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El sol llegaba en la habitación de la pareja.

USA abrazaba por la espalda a México, quien se veía profundamente dormido. El estadounidense, somnoliento, jugaba con el cabello de este.

En otra habitación estaba el peruano. Este se encontraba despierto de hace un par de horas. Planteándose si entregar o no el dichoso sello.

"Puede que me esté equivocando..."

"Mex... se veía... tan feliz que estuviéramos juntos..."

"Pero el plan..."

"¿USA lo hace feliz? Claramente..."

¡Agh!– se quejó en alto. – Estúpidos pensamientos...– se notaba en su voz que su garganta aún estaba mal por la alergia autoinfligida.

Se daba vueltas en la cama, sin lograr descansar. Vencido, se levantó de la cama y fue al baño. Abrió con cuidado la puerta para no despertar a los norteamericanos. Llegó al baño y se miró al espejo.

Tienes que hacerlo. – se dijo a sí mismo. – Ya llegaste lejos con esto. Así que... lo que sea que esté planeando el británico debe funcionar. – abrió la llave. – Por lo menos lo mantendrá lejos a Mex esa familia tan rara. –

Perú se lavó con agua helada para despabilarse un poco, mientras aún meditaba un poco.

Volvió a la habitación, y miró el documento que estaba en su bolsillo

"Confirmación del acuerdo"...– leyó en voz baja el latino. – ¿Qué carajos estará confirmando...? –

Antes que pudiera seguir en sus propios pensamientos, Perú sintió unos pasos que se iban acercando. Rápidamente volvió a guardar la hoja en su bolsillo. Se escuchó como alguien le daba leves golpes a la puerta.

Perú, ¿Estás despierto? – preguntó susurrando el mexicano.

No...– respondió burlón.

¡Como que no pendejo! – y abrió bruscamente la puerta.

Perú se rió (con dificultad) en la cara del contrario, pero se detuvo cuando sintió una almohada en su cara.

Pero pe', estas estúpido o ¿qué? Aun ando con un poco de dolor. – dijo en voz baja por el dolor.

Ya ya, si no es pa'-. – y le llegó un "almohadazo" en la cara.

El más bajo se río despacio, y México sólo tiro de vuelta la almohada a la cama.

Pos' ya que alegre tu amarga mañana. – dijo México y se sentó en la cama. – ¿Cómo te sientes? –

Mucho mejor. – se soba la garganta. – Aunque duele todavía...

Ya, ya. – le da unos golpecitos en la espalda. – ¿Sabes que te haría sentir mejor? Un desayuno chingón de esos que hago yo. ¿Qué me dices? –

Bueno...– dudó Perú.

El latino menor tenía que reunirse con el británico para la entrega del documento. Iba a ser tarde ... tenía tiempo.

Si, dale. – respondió finalmente. – Ya que estoy acá...

¡Bien! – y lo abrazo fuerte. – Ya alístate, y ponte cómodo que el que cocina esta vez soy yo, ¿me escuchaste? –

• T Ó X I C O • [UsaMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora