Lúa, 2 de mayo de 1968
20:43
¡Efectivamente, escuchaba algo! Aquel algo, lo que ahora mismo me acompaña, la causa de las lágrimas transparentes que iluminan mis ojos grandes del color intenso del carbón, tiene nombre. Se llama Nami.
Nami será mi compañera a partir de ahora. Cuando la vi acercándose por primera vez, sentí en mi interior un sentimiento de nervios mezclado con uno de emoción, que me hizo perder la cabeza. "¡No estoy sola!", fue lo que pensé.
Reconicí a Nami como una de las mías al instante, debido a su forma de llama azul levitando sobre la oscuridad asoladora de la barrera (no lo había comentado, ya te describiré este lugar con detalle más adelante).
Además, portaba un bolígrafo bic y un cuaderno de tapas de cuero como el mío, con la diferencia de que en su portada se podía leer, en letras doradas de caligrafía preescolar, su nombre; Nami.
Se acercó.
"Mmm... ¿Hola? - dijo ella, con voz temblorosa- ¿Eres... Una más de la remesa? "
"Sí -contesté yo- Me llamo Luna, pero llámame Lúa. Lo prefiero y además es más corto".
"Lúa... Bonito nombre -Nami parecía relajada con su tono de voz- Yo soy Nami. Puedes llamarme... Nami".
Ambas nos reímos. Supe en ese instante que no quería bajar a la Tierra por nada del mundo. Me sentía a gusto en ese lugar desolador, por extraño que pueda sonar.
"Oye... Dime una cosa -preguntó Nami- por qué somos tan distintas... Físicamente. ¿No decías ser como yo?".
"Pues verás- le expliqué- en mis primeros días de existencia, decidí utilizar el cuaderno para cambiar mi forma. Supongo que tú ya sabrás manejarlo, ¿me equivoco?"
No me equivocaba. Nami era ya una experta en los secretos del cuaderno, incluso me explicó ciertos trucos que yo desconocía. A cambio, me pidió que modificase su apariencia exterior.
Y así lo hice. Ambas somos idénticas, con la diferencia de que mi compañera emite una preciosa luz roja de moderada intensidad.
Mis días de soledad han terminado.