9: 07 P.M, atravesando un lugar frondoso me dirigía hacia mi hogar, «¿que tal el día de hoy? ¿Te gustó?» Me dije a mi mismo en algún lugar de mi amplia mente.
«¿Puedes creerlo? finalmente logré lo que por el momento creía inalcanzable.» Respondí a ello
-Finalmente la vi- Me repetí pensando en voz alta llegando al oído de los presentes a mi alrededor.
De verdad, pude contemplar su llamativa y extravagante presencia, podía sentir cada sensación, cada tacto, la tranquilizante brisa, mi pulso se aceleraba cada vez más.
Mientras divisaba el gran páramo, mientras oía la música de fondo, mientras iba a bordo del vehículo, pensaba en esa persona, aquella capaz de cambiar mi mundo, podría decir que ella lo era; observar las montañas me recordaba a su frondoso y delicado cabello de igual color a la misma noche, sus hermosos luceros en los que podía divisar un cielo estrellado, lo cortés de su preciada piel tan dulce, tan clara y tan confusa. Podía sentirlo, ella era tan dulce como el deleitoso color rojo pastel, su céfiro tan delicado pero a su vez, tan imponente que brillaba por si sola su aura, un tono demasiado excéntrico e inextricable, claro como las mismas estrellas, no... ¡Ella era el universo entero!.