Lúa, 20 de abril de 1968

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Hola, me llamo Luna y tengo un cuaderno. Puedes llamarme Lúa.

Parece increíble si te paras a pensarlo. Yo no era ni soy nada, no tengo ojos, manos, no pienso y sin embargo escribo. Ni yo misma me comprendo, soy un extraño ser incierto atrapado en la barrera entre el Bronx y la tierra. Puedo verte, pareces una persona agradable. Seremos amigos.

Bien, como ya sabes solo soy una presencia, un alma viva pero muerta, alguien que se escapó de la norma y se encuentra sufriendo las consecuencias. Consecuencias... No lo son del todo. Además, el error no fue mío.

No puedo salir. No puedo ir atrás o hacia delente. No recuerdo nada. Me acompañan un cuaderno de tapas duras de cuero, con letras cursivas en las que se lee "Luna" en un tono dorado, y un bolígrafo bic de tinta roja. Dentro de sus páginas, aparecen explicados ciertos conceptos que dicen ser indispensables para el propio conocimiento de mi existencia. Bronx, por ejemplo. Es el término para referirse al lugar en donde todo nace. Cada alma, cada ser, se origina allí. Se define como un lugar maravilloso lleno de alegría donde no conocen el sufrimiento. También explica que toda alma nacida en el bronx es bondadosa y no cuenta con una pizca de malicia en el momento de su creación, pero la mayoría se ven alteradas una vez en la tierra. En su viaje entre Bronx y el mundo de los humanos, se toman medidas para asegurar la seguridad del paso de toda criatura. Parece ser que algo salió mal en la remesa que me originó a mí, y que no soy la única que se mantiene impotente en esta prisión encontrada entre dos mundos. Otros como yo lo sufren también y se acompañan de lo mismo, un cuaderno y un bolígrafo. Nos encontramos dispersos por toda la barrera. Todo lo que podemos hacer es mirar y dibujar, con nuestros trazos somos capaces de mejorar la vida de los seres de la tierra. Podemos modificar un valle o un estado de ánimo en un segundo. El cuaderno no explica nada más.

Desconozco el motivo por el que los de arriba nos dotaron con este poder, quizá para hacer nuestra espera más liviana mientras hallan la forma de venir a por nosotros, quizá también porque saben que podemos aportar algo más de felicidad a un mundo en guerra.

También podríamos realizar actos malvados con estos útiles, pero como se explica en el propio cuaderno, toda alma del Bronx es puramente bondadosa mientras no llegue a la Tierra.

Desde aquí me fijo en ti.

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Lúa, 21 de abril de 1968

14:35

Vale, cada vez lo voy comprendiendo mejor. Ya he pintado un campo entero de tulipanes en Gales, el sol brilla hoy más alegre, y la pequeña Marta se siente por primera vez alegre de camino al colegio. Creo que tengo "skills" para esto. Las páginas que arranque del cuaderno se regenerarán solas, por lo que mis posibilidades son infinitas. Puedo hacer material lo que salga de mi mente, puedo enamorar a dos corazones rotos, puedo restaurar la paz en un hogar...

Ya sé. "Pero, Lúa, si puedes hacer todo eso... ¿por qué no te ocupas de conflictos a escala mundial, como la guerra de Irak o los atentados terroristas, las enfermedades terminales...? Bien, no todo es tan sencillo.

Resulta que se requiere una mayor experiencia a mayor el conflicto. Hoy me he hecho esa misma pregunta y una nueva página se ha escrito en mi cuaderno para explicármelo, como por arte de magia. (¡La que hago yo!)

Resulta que existen unos seres dedicados profesionalmente a trabajar con el cuaderno, interfiriendo para bien en las vidas de los humanos y los elementos de su entorno. Se hacen llamar "los Kartas".

En el cuaderno también se explica que ellos han considerado que cada uno de nosotros podría seguir su ejemplo y comenzar a utilizar el cuaderno como una herramienta útil. Somos sus aprendices. ¡Qué ilusión! Cuando nos vengan a buscar, podremos decidir entre unirnos a ellos y dedicarnos a utilizar profesionalmente el maravilloso cuaderno, o continuar nuestras vidas en el mundo humano, como uno más.

Y digo yo, ¿no se podrá elegir ambas...? No sé, cuando los vea les preguntaré si... Aún que... Bueno... Me gustaría mucho... Quiero ser humana, y utilizar mi poder para bien en ese mundo desconocido. ¿Un buen plan, verdad? Los esperaré con impaciencia.

Podrían tradar días, meses, incluso años enteros... Pero no pensemos en ello.

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Lúa, 22 de abril de 1968

14:27

Me he dado cuenta. No soy nada.

El bolígrafo y la libreta se mueven solos. Yo me compongo de una sombra casi siniestra de color azul. Necesito algo. Algo material, me refiero. Quiero un cuerpo. Un cuerpo celeste que emita luz, como una estrellita bonita, que siempre me ha fascinado. Sé que me llamo Luna, pero un cuerpo tan redondito me haría parecer gorda, y no queremos eso, ¿verdad que no?

Así que ya lo tengo pensado y he tomado la decisión. En mi mente lo tengo. Lo dibujo en mi cuaderno y... ¡Pof! Listo, ¿a que soy "cuqui"? No digas que no, ¡soy perfecta!

Me encanto. Soy una figura con 5 picos en forma de estrella, una pancita algo abultada (¡no es grasa, es energía concentrada! Vale, es grasa). Vuelo, he decidido aportarme esa característica. Y emito una delicada luz amarilla, que ha de aportar una sensación de calma al que conmigo se encuentre.

Eso, si encuentro amigos...

Entre dos mundos (Lúa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora