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Hoy era el día, el día que Sarvente iba a dejar en claro sus sentimientos hacia su "mejor amigo"

—Etto... Ruv, yo quería decirte algo - decía mientras jugaba con sus dedos y estando muy nerviosa -

—Claro... Dime - decía neutral como es costumbre de él, pero en su interior moría de emoción, ya que al no saber expresarse de manera correcta no sabía cómo declararse a Sarvente.

No era nada extraño que Ruv se haya enamorado de su mejor amiga y única, ya que fue la primera que lo apoyo en sus momentos y no lo acusó con la policía. Confiaba mucho en ella y estaba dispuesto a dar su vida con tal de protegerla.

—Yo... Y-yo... - Decía entre cortada su voz y apretando el velo de su cabeza con las manos -

— Tú...? (Por favor, que sea eso)

— Yo.... Te... iba a decir que saldré por unos minutos jejeje, para que no te preocupes. - Sarvente se dio un golpe internamente por semejante tontería.

—Oh... Claro, no hay problema. (Vaya... Creí que era eso... Ya que)

—Okey... Vuelvo en unos minutos jajaja.... - dijo para salir y dejar a un Ruv deprimido -

—Eres un idiota... Ella no puede fijarse en un criminal como yo, merece algo mejor... - se decía así mismo para luego entrar a la iglesia a terminar sus tareas -

Sarv iba por las calles abrazándose a sí misma, se sentía mal porque no podía decir un simple "Me gustas". Había visto a muchos de sus amigos hacerlo... Pero no entendía porque para ellos si era fácil pero para ella no.

— Basta Sarvente... Tienes que volver y decirle a Ruv lo que sientes, no es justo para mí sufrir de está manera ¡Así que se lo voy a decir aunque sea lo último que haga!!.

Ya más decidida volvió por donde vino y miro una pequeña tienda de... Galletas oreo.

—Oh~ sé que a Ruv no le gusta el dulce, pero ama estás galletas ¡¡le llevaré un paquete!!

Pero antes de entrar al local notó que su sombra se hacía cada vez más grande, curiosa de eso volteó para toparse con un increíble rayo de luz que iba directo a ella. Sin poder reaccionar a tiempo el rayo cayó en ella desmayandola al instante.

Al despertar se sentía realmente aturdida, no sabía dónde estaba y por alguna razón ese sentimiento hacia que tuviera hagas de llorar, sin comprender eso se miro en el cristal del local y al verse cayó de nuevo al suelo del susto ¡Era una niña otra vez! Muy aterrada de la situación empezó a llorar sin consuelo alguno.

—Pequeña ¿Que pasa? - decía el hombre del local, salió al oírla llorar -

—*Sniff*... No sé dónde estoy *Sniff* y solo quiero estar con mi papi. - Sarv había perdido sus recuerdos de "joven" y solo podía pensar como lo hacía una niña de 4 años.

—Cielos, voy a llamar a la policía - sin más llamó mientras Sarvente era una bolita de llanto.

Había pasado más de una hora y Sarvente todavía no había vuelto a la iglesia, Ruv se empezaba a preocupar, hasta que su teléfono sonó sacándolo de sus pensamientos.

—Hola...?

—Es usted el señor Ruvyzvat? - decía una chica al otro lado del aparato -

— *Dudoso* Si... ¿Que sucede?

—Señor se le pide que venga a la estación policial del Este para que venga por su hija. - Al escuchar lo último no creyó que fuera él, pero luego pensó que era el único con nombre Ruso en el Este de Funkintown -.

— .... ¿Hija?

Continuará....

Mí niña  {Ruv x Sarvente}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora