —se sentó a su lado y cruzó sus piernas—. Soy todo oídos.
Una pequeña carcajada salió de la boca del chico <<ni siquiera tuvo que preguntarlo, entonces, ¿por qué...?>> debatió Izuku.
—Ya sabes, lo de siempre, una que otra mirada y las casi nunca saltables lecciones de Kacchan.
Hubiera apostado todo lo que tenía, a que si hubiera dicho eso a otra persona, pasaría de largo. Como los directores; maestros; presidentes del concejo.
"Defiéndete por ti mismo, demuestra lo que vales"
No era sencillo y ganarle a un chico que fue bendecido por la genética desde el día de su concepción. La solución no era darle un golpe y rogarle a alguna deidad que lo dejara inconsciente para que luego este se la pensara dos veces antes de intentar algo.
—¿Tu sabes donde vive él, verdad? —preguntó de la nada la rubia.
—¿Po-por qué quieres saber eso, Melissa-san?
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Mi Admiradora Favorita
Fanfiction(Historia Corta) Por cada sueño que se tiene, hay dos destinos que estos pueden compartir. Su sentido del heroísmo lo hizo moverse para ayudar a quien lo hundió, pero ¿quién es la persona que impulsa la motivación de ayudar a otros? Simplemente, ell...