XXII. Soulmates at least

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—Puta madre, Kim Ji-yeon —gritó su padre, lanzando las cosas que se encontraban en su escritorio—. ¿Eres consciente de lo que hiciste? —le preguntó, apoyándose en el escritorio. La chica de brazos cruzados— ¡Claro que no lo eres! ¿Cómo saldremos de esta? —se preguntó. Su madre del otro lado de la oficina.

—Tú siempre me has dicho que no deje ir lo que quiero.

El mayor golpeo el escritorio.

—No puedes obligar a una persona a que te ame, Ji-yeon.

La mujer se acercó.

—Bona, le prohibiste a una mujer que se desangraba entrar a un hospital. Era una urgencia, joder —dijo, molesta—. ¡Habia vidas en juego!

—No sólo eso, le prohibiste la entrada a la única heredera de los Manoban. ¡Los Manoban! ¡Los que podrían ser dueños de la jodida Corea entera!

—Si los Kim no proceden, los Manoban lo harán y estaremos en las ruinas. El hospital más importante de Corea se irá a la mierda en un segundo.

—Hoy será el último día que pisaste nuestro hospital, Bona —avisó su madre—. No te quiero ver ahí de nuevo.

—Está bien —asintió. Su móvil comenzó a sonar—. Es el guardia que me trajo —dijo—, olvidó su maletín en el auto.

Un foco se encendió en su mente. Un último plan, una última oportunidad. Si Jisoo no iba a ser suya, no lo sería de nadie.

horas antes.

—Hija mía, el tratamiento en ese hospital es muy caro... —hablaba la señora Kim.

—El seguro lo cubre —defendió Sunmi—, se trata de un caso especial. Jennie ayudaría a la investigación del resto de nuestro caso. Tú sabes, con todo el tema de las almas gemelas. Además este hospital tiene un largo historial de casos con almas gemelas, quizá mi hermana esté más segura ahí.

—Sunmi, tú estuviste aquí mismo y todo salió a la perfección —recordó el padre de ambas.

Sunmi suspiró, aún lastimada por la experiencia con su propia alma gemela.

—Yo lo sé —miró a la castaña.

—De verdad necesito estar en ese hospital —habló la menor, lágrimas en los ojos—, pierdo mucha sangre y siento que cada cicatriz hierve desde que la primera se abrió, no lo puedo soportar.

Ambos padres se miraron.

—Iremos a hablar con los doctores, cariño. Haremos algunas llamadas a la trabajadora social también.

—Gracias.

Pronto, los mayores desaparecieron por la puerta. Sunmi miró a su hermana. Jennie estaba casi consumida por la tristeza y estaba tan segura de lo que estaba pasando que su cuerpo ya no le pedía con todas sus fuerzas a Jisoo.

—Si la voy a perder, me gustaría que al menos fuera tan rápido como lo que tú viviste. -sonrió débilmente, intentando relajar el ambiente.

—Eres una idiota —rió la mayor—. En verdad me sorprende lo lento que está sucediendo contigo, apenas llevas dos en un solo día.

—La tercera no tarda en abrir —sonrió— y podré despedirme de mi Jichu.

La mayor comenzó a derramar lágrimas de tan sólo recordar lo que pasó cuando era pequeña.

—Lo siento mucho —dijo entre sollozos—. A ti no debería estarte pasando.

Comenzó a juguetear con sus manos mientras acariciaba lentamente la mano de Jennie, la menor mirando cómo la mano de su hermana iba lado a lado tiernamente sobre su mano.

𝑆𝑐𝑎𝑟𝑠 - 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝐽𝑒𝑛𝑠𝑜𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora