El olor a sangre revolvía mi estómago una vez más. Mis lágrimas caían por mis mejillas a la par que mis ojos visualizaban lo que estaba sucediendo. Rodeado por murmullos, palmadas en la espalda y silenciosas disculpas, mi cabeza no terminaba de procesar lo que estaba viendo. El cordón policial rodeaba un vehiculo abandonado acompañado por el baile de las linternas. Lo más siniestro para mí, en ese justo instante, es que ese coche estuviera vacío. El coche de mi mujer estaba vacío.
Se escondió bajo las sábanas del hospital, con la luz de la mañana entrando con intensidad a través de las cortinas de color, y cubrió sus ojos con la mano. Apenas había descansado, pese de que se pasó en coma alrededor de un mes. En un principio la única compañía que tenía eran las enfermeras, ya adultas y con hijos fuera de casa, que se dedicaban a asegurar su bienestar. Hasta que llegó él.
El olor a su perfume era una de las razones de por qué se levantaba con alegría. Poco importaba ya las comidas precalentadas que le servían, los cafés fríos o los panes duros. Él estaba con ella, y era lo más importante.
Aún no había tenido tiempo de recuperarse de aquella amnesia que le arrebató hasta su nombre. La noche fue eterna, y extrañaba la figura de su marido en el sillón. Lo último que quería era levantarse de la cama para atender a dios sabe quién. Era muy temprano, a él le faltaba aún por volver.Respiró hondo unos instantes y cuando abrió los ojos, vio el rostro de su supuesto esposo, con sus características ojeras moradas, mirándola desde arriba, como siempre hacía en la sala del hospital.
Tragó saliva y estuvo a punto incluso de preguntarle por qué tardaba tanto, pero, al parpadear, desapareció. Una vez más.Golpearon la puerta con un leve ritmo musical y la muchacha, aún lisiada por su accidente de coche, se levantó de un salto y se dirigió hasta la entrada del cuarto.
—¡¿Tim?! — vociferó, al tiempo que agarraba el pomo de acero inoxidable y abría sin mirar siquiera quien llamaba.
—Señorita, buenos días. — murmuró una voz masculina, mientras ella trataba de reconocer a quien le pertenecía.
Se dio cuenta de que era uno de los policías que se encargó de visitarla en busca de sus datos personales. Llevaba el mismo uniforme de siempre, al igual que ella el del ingreso.
—Oh, es usted—. respondió, dibujando una confundida expresión en su rostro, mientras se daba la vuelta y se dirigía a la cama—. Dígame, ¿Ya puedo irme a casa?
—Justo a eso mismo venía.— dijo sin moverse del marco de la puerta—. Su esposo Timothy Wright ha venido para por fin llevarla a casa. Hemos hablado con él, todos sus datos personales parecen estar en orden y el hospital ha llegado a un acuerdo con su marido para seguir con la recuperación en un lugar más cálido para usted. Seguiremos estando en contacto pese a todo.
Se detuvo en seco, de espaldas a él. Lo estaba escuchando. Por fin, lo estaba escuchando. Aquellos pasos, aquel sonido de botas desgastadas que hacían eco en el pasillo eran de él. Él ya había llegado por fin, y cumplió la promesa de sacarla de esas cuatro paredes frustrantes.
Giró su cabeza y, finalmente, contempló la imagen de Tim frente a suya aquella mañana. Venia acompañado de un pequeño ramo de rosas blancas, e incluso se había perfilado las patillas para la ocasión. Quizá _________ no recordase por su cuenta ni su propio nombre, pero, al final, su marido le había demostrado con fotos, fechas, juegos y situaciones que sí que era su marido. Que sí que la conocía, que sí que la amaba ¿Quién sino vendría a por ella? ¿Quién sino se dedicaría en cuerpo y alma a visitarla con álbumes de fotos? Él. Sólo él. Con una venda en los ojos, creía recuperar un amor olvidado por ella...Pero, lo triste, es que no se puede recuperar un amor que nunca se tuvo.
Tim le dedicó una sonrisa de oreja a oreja, y , en un arrebato de felicidad, solo se dedicó a decirle:—¿Nos vamos ya, mi amor?
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Cómo romperle el corazón a un mortal
FanfictionLos estragos de los cuchillos fueron apenas un principio de lo que sucedería esa noche. Las huellas marcadas en la arena llevaban a un rumbo de lo que sería el fin. (Masky's fanfic)