Peligrosa Tentación

Capítulo 1. La atención de la bestia

Capítulo 1. La atención de la bestia

-Pensé que éramos amigas. - pega un grito desde lo más profundo de su garganta cuando de una sola estocada vuelvo a rasgar su piel con el cuchillo en la parte baja del abdomen, a penas un corte sólo para iniciar la diversión de la noche. - Por favor, para.

-Oh corazón, si esto a penas está iniciando. - le dedico una sádica sonrisa mostrando mi perfecta hilera de dientes.
El cuerpo desnudo de mi amiga yace extendido en una cama de piedra donde dos grilletes sujetan sus dos pequeñas muñecas y dos más sujetan sus pies.
Me encuentro sentada a horcadas sobre ella observando sus hebras rubias pegadas a su frente, mientras el sudor le escurría por ésta, sus ojos verdes me observaban con una mezcla de rabia y miedo, me inclino hacia adelante para dejar pequeños besos por su mentón, para luego ir bajando por su cuello y el comienzo de sus medianos y parados senos, ella seguía mis movimientos expectante mientras metía uno de sus rozados pezones a mi boca para succionarlo con fuerza, escuché como soltó un leve gemido.

<<Masoquista>>

Con mi mano acaricié y agarré con fuerza su otro seno mientras ella seguía gimiendo, saqué de mi bolsillo trasero la llave de los grilletes que sostenían sus manos para proceder a soltarlos. Sus bonitos ojos verdes me miraron con duda.

- ¿Qué? No planeas que haga esto sola ¿verdad? Para nadie es secreto que has estado enamorada de tu cuñada desde hace mucho tiempo, así que planeo darte la noche de tu vida. - le sonreí con suficiencia tomando su nuca con mi mano para unir nuestras bocas y darnos un sediento y candente beso, lo hacía mucho mejor que su hermano.

-Te demostraré de lo que soy capaz. - siseó con deseo la rubia mientras metía sus manos a mis senos y se acercaba para chuparlos también.

Despierto de un salto mientras siento un nudo en mi bajo vientre ante el recuerdo de cuando uní mi vida con esa asquerosa rubia mojigata que después de unas cuantas noches en mi cama la he podido adiestrar a mi manera justo para que me dé el placer que necesito y cuando lo necesito, pero era necesario seducirla para mi plan y es que por calmar un poco su jodida calentura y su hambre de amor como si fuera un maldito perro callejero me daba mucha información de su familia y de lo que necesitaba encontrar.

Mi gran tesoro, que es lo único que me mantenía viva.

Levanto mi bonito trasero de la cama cubierta con un fino y caro edredón de color azul para arrastrar mis pies por toda la habitación color crema y sentarme en frente a mi grande tocador blanco, el reloj marcaba las 4:30 a.m., un día más con esas horribles pesadillas recordándome todo lo que he tenido que hacer para poder encontrarlo y hasta ahora no he conseguido nada.

Observo mi reflejo en el espejo, mi cabello negro cae como cascada con ondas hasta llegar a mi cintura, que hace un bello contraste con mi pálida piel, mi pequeña cara estaba adornada con unas simétricas y espesas cejas que hacían juego con mis largas y negras pestañas para darle a mis ojos azul oscuro una mirada tanto penetrante como encantadora, curvé mis delgados pero carnosos labios rosados en una sonrisa. Porque eso era yo, una ligera y extraña mezcla entre lo caótico y hermoso, era un cruel demonio con la apariencia de un ángel con inigualable belleza.

Hace exactamente 2 años me sumergí ante los más oscuros y retorcidos deseos de mi alma, alimenté por primera vez al demonio que yace en mi interior, y  es que ya no podía contenerlo más, así que una fría noche le di esa paz que tanto necesitaba cuando arrebaté una vida por primera vez, no había sido algo tan elaborado como las que siguieron pero sólo dar unas 4 cuchilladas a un drogadicto en un callejón bastó para calmar un poco de esa hambre que yacía en mi interior, cierro los ojos ante el vago recuerdo del hormigueo que me recorrió todo le cuerpo al sentir el cuchillo rasgar la fina piel de aquel pobre sujeto que tuvo la mala suerte de haberse cruzado conmigo esa noche, la excitación que sentía cuando la tibia sangre manchó mis manos y el placer junto con el deseo que me provocó arrebatar esa vida.