MARK TUAN
La sangre escurría en el suelo y el miedo inundaba cada célula de mi cuerpo. Pero no podía parar aquí. Aún con mis manos temblando y un nudo en mi garganta conseguí la fuerza para sacar el cuchillo y volver a enterrarlo con la misma fuerza.
No hubo ningún puto ruido. Todo en mi cabeza daba vueltas y no pude evitar el derrame de mis lágrimas, hubiera continuado llorando hasta secarme sí no hubiese sido por la regordeta y suave mano que acarició mi hombro dándome consuelo. Un consuelo que Park JiMin no tenía ni siquiera para él mismo.
Tengo que confesar que varias veces odie como JiMin sonreía a cada maldita cosa desde que éramos niños nunca lo vi romperse ninguna vez, aunque las manos lo apretaran al punto de luchar por respirar, a pesar de las navajas rompiendo su piel, nunca lo vi sentirse afligido o triste, nunca sintió lástima de sí mismo; todo lo contrario a mi.
Mirando sus pequeños ojos arrugados a causa de su sonrisa, fue cuando desperté de mi pequeño trance y recordé donde estábamos. Me levanté lo más rápido que pude, tomé la mano de JiMin y corrí lo más rápido que mis débiles piernas me lo permitieron. La oscuridad de la carretera no me dejaba saber donde estábamos, pero mientras más lejos nos alejamos del camión y del club estaremos más seguros. Corrimos por casi cinco minutos cuando a lo lejos vi unas luces de auto, yo levanté mis manos e hice la parada varias veces. Era una camioneta negra y cuando noté que la camioneta no llevaba placas el miedo despertó en mí otra vez. Iba a correr en dirección al bosque cuando la música y los gritos adolescentes se fueron acercando, ahí supe que no eran ellos. JiMin volvió a pedir a la camioneta que se detuviera y para nuestra suerte así lo hizo. El conductor era un chico como de nuestra edad coreano —Significa que estamos en Corea— El chico sonrió burlón por nuestra condición, JiMin se puso frente a mi obstruyendo mi vista del conductor y habló alegremente.
—Hola, soy JiMin. Perdón pero unos amigos nos hicieron una broma pesada y terminamos aquí tirados. ¿Crees que nos puedas dar un aventón a la ciudad?. —El chico miró a JiMin de arriba a abajo para después recargarse en la ventana del auto.
—Mis amigos y yo estamos de fiesta. ¿Que obtendremos por llevar a unos vagabundos como ustedes a su casita? — La risa de una chica peliteñida mostrando casi todas sus planas tetas se dejó escuchar de la parte trasera de la camioneta.
—Llévame a la mansión de Min YoonGi y Kim SeokJin y tendrás todo lo que quieras. —La voz de JiMin ya no sonaba alegre si no irritada.
—Te dejaré a dos cuadras. Y después saldrás a darme diez millones.
—Hecho.
JiMin y yo subimos a la caja de la camioneta donde por suerte no había adolescentes ebrios como dentro de la camioneta.
—¿Por qué no me dejaste hablar a mi?
—Tal vez no lo notes Markie pero toda tu ropa está llena de sangre, sin mencionar la enorme cortada en tu pulgar que no deja de sangrar. Creo que estos chicos no hubieran creído si les decíamos que te caíste.
—Como siempre buen punto JiMin. ¿Quiénes son las personas con las que vamos? Nunca te he oído hablar de familia o algo por el estilo. Solo de tu novio del cual nunca supe un nombre. — JiMin sonrió con algo que extraña vez mostraba, sonrió con tristeza.
—Su nombre es Min YoonGi. Pero al contrario de lo que dije YoonGi no es mi novio... Es mi hermano. — Una sonrisa estaba escondida en la orilla de sus labios. JiMin podía llegar a ser muchas cosas cuando se molestaba o estaba asustado. Pero nunca lo creí capaz de acostarse con su propio hermano, sí es que lo que me contó que había pasado era verdad.
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MAD
RandomLa realidad de la vida, es que no todos tenemos la suerte de tener una familia, comida, un donde dormir o algo tan simple como una madre. Muchas veces nos toca sufrir cosas que apuesto mi maldito trasero que, sí te las contara creerás que todo es un...