Suficientemente amplio y salvaje (Finalizada)

Capítulo 3

Están tendidos juntos en la cama, en lo más profundo de la noche y deslizándose lentamente hacia el otoño, cuando Wei Ying se pone de costado y dice: "Estuve pensando".

Wangji pasa un pulgar por las marcas que se desvanecen lentamente alrededor de su muñeca y tararea. "Peligroso".

Wei Ying golpea su hombro. Wangji le dedica una sonrisa suave como un suspiro, justo sobre el punto de su pulso.

"Estuve pensando en el hierro yin".

Se queda quieto. Sus ojos se deslizan hacia arriba para encontrar a Wei Ying que le devuelve la mirada con firmeza, con la semilla de un surco entre las cejas. Le da otro ligero y cuidadoso beso en la muñeca y la vuelve a poner contra el pecho de Wei Ying, sintiendo el calor de su piel y el latido de su corazón bajo la cicatriz de la marca Wen.

"Sobre el Amuleto del Tigre Estigio, en realidad", amplía Wei Ying, los dedos de su mano, ahora liberada, rozan las crestas de su quemadura. No parece darse cuenta de que lo está haciendo. "Estuve pensando, y hablé con Wen Qing, y creo-- creoque me gustaría destruirlo".

No es su intención, pero a Wangji se le corta la respiración. La boca de Wei Ying se inclina, con una sonrisa inteligente y cómplice. Un borde de amargura vieja y quebradiza se esconde debajo, pero se desliza como el agua. La incertidumbre se acumula a su paso.

En todo el tiempo que lleva aquí, Wangji no vio esa cosa, pero no es tan tonto como para pensar que Wei Ying no la usa -- tampoco la vio antes, no hasta que apareció en sus manos cuando se enfrentó a Wen Ruohan y socavó el control de ese hombre sobre un poder tres veces mayor que el suyo, y sin embargo les hizo ganar la guerra. Ve la huella que deja, los espacios negativos en los que su ausencia pinta la imagen inversa. Hay un poder en las protecciones que Wei Ying, sin núcleo, no puede conjurar por sí mismo; hay una precisión en la transformación de Wen Qionglin que habla del uso de herramientas espirituales. Renunciar a él sería dejarlo vulnerable, y Wangji lucha consigo mismo durante un momento de sobresalto, con una esperanza que salta frente a un miedo inesperado.

El miedo es una tontería. Él protegerá a Wei Ying mejor que cualquier herramienta sanguijuela y envenenada. Es una buena idea. Es algo que ayudará.

"¿Por qué?", pregunta su boca.

Wei Ying se encoge de hombros, un hombro se escapa de la cálida protección de las mantas. El aire es fresco, los primeros latigazos del invierno se sienten más profundamente en el vacío de las noches. Su piel desnuda se estremece con el frío. "Matemática, sobre todo".

Wangji le da su debida importancia, arreglando la manta. "El quinto fragmento".

Habían hablado de eso, en sus largas y sinuosas discusiones sobre la práctica del cultivo de Wei Ying y la guerra y las intersecciones de su propia historia. La aritmética es simple: Wen Ruohan tenía tres piezas del hierro yin fragmentado y Xue Yang escondía la cuarta, y aquí está Wei Ying con su propia herramienta forjada con el mismo material.

Wei Ying asiente. "Y Xue Yang está... bueno, donde quiera que esté. Si logra encontrarnos -- o si alguien lo encuentra, si alguien viene a buscar -- ¿cuánto tiempo pasará hasta que terminen aquí, conducidos directamente a nosotros porque no pude molestarme en entregarlo? Y--" Su mandíbula trabaja por un momento, el músculo tenso sobre el hueso. Una espinosa resignación se enrosca en los huecos de su cara. "Me ayudarás, verdad".

No es una pregunta porque no es necesario que pregunte. Se queda entre ellos, cansado y verdadero.

"Ayudaré", promete Wangji, y Wei Ying sonríe, algo suave y privado, todo para él. Enlaza sus dedos dentro del cálido capullo de las mantas.