Y me volveré en una pesadilla

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Todas las cartas de amor son

ridículas.

No serían cartas de amor si no fuesen

ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,

como las demás,

ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,

tienen que ser

ridículas.

Pero, al fin y al cabo,

sólo las criaturas que no escribieron cartas de amor

sí que son ridículas.

                                                                                                                              Álvaro Campos.

Naunet: Como has estado? Supongo que bien? Estar en cielo es mas tranquilo madre? No sé cómo llegué a esto mamá si tan solo al escribir esta carta llegara hasta ti, extraño mucho nuestra vida antes de la guerra, pero ahora me volví en una Reina de una nación que nunca vi. Estoy tan sola y no sé qué hacer.

-Majestad esta lista?

Naunet: Tan rapido paso un mes

-Si

Naunet: Estoy lista.

La monarca se puso de pie y a sus lados llegaron omegas que le quitaron aquel trozo de tela que era como una capa ligera el vestido de Naunet. Ella suspiro pesadamente, aun no se acostumbrará a esto, las omegas le colocaron una nueva tiara y un gran velo color esmeralda. Ella se miro al espejo y se levantó y fue hacia la puerta, donde todos al verla hicieron una reverencia tan coordinadamente que parecía obra de magia, ella comenzó a caminar hasta llegar al las afueras de su palacio, donde fue ella instruida y aguardada como si de una joya valiosa fuera, dio un último suspiro y subió al carruaje.

-Mi señora al llegar al palacio, le taparemos el rostro aun el reino no debe conocer su cara

Naunet: Esta bien. Dijo sin mostrar alguna expresión.

Ella en su mente divagaba como había logrado o porque sucedió esto. Ella trataba de comprender todo, pero lo único que sabia es que se casaría en unos instantes con alguien que apenas y conoce su cara, ya que lo único que han conocido uno del otro son sus cuerpos desnudos. Quería llorar claro que si, nadie quisiera casarse solo por que el logro tomarla y marcarla, y de pronto se dio cuenta que había llegado al palacio. El tiempo parecía nulo, y ella no escuchaba ningún ruido, ¿Acaso quedo sorda? No, era su mente que le estaba jugando mal.

Su acompañante de aquel carruaje, se acerco a ella y tomo una parte del velo y tapo su rostro, y vio unos destellos cristalinos saliendo de los ojos de Naunet, La beta solo pudo decir unas palabras nada reconfortantes,

-Todo saldrá bien majestad.

Naunet la vio y de nuevo bajo su mirada, la beta abrió la puerta del carruaje y bajo y empezó a sonar una melodía que sonaba un tanto triste al parecer de Naunet, que ironía hablaba esa melodía que recitaba una mujer omega con tanto encanto, sobre una pareja que se enamoraron. Que su relación fue a un paso lento y armonioso. Naunet controlo sus lagrimas y camino hacia la entrada del palacio.

Al entrar ella hizo una reverencia en la puerta como marcaba la tradición, y volteo a frente era un largo pasillo lleno de sirvientes y personas de la nobleza, al caminar sonaban las monedas cayendo. Los esclavos se inclinaban hasta el suelo, los nobles solo mitad de su cuerpo, ella camino hasta llegar a la sala principal de aquel gran palacio. Yal abrirse las puerteas de este volvió hacer la reverencia, y la música del exterior termino, y aquella sala empezó otra melodía, volvió su mirada al frente y vio a Joram y en una parte alta estaba Alina, ella camino hacia alado de su futuro esposo e inicio la ceremonia.

Eglantina (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora