A mis 6 años de edad, no era como el resto de las niñas. No le tenía miedo a cosas simples como la oscuridad o las arañas. Solamente tenía miedo a los espacios pequeños. Claustrofobia, cómo muchos suelen llamarlo. El miedo a morir sin aire, de asfixia, al calor y miles de pensamientos pasan por nuestra cabeza cuando estamos expuestos a esta situación. Todo tiene un comienzo, todo tiene un porque. Pero en mi caso, no se el porque de este miedo. Solo se, que nací con el.
Odio estar rodeada de muchas personas, no me gusta la compañía, odio compartir habitación con alguien. Cosas que con Zien nunca me pasaron, con el siempre me siento segura. A su lado no existe la claustrofobia, ni las pastillas para la depresión, ni los ataques de pánico.
Si no me hubiera prometido con el.¿Estaría mi vida destinada a compartir habitación con un desconocido y ser presa de mi miedo?
Me obligo a mi misma a no pensarlo tanto, porque como la mayoría de las cosas -todo está en tu mente- y no quiero arruinar el momento.
–Opino que viajemos lo más lejos que nos dejen, no quiero tener a Erlin persiguiendonos. –Opina Zien, estamos pensando en el lugar de nuestra luna de miel.
Nos escapamos de la fiesta y nos sentamos a un lado de la fuente del lugar, dónde lindas luces le dan brillo y vida al agua. Claro, antes de salir del hotel, tomamos una libreta de notas y una lapicera de la recepción, para así recordar todo. Es incluso más divertido, que escuchar gente poco interesante desearnos una feliz vida juntos.
—Opino lo mismo.
—Vamonos a Alaska.
—Zi, eso es demasiado lejos, nuestros progenitores no lo aceptarían, además, no somos mayores de edad.
—Dilo por tí —dice altanero por sus 18 años.
Giro los ojos, y sigo agregando cosas a la lista.
*Luna de miel
*Lugar del evento
*Decoración
*Sabor del pastel
*Música adecuadaCosas triviales que se nos permite elegir.
—Me parece aburrido que sea en una iglesia, es demasiado básico. Prefiero en un lugar abierto, dónde las personas se mantengan alejadas, y no estemos apretados y... —Zien no me deja terminar, ya sabe por dónde voy.
—Si estás a mi lado, no voy a permitir que pienses en lo pequeño del lugar ni si está lleno de personas —me da una sonrisa compasiva. —Aunque me gusta la idea del lugar abierto.
—Tengo el lugar perfecto– dice una fina voz a nuestro lado.
Es Saggin y Malia, -no sabía que eran
amigas-—En una de mis propiedades, hay un enorme lago, uno hermoso, lleno de flores de loto. Un espacio abierto, y lleno de aire natural, árboles a los alrededores, buena seguridad, y podremos hacer barbacoa— dice emocionada.
—Es una boda, no una pijamada— dice la fuerte voz de Malia.
—Podemos quitar la barbacoa— dice Saggin poniendo los ojos en blanco, y despeinando su blanco cabello, se acaba de despojar de su peinado de estilista.
—Yo puedo ofrecerles la Villa del Saho para que tengan una excelente luna de miel. Es totalmente mía, y puedo hacer con ella lo que quiera. Además hay mucha seguridad y privacidad. —Dice Malia
—Eso es muy amable de su parte chicas, pero no queremos molestar, además, aún debemos de pedir la opinión de nuestros padres. —Expreso con cara de lastima.
—Sobre eso, ya hablé con sus padres, no soy de andar de hipócrita comprando regalos que no van a usar, así que esto considere lo su regalo de bodas— dice Malia, ella siempre fue rebelde, directa y de pocos amigos, está consciente de lo que vivimos, y es de las pocas, que hace lo que le dé la gana con su vida.
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Todo lo que no queremos ser
Teen FictionNacer en cuna de oro, brillo, estrellas, pero sin una gota de amor. ¿Cómo saber que pasos tomar, si nunca tuvimos un guía? Sentirnos obligados, presos por un deber que nos quieren infringir. ¿Que es sentirse amado? Pues nunca lo sentimos, nunca...