•Veinte Años•

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➳ Veinte años.

La cola de Jennie se movía felizmente mientras elegía la ropa que iba a ponerse.

Lisa, su querida perro, la había invitado a una pseudo-cita. Por la noche.

No sabía que quería decir con eso pero estaba muy feliz.

En esos dos años las dos chicas se conocieron.

Jennie descubrió que eran vecinas de toda la vida y que, en realidad, ella ya conocía a su hermano menor, un lindo gatito de pelaje blanco.

También descubrió la pasión de Lisa por el baile y los deportes y lo mucho que le gustaban las caricias, llegando a dormirse sin quererlo.

Además le encantaba el amarillo, y cada vez que iban a un parque, los ojos de Lisa brillaban con ilusión y no podía resistirse a tirarse encima de la hierba.

Y que Lisa adoraba el contacto físico. Se acercaba mucho a ella siempre que podía y, a pesar de parecer sumiso, su olor de alfa todavía aturdía sus sentidos.

Por ultimo, descubrió algo peligroso e importante... Estaba enamorada de Lisa.

Quiero decir, eso ya lo sabía pero antes era sólo una sensación física.

Ahora no podía pensar en otra cosa que en "su" alfa acariciando continuamente sus orejas y haciéndole cumplidos sobre lo tierna que es.

No quería decírselo a la perro pero la pequeña gatita tenía dudas de que pudiera controlarse a sí misma.

Sus instintos la estaban dominando a más no poder.

Sobretodo cuando notó el olor cerca de su casa. Estaba en la ventana, estaba segura, sentada en el balcón.

Abrió la ventana y ahí la encontró.

"Preparado para nuestra pseudo-cita?

"¿Por qué es una pseudo-cita?"

"Porque..." Lisa se quedó pensando un poco. "Bueno. Estoy preocupada por ti, Jen. Nunca has mostrado sentimientos hacia nadie. Tengo miedo de que alguien te utilice o que no estés preparada para el momento. Así que, te voy a enseñar."

"¿E-Enseñar? ¿A qué?"

"Por ejemplo..."

Lisa sonrió, extendió su mano y con toda la delicadeza del mundo tomó la nuca de la mayor y la arrastró hacia ella, juntando sus labios.

Cerraron sus ojos y se dejaron llevar por ese intenso sabor a amor en sus labios y las cosquillas que recorrían su columna vertebral.

Lisa empujó de forma sutil el cuerpo de la gatita, reposándola en la cama y continuando con ese beso que no habían roto en ningún momento.

Con la fugacidad de las estrellas se deshicieron de la ropa.

A la luz de la luna, Lisa se entregó en cuerpo y alma a Jennie.

Y Jennoe se entregó en cuerpo y alma a Lisa.

𝐶𝑎𝑡 𝑎𝑛𝑑 𝑑𝑜𝑔 | 𝐽𝑒𝑛𝑙𝑖𝑠𝑎 𝙶!𝚙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora